Nicolás de Pedro
La evolución del conflicto de Xinjiang depende esencialmente de las políticas que implemente Pekín y de las respuestas que ofrezca la minoría uigur. Es decir, de la habilidad de Pekín para promover la integración armoniosa de la comunidad uigur y de la capacidad de esta minoría para acomodarse satisfactoriamente en la estructura de la República Popular China. El enfoque de “palo y zanahoria” aplicado por Pekín ha sido muy eficaz en aplacar el activismo uigur, pero no en reducir el malestar de esta población y en mitigar el conflicto latente en Xinjiang. Con la sistemática inmigración de chinos han se configura un escenario muy polarizado y fácilmente inflamable dada la conflictiva interacción entre ambas comunidades en Xinjiang. Los graves episodios de violencia interétnica del pasado mes de julio auguran tiempos turbulentos.
Sin embargo, las autoridades chinas, al menos públicamente, muestran una mayor preocupación ante posibles injerencias exteriores y una hipotética internacionalización del conflicto de Xinjiang. Alrededor de medio millón de personas conforman la diáspora uigur en el mundo. Por ello, y aunque Pekín considera la cuestión uigur un asunto estrictamente interno, la incluye en su agenda de política exterior, fundamentalmente en sus relaciones con países fronterizos que acogen importantes comunidades uigures –caso de Kazajistán y Kirguizistán–, en los que es conocida la presencia de activistas uigures huidos –caso de Afganistán y Pakistán– y en los que sin ser fronterizos existen organizaciones uigures relevantes –como sucede en EEUU, Alemania y Turquía–. Los turcos, al igual que sucede con kazajos y kirguizos, están próximos desde un punto de vista étnico a los uigures.
Pekín teme fundamentalmente que los activistas uigures utilicen sus vínculos transfronterizos para disponer de una retaguardia desde la que organizar su actividad secesionista, pero también que las organizaciones uigures en Europa y EEUU perjudiquen sus intereses en el extranjero y dificulten su acción exterior. Sin embargo, hasta la fecha, al contrario de lo que suelen argüir las autoridades chinas, la capacidad de la diáspora uigur para influir en la situación en Xinjiang parece bastante escasa, si bien es cierto que las organizaciones uigures están elevando progresivamente la visibilidad internacional de su causa y consecuentemente los recelos e irritación de Pekín.
Kazajistán, Kirguizistán y Uzbekistán
Kazajistán y Kirguizistán, ambos fronterizos con Xinjiang, son la primera área de interés para China. Para mitigar el riesgo del establecimiento de un santuario para las organizaciones uigures al otro lado de la frontera, las autoridades chinas han impulsado un rápido acercamiento a las nuevas repúblicas centroasiáticas, lo que ha supuesto la resolución de las dilatadas disputas fronterizas, un estrechamiento sin precedentes de los relaciones con Pekín y la creación de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS).
La minoría uigur de Kazajistán, que con sus más de 200.000 miembros constituye la mayor comunidad fuera de Xinjiang, ha visto como el control y las restricciones sobre sus actividades crecían al mismo ritmo que se fortalecía la relación con China. Así, por ejemplo, durante la visita del presidente chino Jiang Zemin a Kazajistán en julio de 1996 se firmó una declaración conjunta en la que, entre otros aspectos, se incluían unos acuerdos en los que el Gobierno kazajo se comprometía explícitamente a no ayudar a los separatistas en China e incluso a no prestar demasiado apoyo a la comunidad uigur de Kazajistán. El auge del comercio bilateral y el estrechamiento de las relaciones económicas es una de las claves explicativas de las concesiones kazajas ante las demandas chinas. Vínculos que priman sobre cualquier otra consideración y así, por ejemplo, el hecho de que el primer ministro de Kazajistán, Karim Masimov, sea uigur no tiene ninguna incidencia en la posición kazaja con respecto a la cuestión de Xinjiang. Por ello, investigadores uigures como Ablet Kamalov no dudan en afirmar que China “ha comprado” el control sobre la actividad de la diáspora uigur a través de la inversión económica. El resultado de todo ello es que la permisividad de los primeros años de independencia ha desaparecido por completo y la actividad pública uigur en Kazajistán es fundamentalmente de carácter cultural.
No obstante, subsisten alrededor de media docena de organizaciones uigures en el país. Todas ellas están radicadas en Almaty, ciudad en la que existen varios barrios (rayon) donde la población es mayoritariamente uigur y en los que el eco de los acontecimientos en Xinjiang resuena con mayor intensidad. Estas organizaciones tienen un carácter bastante informal y su visibilidad en Internet no se corresponde con su implantación y actividad real. Entre las principales se pueden citar la Asociación de la Unidad (Ittipak) Uigur de Kazajistán, liderada por Sharipzhan Nadirov, o la Unión de la Juventud Uigur, encabezada por Abdurexit Turdeyev. La figura uigur local más destacada es la de Kakharman Khozhamberdim, vicepresidente y representante de Kazajistán en el Congreso Uigur Mundial. Como resultado del control sobre sus actividades, estas organizaciones tienen un perfil de actividad político muy bajo y se limitan a condenar las violaciones de derechos humanos en Xinjiang. Tan solo una de ellas asiste abiertamente a los uigures procedentes de China.
La actividad cultural incluye la defensa de los derechos culturales de la comunidad uigur local. Este es el principal cometido de las tres organizaciones uigures oficiales que existen en el país: una a nivel estatal, otra provincial (oblast) y otra a nivel municipal en Almaty. Las autoridades kazajas permiten este nivel de actividad uigur porque es parte de su política de promoción de la “armonía interétnica” basada en el respeto de los derechos culturales de las minorías nacionales y también porque, en línea con lo sugerido anteriormente se puede considerar a esta comunidad como un “activo” para Astaná en su interacción con las autoridades chinas. Además, en Kazajistán existen arraigados prejuicios antichinos y a pesar del acercamiento político y económico entre Astaná y Pekín, elevado a la categoría de partenariado estratégico, la tesis de la “amenaza emergente” con una dimensión demográfica añadida, es particularmente popular en el país.
Son precisamente estos temores kazajos ante el potencial chino los que impulsan a creer erróneamente a algunos activistas uigures locales que en última instancia las autoridades kazajas verían con buenos ojos la proclamación de Uigurstán. Percepción errónea porque Kazajistán, al igual que China y por su propio contexto interno, es contrario a cualquier acto secesionista y que pueda contribuir al cuestionamiento de las fronteras existentes. A esto se suman los recelos que existen en Kazajistán con respecto al irredentismo uigur sobre ciertas áreas de la región kazaja de Semirechie. Por no mencionar que Kazajistán, al igual que China, está concentrado en su propio desarrollo y es contrario a cualquier alteración interna e inestabilidad regional. Así, por ejemplo, los actos que se celebraron durante el mes de julio en Almaty como protesta por los sangrientos disturbios en Urumqí generaron más preocupación que solidaridad, lo que se explica tanto por la propia naturaleza de la vida política en el país como por el potencial movilizador demostrado por los uigures con su concentración del 19 de julio en Almaty, que contó con entre 2.000 y 4.000 participantes. Muchos de ellos iban ataviados con lazos azules y negros y portaban la bandera nacional uigur, mientras gritaban eslóganes por la libertad de Uigurstán. No obstante, el resto de actos celebrados durante ese mes en Almaty fueron pequeñas concentraciones religiosas conmemorativas.
De igual forma, China ha atraído a los miembros centroasiáticos de la OCS a su concepción de lucha contra las “tres fuerzas” –el terrorismo, el extremismo y el separatismo–, que es como Pekín caracteriza al activismo uigur y como son representados en muchas ocasiones los uigures en la prensa de Kazajistán. Los sucesos de septiembre de 2000, cuando cuatro uigures que supuestamente habían asesinado a dos agentes kazajos fueron abatidos por las fuerzas de seguridad en Almaty, son un referente argumental de los análisis locales sobre la amenaza uigur. En este sentido, Dosym Satpayev, uno de los analistas kazajos más conocidos, considera que los uigures representan una “amenaza potencial” para la seguridad de Kazajistán. No obstante, hay que indicar que hasta la fecha no existe ninguna información pública ni elemento sobre el terreno que permita inferir una vinculación o colaboración significativa de ninguna organización uigur de Kazajistán con grupos separatistas armados en Xinjiang. De igual forma, los líderes y activistas uigures locales prácticamente de forma unánime hacen de la defensa de los derechos humanos el eje de su discurso y hay un posicionamiento explícito en contra del terrorismo y del extremismo religioso.
Por otro lado, algunos activistas uigures han sufrido agresiones en Kazajistán. El suceso más grave, y aún no esclarecido, es el asesinato de Dilbirim Samsakova, cuyo cadáver fue hallado en Almaty el 9 de junio de 2001 después de haber permanecido desaparecida unas dos semanas. Samsakova dirigía la organización Nazugum de apoyo a las mujeres y la infancia de Xinjiang, y se había significado por haber actuado en Osh (Kirguizistán) como intérprete de tres uigures que en marzo de 2001 fueron juzgados por la explosión de dos bombas en sendos autobuses de esa ciudad en mayo y junio de 1998.
Kirguizistán es el segundo foco de interés para China, ya que el país cuenta con una comunidad uigur de unas 40.000 personas. Al igual que en el caso kazajo, el estrechamiento de las relaciones con China se ha traducido en un mayor control y restricciones sobre las actividades de la diáspora uigur. Sin embargo, el entorno político kirguizo más abierto, sumado a la incapacidad del Estado para controlar la situación en determinados momentos, ha permitido una mayor actividad de la diáspora uigur local. Existen organizaciones como el Comité de Derechos Humanos de Bishkek, liderado por Tursun Islam, y la Sociedad Uigur Ittipak, presidida por Dilmurat Akbarov, quien es a su vez el representante de Kirguizistán en el Congreso Uigur Mundial. La publicación del periódico La voz de la conciencia otorga mayor visibilidad a sus actividades. Pero lo que más irrita a Pekín son los ataques a intereses chinos y atentados contra sus nacionales, especialmente el caso del asesinato del diplomático chino Wang Jianping en junio de 2002 en Bishkek, tiroteado junto con un hombre de negocios uigur que también falleció. De igual forma, en numerosas ocasiones se ha sugerido la implicación uigur en los ataques a los bazares chinos, si bien es difícil establecer si se trata de sucesos con motivación genuinamente política o, por el contrario, son vinculables a disputas criminales. Así, por ejemplo, en el caso del diplomático chino, Pekín responsabilizó a miembros de la Organización de la Liberación del Turkestán Oriental (ETLO), mientras que el ministro del Interior kirguizo declaró que consideraba que el asesinato había tenido una motivación económica, en línea con lo sugerido por algunos medios de comunicación rusos en cuanto a que el hombre de negocios uigur, Umar Nurmukhamedov, era el principal objetivo del atentado.
Uzbekistán también cuenta con una minoría uigur significativa compuesta por unas 35.000 personas. El número es un tanto incierto ya que muchos uigures del país han sido conminados a inscribirse como uzbekos. La cercanía étnica entre ambas comunidades facilita esta asimilación o “uzbekización”. Ambas lenguas están muy próximas y existe una afinidad cultural mayor que en el caso de otros pueblos túrquicos. El régimen uzbeko, tanto por su propia naturaleza autoritaria como por el estrechamiento de sus relaciones con China, no permite actividades uigures significativas. En Turkmenistán existe una pequeña comunidad uigur que tiene escasos o nulos vínculos con el resto de comunidades uigures de Asia Central y Xinjiang. A pesar de eso, Pekín ha incluido igualmente las cuestiones uigures en los acuerdos bilaterales, tal vez para que Asjabad controle que los hombres de negocio turkmenos que se desplacen a Xinjiang no redistribuyan materiales uigures elaborados en otros países.
Turquía
Turquía, al igual que Kazajistán, fue el punto de destino de muchos de los uigures que huyeron de Xinjiang en los años 50 en plena revolución cultural maoísta, algunos de ellos figuras históricas del activismo uigur, como Isa Yusuf Alptekin. En Turquía los uigures han contado tradicionalmente el respaldo de Ankara. Pero, al igual que sucede en Asia Central, los intereses económicos y el estrechamiento de las relaciones con China han condicionado la postura del Gobierno turco en tiempos recientes. Sin embargo, subsisten numerosas organizaciones y la cuestión es popular más allá de los círculos uigures. De hecho, los sucesos del pasado verano se vivieron en Turquía con mucha intensidad. Se celebraron manifestaciones de protesta tanto en Ankara como en Estambul, la prensa local no escatimó a la hora de mostrar los aspectos más dramáticos de la violencia en Urumqí y el primer ministro Erdogan calificó la situación de los uigures como de “próxima al genocidio”.
Por otro lado, hay que indicar que el respaldo turco, cuando tiene carácter panturquista, plantea cierto rechazo a unos uigures poco inclinados a adaptarse a las consignas del “hermano mayor” turco. Así, por ejemplo, existen discrepancias en cuanto al nombre que debería recibir Xinjiang. Los ideólogos turcos prefieren el de “Turkestán Oriental” frente al de “Uigurstán”, crecientemente popular entre los uigures.
Afganistán y Pakistán
Afganistán y Pakistán también están en la agenda china en lo referente a la cuestión uigur. El auge de la relación entre Pakistán y Xinjiang ha facilitado la difusión de algunas corrientes islamistas extremistas entre algunos segmentos de la población uigur y las relaciones entre organizaciones de ambos lados de la frontera. No obstante, la sólida alianza entre Islamabad y Pekín prevalece sobre otras consideraciones y el Gobierno paquistaní respalda la posición china. Así, por ejemplo, durante su visita a China en diciembre de 2001, el entonces presidente Pervez Musharraf exhortó a los musulmanes chinos a respetar la soberanía de Pekín sobre Xinjiang. Respaldo que se mantiene con el nuevo presidente Zardari. Además, las deportaciones a China de uigures huidos son frecuentes.
Por otro lado, la presencia de unos 200 uigures combatiendo en Afganistán animó a Pekín a tratar de vincular la cuestión uigur con la “guerra contra el terrorismo” de la Administración Bush. En el verano de 2002 el Departamento de Estado norteamericano incluyó al oscuro Movimiento Islámico del Turkestán Oriental (ETIM por sus siglas en inglés), supuestamente vinculado con al-Qaeda en su lista de organizaciones terroristas. No obstante, la vinculación del activismo uigur con esta red terrorista es una cuestión que genera serias controversias. Aunque sea de forma meramente especulativa se puede indicar que el tipo de violencia atribuible al activismo uigur hasta el momento no sugiere vínculos sólidos con el terrorismo internacional ni por su naturaleza (manifestaciones y algaradas callejeras) ni por sus métodos y acciones más frecuentes (atentados con cuchillos y cócteles molotov o actos de sabotaje).[1] Una cuestión diferente sería que algún grupo yihadista atentara contra intereses chinos en cualquier lugar como supuesta respuesta a la política china en Xinjiang. Pero esto tampoco sería una prueba definitiva de la vinculación del activismo uigur con al-Qaeda sino de la capacidad e interés de esta organización por aprovechar cualquier acontecimiento con impacto mediático.
Europa y América del Norte
No obstante, es la diáspora uigur en Europa, Norteamérica y Australia con sus respectivas organizaciones, la que confiere progresivamente una dimensión y visibilidad global a la causa uigur. Las dos organizaciones más relevantes son el Congreso Uigur Mundial (WUC) con sede en Munich y la Asociación Uigur Americana (UAA) situada en Washington. Ambas organizaciones tienen un compromiso explícito con la defensa de la democracia y los derechos humanos por medios pacíficos y no violentos.
El WUC se constituyó oficialmente en abril de 2004 en Munich y es el resultado tangible de los esfuerzos de unificación de las organizaciones uigures fuera de Xinjiang. Su origen se puede rastrear hasta diciembre de 1992, cuando se celebró la primera reunión uigur mundial en Estambul y tiene su precedente inmediato en el Congreso Nacional del Turkestán Oriental (ETNC) establecido en Munich en octubre de 1999, con 13 organizaciones uigures asociadas y un órgano ejecutivo propio para dotar de operatividad a la institución.
Los atentados del 11 de septiembre obligaron a los uigures a un esfuerzo adicional para lograr la unidad y hacer frente al riesgo de vinculación de su causa con el terrorismo internacional. El 18 de octubre de 2001 el ETNC hizo pública una resolución en la que condenaba sin paliativos los ataques terroristas en EEUU, el terrorismo y el extremismo en cualquier forma, pero incluyendo también una condena de la violencia empleada por China contra la comunidad uigur en Xinjiang. Desde entonces y para contrarrestar las declaraciones de Pekín vinculando al ETNC con el terrorismo, una de sus actividades principales ha sido la publicación de manifiestos insistiendo en su rechazo de la violencia y ofreciéndose como interlocutor con Pekín en el caso de un hipotético proceso de apertura política en China.
Erkin Alptekin, hijo del antes mencionado Isa Yusuf Alptekin, fue elegido primer presidente del WUC en 2004. Alptekin era ya un activista muy conocido y que había jugado un papel destacado en dotar de visibilidad internacional a la causa uigur. En 1995 había sido nombrado presidente de la Organización de las Naciones y Pueblos No Representados (UNPO) con sede en La Haya. La UNPO es uno de los foros en los que se articula la cooperación entre uigures y tibetanos, que aún no está muy desarrollada, pero es una posibilidad que preocupa a Pekín. Por otro lado, Alptekin era conocido también por sus reiteradas condenas de la violencia y por sus vínculos con la acción exterior de EEUU, dado que había trabajado desde los años 70 en Radio Free Europe/Radio Liberty.
Precisamente, la creciente proximidad entre el activismo uigur y EEUU es un elemento especialmente irritante para Pekín. En mayo de 1998 se creó en Washington la Asociación Uigur Americana (UAA) que ha efectuado una eficaz labor de lobby y ha acercado la causa uigur a los círculos de poder político estadounidense. Esto se ha traducido en un creciente apoyo tanto en forma de declaraciones como de financiación. Así por ejemplo, en abril de 2004 se estableció el Proyecto Uigur de Derechos Humanos (UHRP) con apoyo de la National Endowment for Democracy, y en julio de 2008 los dirigentes del WUC fueron recibidos por el ex presidente Bush en la Casa Blanca.
La visibilidad y actividad de la UAA se ha multiplicado desde que Rebiya Kadeer se convirtió en su presidenta cuando se trasladó a EEUU en marzo de 2005, tras permanecer encarcelada en China desde agosto de 1999. Con su liderazgo los uigures tratan de emular al activismo tibetano y la figura del Dalai Lama. Su discurso centrado en el respeto de los derechos humanos, su condición femenina y el hecho de aparecer en público con la tradicional tiubeteika uigur como único tocado contrarresta los intentos de Pekín de vincular sus acciones con el extremismo islamista.
Kadeer tiene cada vez una mayor audiencia internacional. Para fortalecer esta dinámica, fue elegida también presidenta del WUC en la asamblea de noviembre de 2006, un hito en el proceso de unificación uigur por los acuerdos logrados entre las diversas facciones. Además, desde ese mismo año, Rebiya Kadeer figura entre los aspirantes al premio Nobel de la Paz, cuya concesión tendría un impacto mayúsculo en la causa uigur.
Conclusiones
La cuestión uigur tiene una creciente visibilidad internacional, pero no tanto como resultado de la acción de la diáspora uigur como del agravamiento de la situación en Xinjiang, que se comprende fundamentalmente por su propia dinámica interna.
Con el estrechamiento de las relaciones con los países fronterizos con la región autónoma, Pekín ha conseguido mitigar los que percibía como graves riesgos transfronterizos. Esta situación ha motivado el desplazamiento del centro de gravedad de la actividad uigur hacia Europa y EEUU, lo que a su vez ha contribuido al aumento de la audiencia internacional de las organizaciones uigures y con ello de la irritación de las autoridades chinas, que las vinculan con los brotes de agitación en Xinjiang. No obstante, la capacidad de influencia y el impacto de las campañas de estas organizaciones en el interior de la región autónoma son escasos. A pesar de lo cual, Pekín responde a su creciente visibilidad internacional con el endurecimiento de algunas de sus medidas e intensificando su acción en Xinjiang, lo que no hace sino alimentar y agravar un conflicto del que no se vislumbra ninguna mejora a corto y medio plazo.
Notas:
[1] Excluyendo tres atentados terroristas con bomba en los noventa, en los que, por otra parte nunca se han sugerido vinculaciones externas en su planeamiento o ejecución.
La evolución del conflicto de Xinjiang depende esencialmente de las políticas que implemente Pekín y de las respuestas que ofrezca la minoría uigur. Es decir, de la habilidad de Pekín para promover la integración armoniosa de la comunidad uigur y de la capacidad de esta minoría para acomodarse satisfactoriamente en la estructura de la República Popular China. El enfoque de “palo y zanahoria” aplicado por Pekín ha sido muy eficaz en aplacar el activismo uigur, pero no en reducir el malestar de esta población y en mitigar el conflicto latente en Xinjiang. Con la sistemática inmigración de chinos han se configura un escenario muy polarizado y fácilmente inflamable dada la conflictiva interacción entre ambas comunidades en Xinjiang. Los graves episodios de violencia interétnica del pasado mes de julio auguran tiempos turbulentos.
Sin embargo, las autoridades chinas, al menos públicamente, muestran una mayor preocupación ante posibles injerencias exteriores y una hipotética internacionalización del conflicto de Xinjiang. Alrededor de medio millón de personas conforman la diáspora uigur en el mundo. Por ello, y aunque Pekín considera la cuestión uigur un asunto estrictamente interno, la incluye en su agenda de política exterior, fundamentalmente en sus relaciones con países fronterizos que acogen importantes comunidades uigures –caso de Kazajistán y Kirguizistán–, en los que es conocida la presencia de activistas uigures huidos –caso de Afganistán y Pakistán– y en los que sin ser fronterizos existen organizaciones uigures relevantes –como sucede en EEUU, Alemania y Turquía–. Los turcos, al igual que sucede con kazajos y kirguizos, están próximos desde un punto de vista étnico a los uigures.
Pekín teme fundamentalmente que los activistas uigures utilicen sus vínculos transfronterizos para disponer de una retaguardia desde la que organizar su actividad secesionista, pero también que las organizaciones uigures en Europa y EEUU perjudiquen sus intereses en el extranjero y dificulten su acción exterior. Sin embargo, hasta la fecha, al contrario de lo que suelen argüir las autoridades chinas, la capacidad de la diáspora uigur para influir en la situación en Xinjiang parece bastante escasa, si bien es cierto que las organizaciones uigures están elevando progresivamente la visibilidad internacional de su causa y consecuentemente los recelos e irritación de Pekín.
Kazajistán, Kirguizistán y Uzbekistán
Kazajistán y Kirguizistán, ambos fronterizos con Xinjiang, son la primera área de interés para China. Para mitigar el riesgo del establecimiento de un santuario para las organizaciones uigures al otro lado de la frontera, las autoridades chinas han impulsado un rápido acercamiento a las nuevas repúblicas centroasiáticas, lo que ha supuesto la resolución de las dilatadas disputas fronterizas, un estrechamiento sin precedentes de los relaciones con Pekín y la creación de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS).
La minoría uigur de Kazajistán, que con sus más de 200.000 miembros constituye la mayor comunidad fuera de Xinjiang, ha visto como el control y las restricciones sobre sus actividades crecían al mismo ritmo que se fortalecía la relación con China. Así, por ejemplo, durante la visita del presidente chino Jiang Zemin a Kazajistán en julio de 1996 se firmó una declaración conjunta en la que, entre otros aspectos, se incluían unos acuerdos en los que el Gobierno kazajo se comprometía explícitamente a no ayudar a los separatistas en China e incluso a no prestar demasiado apoyo a la comunidad uigur de Kazajistán. El auge del comercio bilateral y el estrechamiento de las relaciones económicas es una de las claves explicativas de las concesiones kazajas ante las demandas chinas. Vínculos que priman sobre cualquier otra consideración y así, por ejemplo, el hecho de que el primer ministro de Kazajistán, Karim Masimov, sea uigur no tiene ninguna incidencia en la posición kazaja con respecto a la cuestión de Xinjiang. Por ello, investigadores uigures como Ablet Kamalov no dudan en afirmar que China “ha comprado” el control sobre la actividad de la diáspora uigur a través de la inversión económica. El resultado de todo ello es que la permisividad de los primeros años de independencia ha desaparecido por completo y la actividad pública uigur en Kazajistán es fundamentalmente de carácter cultural.
No obstante, subsisten alrededor de media docena de organizaciones uigures en el país. Todas ellas están radicadas en Almaty, ciudad en la que existen varios barrios (rayon) donde la población es mayoritariamente uigur y en los que el eco de los acontecimientos en Xinjiang resuena con mayor intensidad. Estas organizaciones tienen un carácter bastante informal y su visibilidad en Internet no se corresponde con su implantación y actividad real. Entre las principales se pueden citar la Asociación de la Unidad (Ittipak) Uigur de Kazajistán, liderada por Sharipzhan Nadirov, o la Unión de la Juventud Uigur, encabezada por Abdurexit Turdeyev. La figura uigur local más destacada es la de Kakharman Khozhamberdim, vicepresidente y representante de Kazajistán en el Congreso Uigur Mundial. Como resultado del control sobre sus actividades, estas organizaciones tienen un perfil de actividad político muy bajo y se limitan a condenar las violaciones de derechos humanos en Xinjiang. Tan solo una de ellas asiste abiertamente a los uigures procedentes de China.
La actividad cultural incluye la defensa de los derechos culturales de la comunidad uigur local. Este es el principal cometido de las tres organizaciones uigures oficiales que existen en el país: una a nivel estatal, otra provincial (oblast) y otra a nivel municipal en Almaty. Las autoridades kazajas permiten este nivel de actividad uigur porque es parte de su política de promoción de la “armonía interétnica” basada en el respeto de los derechos culturales de las minorías nacionales y también porque, en línea con lo sugerido anteriormente se puede considerar a esta comunidad como un “activo” para Astaná en su interacción con las autoridades chinas. Además, en Kazajistán existen arraigados prejuicios antichinos y a pesar del acercamiento político y económico entre Astaná y Pekín, elevado a la categoría de partenariado estratégico, la tesis de la “amenaza emergente” con una dimensión demográfica añadida, es particularmente popular en el país.
Son precisamente estos temores kazajos ante el potencial chino los que impulsan a creer erróneamente a algunos activistas uigures locales que en última instancia las autoridades kazajas verían con buenos ojos la proclamación de Uigurstán. Percepción errónea porque Kazajistán, al igual que China y por su propio contexto interno, es contrario a cualquier acto secesionista y que pueda contribuir al cuestionamiento de las fronteras existentes. A esto se suman los recelos que existen en Kazajistán con respecto al irredentismo uigur sobre ciertas áreas de la región kazaja de Semirechie. Por no mencionar que Kazajistán, al igual que China, está concentrado en su propio desarrollo y es contrario a cualquier alteración interna e inestabilidad regional. Así, por ejemplo, los actos que se celebraron durante el mes de julio en Almaty como protesta por los sangrientos disturbios en Urumqí generaron más preocupación que solidaridad, lo que se explica tanto por la propia naturaleza de la vida política en el país como por el potencial movilizador demostrado por los uigures con su concentración del 19 de julio en Almaty, que contó con entre 2.000 y 4.000 participantes. Muchos de ellos iban ataviados con lazos azules y negros y portaban la bandera nacional uigur, mientras gritaban eslóganes por la libertad de Uigurstán. No obstante, el resto de actos celebrados durante ese mes en Almaty fueron pequeñas concentraciones religiosas conmemorativas.
De igual forma, China ha atraído a los miembros centroasiáticos de la OCS a su concepción de lucha contra las “tres fuerzas” –el terrorismo, el extremismo y el separatismo–, que es como Pekín caracteriza al activismo uigur y como son representados en muchas ocasiones los uigures en la prensa de Kazajistán. Los sucesos de septiembre de 2000, cuando cuatro uigures que supuestamente habían asesinado a dos agentes kazajos fueron abatidos por las fuerzas de seguridad en Almaty, son un referente argumental de los análisis locales sobre la amenaza uigur. En este sentido, Dosym Satpayev, uno de los analistas kazajos más conocidos, considera que los uigures representan una “amenaza potencial” para la seguridad de Kazajistán. No obstante, hay que indicar que hasta la fecha no existe ninguna información pública ni elemento sobre el terreno que permita inferir una vinculación o colaboración significativa de ninguna organización uigur de Kazajistán con grupos separatistas armados en Xinjiang. De igual forma, los líderes y activistas uigures locales prácticamente de forma unánime hacen de la defensa de los derechos humanos el eje de su discurso y hay un posicionamiento explícito en contra del terrorismo y del extremismo religioso.
Por otro lado, algunos activistas uigures han sufrido agresiones en Kazajistán. El suceso más grave, y aún no esclarecido, es el asesinato de Dilbirim Samsakova, cuyo cadáver fue hallado en Almaty el 9 de junio de 2001 después de haber permanecido desaparecida unas dos semanas. Samsakova dirigía la organización Nazugum de apoyo a las mujeres y la infancia de Xinjiang, y se había significado por haber actuado en Osh (Kirguizistán) como intérprete de tres uigures que en marzo de 2001 fueron juzgados por la explosión de dos bombas en sendos autobuses de esa ciudad en mayo y junio de 1998.
Kirguizistán es el segundo foco de interés para China, ya que el país cuenta con una comunidad uigur de unas 40.000 personas. Al igual que en el caso kazajo, el estrechamiento de las relaciones con China se ha traducido en un mayor control y restricciones sobre las actividades de la diáspora uigur. Sin embargo, el entorno político kirguizo más abierto, sumado a la incapacidad del Estado para controlar la situación en determinados momentos, ha permitido una mayor actividad de la diáspora uigur local. Existen organizaciones como el Comité de Derechos Humanos de Bishkek, liderado por Tursun Islam, y la Sociedad Uigur Ittipak, presidida por Dilmurat Akbarov, quien es a su vez el representante de Kirguizistán en el Congreso Uigur Mundial. La publicación del periódico La voz de la conciencia otorga mayor visibilidad a sus actividades. Pero lo que más irrita a Pekín son los ataques a intereses chinos y atentados contra sus nacionales, especialmente el caso del asesinato del diplomático chino Wang Jianping en junio de 2002 en Bishkek, tiroteado junto con un hombre de negocios uigur que también falleció. De igual forma, en numerosas ocasiones se ha sugerido la implicación uigur en los ataques a los bazares chinos, si bien es difícil establecer si se trata de sucesos con motivación genuinamente política o, por el contrario, son vinculables a disputas criminales. Así, por ejemplo, en el caso del diplomático chino, Pekín responsabilizó a miembros de la Organización de la Liberación del Turkestán Oriental (ETLO), mientras que el ministro del Interior kirguizo declaró que consideraba que el asesinato había tenido una motivación económica, en línea con lo sugerido por algunos medios de comunicación rusos en cuanto a que el hombre de negocios uigur, Umar Nurmukhamedov, era el principal objetivo del atentado.
Uzbekistán también cuenta con una minoría uigur significativa compuesta por unas 35.000 personas. El número es un tanto incierto ya que muchos uigures del país han sido conminados a inscribirse como uzbekos. La cercanía étnica entre ambas comunidades facilita esta asimilación o “uzbekización”. Ambas lenguas están muy próximas y existe una afinidad cultural mayor que en el caso de otros pueblos túrquicos. El régimen uzbeko, tanto por su propia naturaleza autoritaria como por el estrechamiento de sus relaciones con China, no permite actividades uigures significativas. En Turkmenistán existe una pequeña comunidad uigur que tiene escasos o nulos vínculos con el resto de comunidades uigures de Asia Central y Xinjiang. A pesar de eso, Pekín ha incluido igualmente las cuestiones uigures en los acuerdos bilaterales, tal vez para que Asjabad controle que los hombres de negocio turkmenos que se desplacen a Xinjiang no redistribuyan materiales uigures elaborados en otros países.
Turquía
Turquía, al igual que Kazajistán, fue el punto de destino de muchos de los uigures que huyeron de Xinjiang en los años 50 en plena revolución cultural maoísta, algunos de ellos figuras históricas del activismo uigur, como Isa Yusuf Alptekin. En Turquía los uigures han contado tradicionalmente el respaldo de Ankara. Pero, al igual que sucede en Asia Central, los intereses económicos y el estrechamiento de las relaciones con China han condicionado la postura del Gobierno turco en tiempos recientes. Sin embargo, subsisten numerosas organizaciones y la cuestión es popular más allá de los círculos uigures. De hecho, los sucesos del pasado verano se vivieron en Turquía con mucha intensidad. Se celebraron manifestaciones de protesta tanto en Ankara como en Estambul, la prensa local no escatimó a la hora de mostrar los aspectos más dramáticos de la violencia en Urumqí y el primer ministro Erdogan calificó la situación de los uigures como de “próxima al genocidio”.
Por otro lado, hay que indicar que el respaldo turco, cuando tiene carácter panturquista, plantea cierto rechazo a unos uigures poco inclinados a adaptarse a las consignas del “hermano mayor” turco. Así, por ejemplo, existen discrepancias en cuanto al nombre que debería recibir Xinjiang. Los ideólogos turcos prefieren el de “Turkestán Oriental” frente al de “Uigurstán”, crecientemente popular entre los uigures.
Afganistán y Pakistán
Afganistán y Pakistán también están en la agenda china en lo referente a la cuestión uigur. El auge de la relación entre Pakistán y Xinjiang ha facilitado la difusión de algunas corrientes islamistas extremistas entre algunos segmentos de la población uigur y las relaciones entre organizaciones de ambos lados de la frontera. No obstante, la sólida alianza entre Islamabad y Pekín prevalece sobre otras consideraciones y el Gobierno paquistaní respalda la posición china. Así, por ejemplo, durante su visita a China en diciembre de 2001, el entonces presidente Pervez Musharraf exhortó a los musulmanes chinos a respetar la soberanía de Pekín sobre Xinjiang. Respaldo que se mantiene con el nuevo presidente Zardari. Además, las deportaciones a China de uigures huidos son frecuentes.
Por otro lado, la presencia de unos 200 uigures combatiendo en Afganistán animó a Pekín a tratar de vincular la cuestión uigur con la “guerra contra el terrorismo” de la Administración Bush. En el verano de 2002 el Departamento de Estado norteamericano incluyó al oscuro Movimiento Islámico del Turkestán Oriental (ETIM por sus siglas en inglés), supuestamente vinculado con al-Qaeda en su lista de organizaciones terroristas. No obstante, la vinculación del activismo uigur con esta red terrorista es una cuestión que genera serias controversias. Aunque sea de forma meramente especulativa se puede indicar que el tipo de violencia atribuible al activismo uigur hasta el momento no sugiere vínculos sólidos con el terrorismo internacional ni por su naturaleza (manifestaciones y algaradas callejeras) ni por sus métodos y acciones más frecuentes (atentados con cuchillos y cócteles molotov o actos de sabotaje).[1] Una cuestión diferente sería que algún grupo yihadista atentara contra intereses chinos en cualquier lugar como supuesta respuesta a la política china en Xinjiang. Pero esto tampoco sería una prueba definitiva de la vinculación del activismo uigur con al-Qaeda sino de la capacidad e interés de esta organización por aprovechar cualquier acontecimiento con impacto mediático.
Europa y América del Norte
No obstante, es la diáspora uigur en Europa, Norteamérica y Australia con sus respectivas organizaciones, la que confiere progresivamente una dimensión y visibilidad global a la causa uigur. Las dos organizaciones más relevantes son el Congreso Uigur Mundial (WUC) con sede en Munich y la Asociación Uigur Americana (UAA) situada en Washington. Ambas organizaciones tienen un compromiso explícito con la defensa de la democracia y los derechos humanos por medios pacíficos y no violentos.
El WUC se constituyó oficialmente en abril de 2004 en Munich y es el resultado tangible de los esfuerzos de unificación de las organizaciones uigures fuera de Xinjiang. Su origen se puede rastrear hasta diciembre de 1992, cuando se celebró la primera reunión uigur mundial en Estambul y tiene su precedente inmediato en el Congreso Nacional del Turkestán Oriental (ETNC) establecido en Munich en octubre de 1999, con 13 organizaciones uigures asociadas y un órgano ejecutivo propio para dotar de operatividad a la institución.
Los atentados del 11 de septiembre obligaron a los uigures a un esfuerzo adicional para lograr la unidad y hacer frente al riesgo de vinculación de su causa con el terrorismo internacional. El 18 de octubre de 2001 el ETNC hizo pública una resolución en la que condenaba sin paliativos los ataques terroristas en EEUU, el terrorismo y el extremismo en cualquier forma, pero incluyendo también una condena de la violencia empleada por China contra la comunidad uigur en Xinjiang. Desde entonces y para contrarrestar las declaraciones de Pekín vinculando al ETNC con el terrorismo, una de sus actividades principales ha sido la publicación de manifiestos insistiendo en su rechazo de la violencia y ofreciéndose como interlocutor con Pekín en el caso de un hipotético proceso de apertura política en China.
Erkin Alptekin, hijo del antes mencionado Isa Yusuf Alptekin, fue elegido primer presidente del WUC en 2004. Alptekin era ya un activista muy conocido y que había jugado un papel destacado en dotar de visibilidad internacional a la causa uigur. En 1995 había sido nombrado presidente de la Organización de las Naciones y Pueblos No Representados (UNPO) con sede en La Haya. La UNPO es uno de los foros en los que se articula la cooperación entre uigures y tibetanos, que aún no está muy desarrollada, pero es una posibilidad que preocupa a Pekín. Por otro lado, Alptekin era conocido también por sus reiteradas condenas de la violencia y por sus vínculos con la acción exterior de EEUU, dado que había trabajado desde los años 70 en Radio Free Europe/Radio Liberty.
Precisamente, la creciente proximidad entre el activismo uigur y EEUU es un elemento especialmente irritante para Pekín. En mayo de 1998 se creó en Washington la Asociación Uigur Americana (UAA) que ha efectuado una eficaz labor de lobby y ha acercado la causa uigur a los círculos de poder político estadounidense. Esto se ha traducido en un creciente apoyo tanto en forma de declaraciones como de financiación. Así por ejemplo, en abril de 2004 se estableció el Proyecto Uigur de Derechos Humanos (UHRP) con apoyo de la National Endowment for Democracy, y en julio de 2008 los dirigentes del WUC fueron recibidos por el ex presidente Bush en la Casa Blanca.
La visibilidad y actividad de la UAA se ha multiplicado desde que Rebiya Kadeer se convirtió en su presidenta cuando se trasladó a EEUU en marzo de 2005, tras permanecer encarcelada en China desde agosto de 1999. Con su liderazgo los uigures tratan de emular al activismo tibetano y la figura del Dalai Lama. Su discurso centrado en el respeto de los derechos humanos, su condición femenina y el hecho de aparecer en público con la tradicional tiubeteika uigur como único tocado contrarresta los intentos de Pekín de vincular sus acciones con el extremismo islamista.
Kadeer tiene cada vez una mayor audiencia internacional. Para fortalecer esta dinámica, fue elegida también presidenta del WUC en la asamblea de noviembre de 2006, un hito en el proceso de unificación uigur por los acuerdos logrados entre las diversas facciones. Además, desde ese mismo año, Rebiya Kadeer figura entre los aspirantes al premio Nobel de la Paz, cuya concesión tendría un impacto mayúsculo en la causa uigur.
Conclusiones
La cuestión uigur tiene una creciente visibilidad internacional, pero no tanto como resultado de la acción de la diáspora uigur como del agravamiento de la situación en Xinjiang, que se comprende fundamentalmente por su propia dinámica interna.
Con el estrechamiento de las relaciones con los países fronterizos con la región autónoma, Pekín ha conseguido mitigar los que percibía como graves riesgos transfronterizos. Esta situación ha motivado el desplazamiento del centro de gravedad de la actividad uigur hacia Europa y EEUU, lo que a su vez ha contribuido al aumento de la audiencia internacional de las organizaciones uigures y con ello de la irritación de las autoridades chinas, que las vinculan con los brotes de agitación en Xinjiang. No obstante, la capacidad de influencia y el impacto de las campañas de estas organizaciones en el interior de la región autónoma son escasos. A pesar de lo cual, Pekín responde a su creciente visibilidad internacional con el endurecimiento de algunas de sus medidas e intensificando su acción en Xinjiang, lo que no hace sino alimentar y agravar un conflicto del que no se vislumbra ninguna mejora a corto y medio plazo.
Notas:
[1] Excluyendo tres atentados terroristas con bomba en los noventa, en los que, por otra parte nunca se han sugerido vinculaciones externas en su planeamiento o ejecución.