miércoles, 20 de mayo de 2009

LA CARA OCULTA DE DUBAI


Raymond Barrett

Las embarcaciones dhows de madera atracados a lo largo de Dubai Creek navegan por rutas comerciales que tienen siglos de antigüedad, conectando esta pequeña ciudad-Estado del golfo Pérsico con el mundo exterior. Pero estos barcos han desempeñado un doble propósito en su historia. Los dhows, símbolo de la vibrante industria del transporte marítimo del emirato, han sido usados también por generaciones de contrabandistas que se han aprovechado de su posición estratégica entre Oriente y Occidente para traficar en una y otra dirección del Mar de Arabia. Ahora, a pesar del reciente cambio de identidad de Dubai para erigirse como centro neurálgico internacional de las finanzas y la educación, sigue siendo un punto de encuentro para el lado más oscuro de la economía mundial que los contrabandistas modernos usan como base para todo tipo de actividades, desde blanqueo de dinero a través de propiedades inmobiliarias y banca ilegal al comercio de opio afgano.

Los apuros de Dubai durante la crisis financiera global sólo servirán para fortalecer este mundo de actividad criminal, según Christopher Davidson, profesor de política de Oriente Medio en la Universidad de Durham y autor de Dubai: The Vulnerability of Success (Dubai: La vulnerabilidad del éxito). “A medida que los esfuerzos de Dubai para liberalizar completamente su economía se vayan revirtiendo y su atractivo para los inversores extranjeros decaiga aún más, la atención internacional acabará por alejarse y puede resultar más atrayente que nunca para los traficantes de seres humanos y armas, y para quienes se dedican al blanqueo de capitales”, afirma. Puede que los nuevos contrabandistas de Dubai sean mafiosos indios o caudillos chechenos en lugar de los marineros de los dhows, pero la vieja estructura dual de negocios legales e ilegales sigue igual de sólida.

Los ingredientes necesarios para que esta ciudad-Estado gozara de una próspera economía sumergida estuvieron presentes desde el principio. A diferencia de los dominios de los jeques del Golfo, ricos en petróleo, como Arabia Saudí y Kuwait, Dubai –una de las siete entidades autónomas que conforman los Emiratos Árabes Unidos (EAU)– no se construyó a base de petrodólares, o al menos no directamente; el crudo representa aproximadamente un 5% de su economía. En su lugar, la estrategia de desarrollo este emirato estuvo impulsada por el sector inmobiliario, y alimentada por un tsunami de crédito barato y exceso de liquidez. Empresas semipúblicas con estrechos vínculos con la familia Maktoum, que ostenta el poder, obtuvieron préstamos por cantidades que se estiman en 80.000 millones de dólares (unos 60.200 euros) en los mercados globales de capital para financiar promociones inmobiliarias emblemáticas como Burj Dubai y Palm Jumeirah. Pero mientras Dubai se dirigía en busca de inversores, se encontró también con algunos elementos desagradables.

El blanqueo de dinero a través del floreciente mercado inmobiliario de la ciudad era relativamente sencillo. Las propiedades que se pagaban en efectivo podían revenderse rápidamente, a menudo antes incluso de que comenzara la construcción. El vendedor recibía entonces un cheque canjeable en cualquier lugar del mundo. No obstante, ahora que el boom inmobiliario de Dubai se ha desvanecido –el Dubai Khaleej Times ha informado de desplomes de hasta el 50% en los precios en 2009– expertos como Davidson ven signos de un cambio de estrategia de las autoridades locales, que se han centrado con un mayor énfasis en someter a juicio a empresarios corruptos, especialmente extranjeros. Aún así, y a pesar de la atención adicional, un gran número de promociones inmobiliarias esperan vacías; no son propiedad de inquilinos sino de inversores. Y el hecho de que en Dubai haya elementos criminales que pueden ser dueños de gran cantidad de propiedades se traduce en que el sector inmobiliario seguirá estando contaminado por la ilegalidad.

La falta de regulación de los mercados económicos de Dubai ha ofrecido también un hogar seguro a sospechosos financieros y oscuros emprendedores. Este mismo mes, un grupo local de empresarios iraníes fue acusado por la justicia de EE UU de estar relacionado con la exportación ilícita de piezas de aviones militares estadounidenses a Irán. Y puede que Dubai se vea pronto forzada a tomar algunas decisiones difíciles sobre el grado en que debería controlar a los delincuentes de cuello blanco que viven en el emirato. En una reciente reunión del G-20 en Londres, los líderes mundiales hicieron un llamamiento a favor de una ofensiva contra los paraísos fiscales como las Islas Caimán, Liechtenstein... y Dubai. Pero esto pone a esta ciudad-Estado en un aprieto: si el nuevo Centro Financiero Internacional de Dubai adopta regulaciones más estrictas que sus vecinos, Bahrein y Qatar, podría perder muchos de los negocios que tanto necesita. Debe, o continuar con su actitud de laissez-faire hacia las regulaciones financieras internacionales y arriesgarse a ganarse el estatus de paria, o adoptar prácticas de control más estrictas para su sistema bancario y arriesgarse al colapso financiero. Si hacemos caso al pasado, sin embargo, no es probable que el emirato acepte medidas de regulación que recorten su crecimiento, sin importar lo “sublegal” que este pueda ser.

De todas las malas artes que se practican en Dubai, ninguna es más peligrosa que la “conexión afgana”. Desde 2003, el cultivo de adormidera en Afganistán se ha más que duplicado, y un informe de la ONU valoró el comercio de opio en 4.000 millones de dólares en 2007. Una buena parte de este dinero está llegando a Dubai. John Cassara, ex funcionario de la CIA y autor de un reciente libro sobre financiación terrorista, describe el modo en que esta ciudad-Estado se usa como centro de intercambio para las ganancias del opio: los señores de la guerra afganos canjean esta droga por automóviles europeos de lujo, y los cargamentos de opio no se pagan en metálico sino con productos comerciales como materiales de construcción, aparatos electrónicos y comestibles que se compran en Dubai y se envían a Afganistán. Según Cassara, este tipo de transacciones son “difíciles de encontrar, como la proverbial aguja en el pajar”. Los funcionarios de Dubai tampoco ayudan mucho: Cassara acusa a las autoridades del emirato de “ceguera voluntaria” a la hora de ocuparse de este comercio oculto.

Si Dubai quiere enmendarse, el impulso tendrá que venir del exterior –y deberá ir acompañado de una importante presión

Gracias a su laxitud financiera, más su falta de acuerdos de extradición y lujoso estilo de vida, numerosas figuras del mundo del crimen internacional han acudido en tropel a Dubai. Desalojarlos puede resultar difícil, ya que muchos operan bajo la protección de sus respectivos gobiernos. Esto se cumple especialmente en el caso de los Estados de la antigua Unión Soviética, de África Oriental y del sur de Asia. Excepto en las excepcionales ocasiones en las que se trata de criminales de perfil alto, como el jefe del crimen de Bombay Dawood Ibrahim o el presunto traficante de armas y mercader de la muerte Viktor Bout, que sencillamente pasaron a convertirse en un motivo de bochorno, los fugitivos de la justicia rara vez son expulsados. Y su presencia ha llevado consigo un nuevo nivel de violencia al normalmente muy seguro emirato. Recientemente, un antiguo comandante rebelde checheno fue abatido a tiros en el aparcamiento de un edificio de apartamentos de lujo –el resultado de la continua lucha de poder entre grupos envueltos en las guerras de Chechenia contra la Federación Rusa.

Si Dubai quiere enmendarse, el impulso tendrá que venir del exterior –y deberá ir acompañado de una importante presión. En el pasado, generalmente solo ha accedido de boquilla a las exigencias estadounidenses para que reforzara las sanciones a Irán o regulara el sistema de transferencias hawala. “Las autoridades hacen lo suficiente para quitarse a Occidente de encima, pero no más. Lo que en concreto les falta es iniciativa, hacer cumplir la ley y voluntad política para ir detrás de los suyos. Hasta que todo esto suceda, nada cambiará”, afirma Cassara.

Abu Dhabi podría ayudar. Este emirato, el más poderoso de los EAU, adquirió recientemente 10.000 millones de dólares en bonos del Ejecutivo de Dubai y puede que compre otros 10.000 millones más. Esta maniobra –una acción de rescate con otro nombre– da a Abu Dhabi una posición de poder significativa sobre su más pequeño vecino y podría ser un canal indirecto para aquellos que pretenden llevar a cabo un cambio en las políticas de la familia que gobierna Dubai. Resultó revelador que a raíz de esta operación, Dubai anunciara rápidamente nuevas directrices sobre la vestimenta y el comportamiento personal de los expatriados fuera de los complejos turísticos de la ciudad –un posible guiño de compensación al conservadurismo religioso de Abu Dhabi.

Al adoptar la desregulación y la apertura que tan fervientemente predicaban los gobiernos occidentales, Dubai es ahora un nexo para el dinero y la gente de África y Asia que busca conectarse a la economía global. Dado que ésta funciona de manera sumergida además de al descubierto, es inevitable que Dubai mantuviera una mano metida en ambas. En los últimos días, han surgido informaciones en el London Independent de que el dinero de las recompensas pagadas a los piratas que secuestran barcos en la costa de Somalia puede haber sido parcialmente lavado a través de negocios somalíes con base en Dubai. ¿Suena familiar? Esto ha formado parte de este emirato durante tanto tiempo como lo ha hecho el dhow

EL EQUIPO CHINO DE RIVALES


Cheng Li

El colapso financiero promete poner a prueba el poder del Partido Comunista como no se veía desde las protestas de Tiananmen. Se trata de una fuerza dividida, en la que los principitos se enfrentan a los populistas mientras los sinólogos intentan sacar algo en claro. ¿Caerá este Gobierno diseñado para el éxito económico cuando se agote el dinero? Una guía para entendidos sobre quién maneja el timón de China.

Los rostros de la veintena de políticos de alto rango que recorren los pasillos de Zhongnanhai, sede de la cúpula dirigente del Partido Comunista Chino en Pekín, muestran preocupación. Su poder se ve amenazado por algo que hace un año era inconcebible: una economía en caída libre. Las exportaciones, básicas para el deslumbrante crecimiento económico de China, bajan en picado. Miles de fábricas y empresas han cerrado, sobre todo en las prósperas regiones costeras. En la segunda mitad de 2008, 10 millones de trabajadores, junto a un millón de nuevos licenciados universitarios, se han unido a las ya gigantescas listas del paro. En ese mismo periodo, el mercado de valores chino perdió un 65% de su valor, el equivalente a 3 billones de dólares (casi 3 billones de euros). El presidente, Hu Jintao, ha afirmado que la crisis “pone a prueba nuestra capacidad para controlar una situación compleja, y la capacidad del partido para gobernar”.

Este súbito hundimiento ha hecho que, de pronto, el Partido Comunista Chino parezca vulnerable. Desde que hace tres décadas Deng Xiaoping inició las reformas económicas, la legitimidad del partido se ha apoyado en su capacidad para hacer que la economía funcione a un ritmo vertiginoso. Si Pekín ya no es capaz de mantener una alta tasa de crecimiento ni de dar empleo a su cada vez mayor fuerza laboral, podría surgir un descontento popular generalizado e inestabilidad social. Nadie es más consciente de esta posibilidad que el puñado de personas que dirige la gigantesca economía china. Una tasa de crecimiento de dos dígitos les ha protegido de una epidemia de gripe aviar, terremotos devastadores y escándalos por la contaminación. Ahora la cuestión crucial es si están preparados para gestionar una crisis económica de estas proporciones.

Este año se cumple el 60º aniversario de la República Popular, y el partido gobernante ya no está liderado por un único hombre fuerte, como Mao Zedong o Deng Xiaoping. Ahora el Politburó y su Comité Permanente, el órgano más poderoso, están dirigidos por dos facciones informales que compiten entre ellas por poder, influencia y control político. Por supuesto, no es ninguna novedad que existan rivalidades dentro del Partido Comunista. Pero ahora esta competencia no es un juego de suma cero en el que un ganador se lo lleva todo. Merece la pena recordar que, cuando en 2002, Jiang Zemin cedió las riendas del país a su sucesor, Hu Jintao, fue la primera vez en la historia reciente en que el traspaso de poder se hizo sin sangre ni purgas. Es más, Hu no era un protegido de Jiang; pertenecían a facciones rivales. Podría decirse que la China posDeng ha estado dirigida por un equipo de adversarios.

Esta competición interna fue instituida como práctica del partido hace poco más de un año. En octubre de 2007, Hu sorprendió a muchos observadores cuando abandonó el procedimiento habitual de sucesión directa y designó no a uno, sino aparentemente a dos sucesores. Xi Jinping y Li Keqiang –dos líderes muy diferentes con poco más de 50 años– fueron incluidos por el Comité Central entre los nueve miembros del Comité Permanente del Politburó, donde se prepara a los gobernantes chinos. Desde entonces, el futuro papel de ambos hombres, que compartirán el poder después del próximo congreso del partido, en 2012, ha ido concretándose: Xi será el candidato a suceder al presidente, y Li sustituirá al primer ministro, Wen Jiabao. Estos dos líderes ascendentes tienen poco en común en términos de origen familiar, afiliación, habilidades para el liderazgo y orientación política. Pero ambos están muy implicados en el diseño de las políticas económicas, y se espera que lideren las dos facciones rivales sobre las que recaerá la responsabilidad de trazar la trayectoria política y económica del gigante asiático durante la próxima década y después.

Una cosa es segura: se enfrentan a la difícil tarea de transformar con rapidez y con eficacia su arraigado modelo de desarrollo, basado en la exportación. Para lograrlo será necesario alcanzar un delicado equilibrio entre reformas innovadoras, mayor liberalización del mercado y, en ocasiones, fuertes intervenciones del Gobierno para hacer que la economía china pase a basarse en la demanda interna. Se trata de un desafío impresionante, sobre todo si se piensa que las personas al mando son tan diferentes. Será inevitable que se produzcan luchas por el poder. Pero también haymuchas posibilidades de que estos dos rivales en el día a día, conscientes de que la supervivencia del partido depende del equilibrio, aparquen sus diferencias.

Para la cúpula del régimen, la adopción del sistema de equipo de rivales no es una elección, sino una nueva necesidad. Promocionando en 2007 a Xi y a Li, Hu subrayó la importancia de los diferentes sectores a los que cada uno representa, y la convicción de que sólo mediante el consenso se podrán evitar serias turbulencias políticas en el seno de la denominada “quinta generación” de líderes, a la que pertenecen Xi y Li. La idea de convertir a los rivales en aliados “en nombre del bien común”, como dijo Abraham Lincoln, ha sido muy difundida en los medios de comunicación chinos. Y un artículo publicado en el Diario de la Juventud de China, uno de los periódicos más populares, calificaba al “equipo de rivales” (zhengdi tuandui) de “idea brillante para lograr el consenso político con el fin de impulsar el interés común y el capital político para sobrevivir”.

Las dos facciones podrían identificarse como los populistas y los elitistas. Ahora, los primeros están liderados por Hu Jintao y el primer ministro, Wen Jiabao.Alos integrantes de su núcleo duro, entre ellos Li Keqiang, el director de organización del partido, Li Juanchao, y el secretario del partido en Guangdong, Wang Jang, se los conoce como “tuanpai”, por haber iniciado su carrera en la Liga de Jóvenes Comunistas Chinos. La mayoría de los tuanpai –que hoy integran el 23% del Comité Central y el 32% del Politburó– ocuparon puestos dirigentes en el ámbito local y provincial, a menudo en las provincias pobres del interior, y muchos tienen buenos conocimientos de propaganda y asuntos legales. El mismo Hu es un tuanpai, y a los líderes de esta facción se les ve como sus confidentes; muchos trabajaron bajo sumando directo a principios de los 80, cuando dirigía la liga juvenil. Los tuanpai son conocidos por sus habilidades organizativas y propagandísticas, pero muestran carencias a la hora de gestionar la economía internacional. Sus credenciales no eran tan valoradas en la época de Jiang Zemin, cuando la inversión extranjera y la globalización económica se anteponían a todo lo demás, pero ahora se los considera fundamentales a causa del creciente riesgo de malestar social y tensiones políticas.

La facción elitista surgió precisamente en la época de Yiang, y aunque sus dos principales líderes actuales –Wu Bangguo, presidente del Parlamento, y Jia Qinglin, jefe de un órgano nacional de asesoramiento político– son poco conocidos fuera del gigante asiático, se encuentran entre los cargos políticos de más alto rango del sistema. A los integrantes del núcleo duro de los elitistas de la quinta generación, como Xi Jinping, el viceprimer ministro Wang Qishan y el secretario del partido en Chongqing, Bo Xilai, se los conoce como “los principitos”, porque son hijos de antiguos altos cargos. Los padres de Xi, Wang y Bo, por ejemplo, fueron todos viceprimeros ministros. Los principitos controlan el 28% del actual Politburó. La mayoría se crió en las prósperas regiones costeras y cursó estudios en finanzas, comercio, asuntos exteriores y tecnología. Entre ellos no siempre hay relaciones fuertes de clientelismo, pero la necesidad común de proteger sus intereses –sobre todo en una época de creciente resentimiento contra el nepotismo– los mantiene unidos.

Lucha de clases

Dentro del sancta santorum: Las preocupaciones por el modo enque China se enfrentará a la crisis económica impregnan el ambiente dentro de Zhongnanhai, sede central del Partido Comunista en Pekín.

De los seis miembros de la quinta generación que actualmente tiene el Politburó, tres son tuanpai y tres son principitos. Las divergencias políticas entre ambas facciones son tan significativas como el contraste en sus orígenes, y reflejan, en gran medida, el enfrentamiento de fuerzas socioeconómicas en el país: los principitos representan los intereses de los empresarios y de la clase media emergente, mientras los tuanpai suelen reclamar que se construya una sociedad armoniosa, que preste más atención a los grupos sociales vulnerables, como los granjeros, los trabajadores desplazados o los pobres de las ciudades.

Los programas políticos de Xi Jinping y Li Keqiang, por ejemplo, son muy diferentes. El entusiasmo de Xi por la liberalización del mercado y por el desarrollo continuo del sector privado es bien conocido en la comunidad empresarial internacional. Así que no es de extrañar que entre sus mayores preocupaciones políticas esté aumentar la eficiencia de la economía, manteniendo un alto crecimiento del PIB y profundizando en la integración de China en la economía mundial. A Xi le interesa especialmente tener contentas a las ricas élites de las regiones costeras orientales.

En cambio, a Li Keqiang le preocupa más la difícil situación de los desempleados. Ha hecho que haya más viviendas disponibles a precios asequibles y comprende la importancia de crear un sistema rudimentario de seguridad social, empezando por la atención médica básica. El rejuvenecimiento de las provincias noroccidentales, vieja base industrial del país y una de las zonas con mayores necesidades de mano de obra, parece ser el objetivo de Li en política regional. Es muy probable que estas diferencias de prioridades entre ambos se hagan más importantes a medida que se enfrenten a cuestiones económicas acuciantes, como la manera en que Pekín debería responder a la presión extranjera sobre el valor del yuan o cómo debería aplicar el Gobierno su plan de estímulo.

Pese a sus muchas diferencias, la quinta generación de tuanpai y principitos comparten un trauma común: forman parte de la generación perdida. Nacidos después de la fundación de la República Popular, eran adolescentes cuando en 1966 se desató la Revolución Cultural. Como consecuencia del caos político, perdieron la oportunidad de recibir una educación formal, y muchos se encontraban entre los jóvenes expulsados, chicos y chicas desplazados desde las ciudades al campo para trabajar como campesinos durante años.

Principitos como Xi Yinping y Wang Qishan fueron enviados de Pekín a Yanán, en la provincia de Shaanxi, donde pasaron años trabajando en granjas. Tuanpai como Li Keqiang y Li Juanchao se emplearon en algunas de las zonas rurales más pobres de las provincias de Anhui y Yiangsu. Estas experiencias duras y humillantes hicieron que estos futuros líderes desarrollaran ciertos rasgos, como el aguante, la capacidad de adaptación, la previsión y la humildad. No sólo tuvieron la rara oportunidad de llegar a conocer la China rural, sino que tuvieron que adaptarse a un ambiente socioeconómico muy diferente. Este reajuste hizo que a una edad temprana aprendiesen a enfrentarse a los desafíos y a ceder.

Si existe otro suceso que pueda competir con la Revolución Cultural en importancia en la vida de estos hombres, sin duda son los incidentes de 1989 en la Plaza de Tiananmen. No hay mucha información sobre cómo les afectó individualmente, pero pertenecen a una generación de más edad que la mayoría de los manifestantes, y entonces algunos eran dirigentes municipales o jefes de las Juventudes Comunistas. Como grupo, son conscientes de que en la cúpula dirigente hubo una profunda división de opiniones sobre cómo responder a la revuelta. También se dan cuenta de que el conflicto interno agravó la crisis y al final culminó en una respuesta brutal. Estos sucesos enseñaron dos lecciones a la quinta generación: primera, que deben mantener por todos los medios la estabilidad política, y segunda, que no deben desvelar sus divisiones a la opinión pública. Aunque las diferencias entre ellos son imposibles de ocultar, en las alturas se apoyan unos a otros, y evitan cualquier muestra de división en la cúpula dirigente, que sería un peligro para el partido y para el país.

Diversidad

¿Qué nos dicen sus profundas diferencias y sus experiencias vitales comunes sobre la manera en que la próxima generación dirigirá la economía china? Las habilidades económicas de los principitos serán fundamentales para responder a los desafíos macroeconómicos presentes y venideros. Y la sensibilidad de los tuanpai, siendo como son expertos en organización y propaganda, resultará muy valiosa a la hora de responder a los problemas sociales creados –y exacerbados– por el estancamiento de la economía. La adopción del sistema del equipo de rivales puede hacer que haya menos políticas orientadas a incrementar la tasa de crecimiento del PIB a cualquier precio, y abrir paso a otras que tengan en cuenta, como es debido, tanto la eficiencia económica como la justicia social. La crisis financiera internacional ya ha hecho que el régimen sustituya el crecimiento basado en la exportación por el fomento del consumo interno, lo cual es sinónimo de afrontar las necesidades de la China rural. Un ambicioso plan de reforma agraria, aprobado en otoño de 2008, promete otorgar a los campesinos más derechos e incentivos de mercado con el fin de estimularles a subcontratar y a arrendar tierras. Esta estrategia pretende aumentar los ingresos de los granjeros, reducir las desigualdades económicas, fomentar la urbanización sostenible y, en definitiva, acabar con la centenaria segregación entre campo y ciudad. Algunos expertos creen que esta reforma de la tierra, en conjunción con el plan de estímulo de casi 600.000 millones de dólares anunciado en noviembre y que fomenta la construcción de líneas de ferrocarril y el desarrollo de infraestructuras rurales, dará un gran empujón a la economía y, si todo va bien, sacará a China de la crisis.

La próxima generación

Los populistas

Protegidos y confidentes del presidente Hu, les preocupa resolver los problemas sociales y las tensiones políticas. Poseen una excelente capacidad organizativa y habilidades propagandísticas. Son conocidos como “tuanpai” por haber ascendido en la Liga de Jóvenes Comunistas.

LI KEQIANG
VICEPRIMER MINISTRO EJECUTIVO Y PROBABLE SUCESOR DEL PRIMER MINISTRO, WEN JIABAO

Nació en una familia humilde, su padre era un cargo local de bajo rango. Li empezó su carrera como granjero y ascendió en la Liga de Jóvenes Comunistas Chinos. Luego cursó estudios de Derecho e hizo la tesis doctoral en Economía en la prestigiosa Universidad de Pekín. Tiene 53 años y es conocido por su entusiasmo por una “sociedad armoniosa”; a menudo hace hincapié en la necesidad de ayudar a los desempleados, proporcionar vivienda a precios asequibles y mejorar el acceso a la sanidad.

LI JUANCHAO
DIRECTOR DE ORGANIZACIÓN DEL PARTIDO


Proviene de una familia de alto nivel, su padre fue vicealcalde de Shanghai a principios de los 60. Licenciado por la Universidad de Pekín, durante un breve tiempo estudió en EE UU, en la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard. Actualmente es jefe del poderoso Departamento de Organización, encargado de la asignación de puestos dentro del partido. Tiene 58 años y se le conoce por haber pedido mayores reformas democráticas, como permitir que la población evalúe a los cargos locales.

WANG YANG
SECRETARIO DEL PARTIDO EN GUANGDONG


De 53 años y ahora secretario del partido en la región más rica de China, se crió en la provincia de Anhui, donde, a principios de los 80, llegó a formar parte de la cúpula dirigente. Algunos expertos atribuyen su rápido ascenso a la protección de Hu. En 2008 pronunció la expresión “emancipación del pensamiento” cuatro veces durante su discurso de toma de posesión, revelando su intención de convertir el desarrollo político en el principal objetivo en Guangdong.

Los elitistas

Los integrantes del núcleo duro de los elitistas recibieron formación financiera desde una edad temprana, y se los conoce como “principitos” porque provienen de las familias con mayor poder político del país. Representan los intereses de los empresarios y de las comunidades de negocios de las regiones costeras.

XI JINPING
VICEPRESIDENTE Y POSIBLE SUCESOR DEL PRESIDENTE, HU JINTAO

Hijo de un poderoso ex miembro del Politburó, durante la Revolución Cultural pasó seis años de granjero y de secretario del partido en una aldea de la provincia de Shaanxi. Más tarde, el estatus de su familia le permitió trabajar como mishu, o secretario personal, del entonces ministro de Defensa. El currículo de Xi, de 55 años, está lleno de puestos dirigentes en prósperas ciudades y provincias de la costa, y se le conoce por ser partidario de reformas a favor del mercado y el sector privado.

WANG QISHAN
VICEPRIMER MINISTRO

Wang, de 60 años y ex directivo del sector bancario, fue nombrado alcalde de Pekín durante la epidemia de SARS, en 2003. Se le reconoce el mérito de haber tranquilizado a la población convenciéndola de que el Gobierno controlaba la situación, a la vez que reconocía por primera vez la gravedad de la misma. Durante la Revolución Cultural trabajó en la provincia de Shaanxi y es yerno de un patriarca conservador del partido y protegido del ex primer ministro Zhu Rongyi.

BO XILAI
SECRETARIO DEL PARTIDO EN CHONGQING


Es secretario del ayuntamiento más importante del interior de China. Hijo de uno de los ocho inmortales, viejos miembros de Partido Comunista que ostentaron un enorme poder durante los 80 y los 90, este hombre de 59 años sabe cómo desenvolverse en los medios de comunicación. Durante su etapa al frente del Ministerio de Comercio atrajo cantidades récord de inversión extranjera.

Un partido, dos sectores

Las reformas agrarias son reflejo, en buena parte, de las prioridades de Hu y de la influencia de los populistas, pero los elitistas también las han apoyado. El consenso político y la consecución de acuerdos, no la lucha sectaria de suma cero, ha sido lo que ha definido los planes de estímulo y desarrollo rural. Pero la nueva dinámica puede acabar fracasando. Por ejemplo, ¿qué ocurrirá si la situación económica sigue empeorando? El sectarismo en la cúpula del régimen podría irse de las manos, quizá llegando incluso a provocar una situación de bloqueo o un enfrentamiento abierto. Las diferencias de opinión en muchos asuntos son ya tan marcadas que puede resultar cada vez más difícil lograr el consenso necesario para gobernar.

Sin embargo, salvo imprevistos, en los próximos tres o cuatro años las ideas de los populistas prevalecerán, y la crisis empujará a los dirigentes a aumentar la intervención del Estado. Pero en 2012 puede producirse un cambio opuesto cuando, mediante una transición similar a la ocurrida entre Jiang Zemin y Hu Jintao, el principito Xi Jinping suceda a Hu. Este sistema de alternancia en los relevos en la cúspide del régimen puede crear una dinámica política saludable que evite que una facción acapare un poder excesivo. Debido a la diversidad de conocimientos, credenciales y experiencias de los nuevos líderes, los sectores rivales se darán cuenta de que necesitan coexistir para mantenerse en el poder. A fin de cuentas, ambos están interesados en que haya estabilidad social y en seguir incrementando el peso de China en elmundo. Dado el largo historial de líderes únicos gobernando a su antojo, este sistema de “un partido, dos sectores” supone un gran avance para el partido y para la población.

GUÍA DE PAKISTÁN PARA IDIOTAS


Nicholas Schmidle

Todo el mundo habla de Pakistán, pero pocos lo conocen. He aquí una guía para aclarar algunos conceptos sobre este país.

Después de ocho años de una Casa Blanca que a menudo parecía ciega a las amenazas que presentaba Pakistán, la Administración de Obama parece haber comprendido la gravedad de las innumerables crisis que afectan a este país asiático. Los medios de comunicación han seguido su ejemplo y han incrementado su presencia y sus informaciones, una tendencia confirmada por la decisión de la cadena estadounidense CNN de abrir una delegación en Islamabad el año pasado.

Y, sin embargo, el incremento de la cobertura no ha servido necesariamente para aclarar la confusión del quién hace qué a quién en Pakistán. Algunos comentaristas siguen mezclando las áreas tribales con la Provincia Fronteriza del noroeste. Y la palabra lashkars se emplea para describir a todo tipo de grupos que no tienen nada que ver entre sí, que, en algunos casos, luchan contra los talibanes, en otros combaten contra India y otros se enfrentan a los chiíes.

Reconozco que no es fácil. Yo viví en Pakistán durante 2006 y 2007 y sólo empecé a comprender, por ejemplo, la composición tribal de Warizistán del Sur, durante el final de mi estancia. De modo que, con el fin de ahorrarles el inconveniente de tener que vivir en este país dos años para distinguir entre los wazirs y los mehsuds, el Cuerpo de Fronteras y la Guardia de Asalto, he elaborado una guía para idiotas que espero que ayude a aclarar las cosas:

Las problemáticas tribus

Si saca usted a relucir en una conversación el tema de la frontera entre Pakistán y Afganistán, seguro que impresionará a todos, sobre todo si menciona el nombre de uno o dos líderes talibanes y hace una referencia a Waziristán del Norte. Lo malo, por supuesto, es que nadie sabe si lo que está diciendo es cierto o no. El mapa de la región fronteriza está abarrotado de nombres de organismos, provincias, regiones y distritos, que a veces se cambian y se utilizan mal. Movido sólo por el interés de hacer que sea usted capaz de impresionar a sus interlocutores, voy a tratar de dejar unas cuantas cosas claras.

En primer lugar, las Áreas Tribales bajo Administración Federal (ATAF) no forman parte de la Provincia Fronteriza del Noroeste (PFNO). Son dos entidades separadas casi en todos los sentidos. La PFNO es una provincia con una asamblea elegida, y las ATAF son zonas separadas geográficamente que están gobernadas a través de “agentes políticos”, designados por el presidente y apoyados por el gobernador de la PFNO (que también es un nombramiento presidencial). Técnicamente, los residentes en la Provincia Fronteriza del Noroeste viven con arreglo a las leyes elaboradas por el Parlamento de Islamabad, mientras que la única ley no tribal que se aplica a los residentes de las ATAF es la de las Normas sobre crímenes fronterizos, un dictado de la era colonial que prevé castigos colectivos para las tribus y subtribus culpables de perturbar la paz.

Dentro de las ATAF, existen siete “agencias” y seis “regiones fronterizas” (RF). Las primeras son Bajaur, Mohmand, Khyber, Orakzai, Kurram, Waziristán del Norte y Waziristán del Sur; las segundas, algo más gobernadas, se aferran como lapas al borde oriental de las ATAF, e incluyen las RF de Peshawar, Kohat, Bannu, Lakki, Tank y Dera Ismail Khan, cada una denominada de acuerdo con los distritos “establecidos”con los que limitan.

Todos los residentes de las ATAF y la inmensa mayoría de los habitantes de la PFNO son pastunes. Esta etnia es asimismo mayoritaria en Beluchistán, la enorme provincia que limita con Irán y Afganistán, llamada así por la minoría de los beluch. Además de la PFNO y Beluchistán, existen otras dos provincias en Pakistán: Punjab, poblada fundamentalmente por habitantes de etnia punjabí, y Sindh, históricamente dominada por los sindhis hasta que millones de musulmanes llegaron de India en el momento de la partición y se establecieron en ciudades como Karachi y Hyderabad. Hoy, Sindh está habitada por personas de etnia sindhi y descendientes de aquellos inmigrantes, llamados mohajirs.

Los extranjeros no pueden entrar en las ATAF sin autorización del Gobierno. Si ven en un periódico alguna información fechada dentro de esta zona, lo más probable es que el Ejército paquistaní haya organizado un viaje sobre el terreno para periodistas. Quienes van por su cuenta, por ejemplo, a Warizistán del Sur, tienen o bien ganas de morir o bien una relación excelente con los talibanes, que son los que gobiernan de hecho Waziristán del Norte y del Sur y grandes áreas de las otras agencias y regiones fronterizas. La contumacia de los habitantes tribales no es nada nuevo. Como decía Lord Curzon, antiguo virrey de India, “ningún plan a base de parches -y todos nuestros planes recientes, bloqueos, asignaciones, etcétera, no han sido más que meros parches- resolverá el problema de Waziristán. No habrá paz hasta que el rodillo militar no recorra el país de un extremo a otro. Pero no quiero ser yo quien ponga en marcha esa máquina”.

Talibanes: ¿quién es quién?

En diciembre de 2007, las diversas bandas de barbudos cubiertos de turbantes negros y con fusiles AK-47 que ocupaban las ATAF y la PFNO anunciaron que a partir de ese momento responderían a un solo nombre, Tehrik e Taliban Pakistan (TTP), o Movimiento Talibán de Pakistán. Los yihadistas paquistaníes llevan decenios utilizando ese tipo de nombres para designar grupos escindidos (muchos de los cuales pasan inadvertidos), pero algunos analistas decidieron que el TTP era el evangelio y afirmaron que, de la noche a la mañana, los talibanes se habían unido y se habían vuelto disciplinados. Mientras tanto, varios de esos analistas se han olvidado de las importantes diferencias y divisiones que existen dentro de los grupos protalibanes que actúan en Pakistán.

Comencemos con un poco de historia. En 1996, el mulá Mohamed Omar y su grupo de talibanes -que en lengua urdu, pastún y árabe se define como “estudiantes” o “buscadores”- conquistaron Afganistán. Cinco años después, Estados Unidos expulsó al gobierno talibán y a los matones de Al Qaeda que habían trabajado bajo la protección del mulá Omar. Muchos escaparon a las ATAF, que forman parte de Pakistán, por supuesto, pero que, en realidad, están gobernadas por unas tribus cuya fidelidad, en ese caso, estaba con los talibanes y sus invitados extranjeros, la red de Bin Laden. Poco después, grupos de hombres de las ATAF habían empezado a reunirse y a cruzar la frontera para luchar contra el Ejército estadounidense en Afganistán. Los pastunes ignoran la frontera que separa a los dos países, llamada la Línea Durand por el inglés que la trazó en 1893; para ellos, la nación pastún abarca cualquier lugar en el que vivan personas de esta etnia. Por consiguiente, desde su punto de vista, luchar contra EE UU era una cuestión de defensa propia, incluso para los residentes de las ATAF. Mientras tanto, Al Qaeda estaba cada vez más arraigada en esta zona. Sus miembros, en su mayoría árabes y uzbecos, influyeron en una nueva mentalidad talibán, más agresiva respecto al Ejército paquistaní y más propensa a perturbar las tradiciones locales de las tribus.

Baitulá Mehsud, el hombre acusado por los servicios de inteligencia paquistaníes y estadounidenses de haber organizado el asesinato de la ex primera ministra Benazir Bhutto, es el jefe teórico del TTP. Sin embargo, tiene muchos rivales, incluso en su nativo Warizistán del Sur. En esta región viven dos grandes tribus: los mehsuds y los wazirs. Los wazirs dominan Wana, la principal ciudad de la zona. Pero el wazir que ocupa un cargo más alto entre los talibanes, Maulvi Nazir, tiene muy buenas relaciones con el aparato militar paquistaní.

Probablemente estará usted rascándose la cabeza y se sentirá un poco confuso. Lo que pasa es que a Nazir sólo le interesa luchar contra las fuerzas de Estados Unidos, la OTAN y Afganistán al otro lado de la frontera. No forma parte del TTP y no ha intervenido en la ola de violencia que ha asolado Pakistán en los últimos tiempos. Por consiguiente, para los generales paquistaníes, es un talibán bueno, a diferencia de Baitulá Mehsud, que es, para ellos, inequívocamente malo. Éste no es más que un ejemplo de talibanes residentes en Pakistán que no necesariamente entran en la denominación de “talibanes paquistaníes” ni bajo el título de “Tehrik e Taliban Pakistan”.

En el Valle de Swat, donde Islamabad firmó hace poco un tratado de paz con los talibanes, las fisuras entre los militantes tienen que ver más con una cuestión generacional. Swat, a diferencia de Waziristán del Sur, forma parte de la PFNO y no limita con Afganistán. A finales de los 80, un grupo que se autodenominaba Tehrik e Nifaz e Shariat e Mohammadi (TNSM), o Movimiento para el Establecimiento de la Ley de Mahoma, lanzó una campaña para imponer la ley islámica en Swat y sus alrededores. Recurrieron a la violencia contra el Estado en numerosas ocasiones a lo largo de los 90, incluida una toma del aeropuerto local y el bloqueo de la carretera principal que conecta Pakistán con China.

Tras la invasión estadounidense de Afganistán, el líder del TNSM, Sufi Mohamed, organizó a un grupo de estudiantes de madrazas y los llevó al otro lado de la frontera para combatir contra los estadounidenses. Pero sólo regresó el propio Sufi Mohamed. Todos los que le habían seguido cayeron como mártires, o al menos eso es lo que dijo a sus padres. Fue encarcelado por el entonces presidente y jefe del Ejército, Pervez Musharraf, de modo que designó a su yerno, Maulana Fazlulá, para dirigir el TNSM en su lugar. Sin embargo, Fazlulá tenía ambiciones más amplias y reunió un Ejército de varios centenares de hombres que prometieron luchar contra el Gobierno paquistaní. La dirección del TNSM le repudió, así que se organizó por su cuenta y es hoy el segundo de Mehsud en el TTP. Durante el último año y medio, los seguidores de Fazlulá han hecho estallar bombas y han secuestrado y asesinado a cualquiera que se haya atrevido a desafiar sus dictados en Swat.

En 2008, Sufi Mohamed parecía un moderado en comparación con su yerno. De modo que el gobierno paquistaní le pidió que hiciera de mediador. Quizá él pudiera calmar a Fazlulá. El reciente tratado firmado en Swat es entre el Ejecutivo paquistaní y Sufi Mohamed, que se ha comprometido a convencer a Fazlulá. Hasta ahora, el acuerdo se ha respetado, si no contamos a los soldados asesinados por los talibanes de Fazlulá por “no haber informado a los talibanes de sus movimientos”.

El lío de los ‘lashkars’

Quizá hayan oído últimamente la palabra lashkar y se hayan preguntado qué pintaba un personaje de ciencia ficción en Pakistán. En otoño pasado, dos noticias muy distintas tuvieron como protagonistas a lashkars que llevaron a cabo dos misiones claramente diferentes. En una, Lashkar e Taiba estaba ejecutando una campaña de violencia en Bombay; en otra, los lashkars luchaban contra los talibanes en las ATAF. En otras palabras, una tenía unos efectos terribles y la otra parecía estar haciendo algo bueno. (Ah, sí, y en otra noticia, menos leída, Lashkar e Janghvi estaba matando chiíes en la ciudad de Quetta, en el suroeste). ¿Qué quiere decir todo eso? ¿Qué es un lashkar?

En árabe, la lengua del islam, un lashkar es una milicia tribal irregular. Por ejemplo, hay un miembro de una tribu de Warizistán del Sur que tiene un pleito con otro miembro de una tribu rival. Necesita una partida de hombres. Así que crea una lashkar. Cuando se supo en octubre que el Gobierno paquistaní estaba enviando fusiles AK-47 fabricados en China a las tribus que estuvieran dispuestas a desafiar la autoridad de los talibanes en las ATAF, dijeron que estaban enviando las armas a lashkars. Ése es el sentido tradicional de la palabra.

Ahora bien, los grupos yihadistas de Pakistán, para glorificar sus agendas, llevan mucho tiempo utilizando la palabra lashkar en sus nombres (otros nombres árabes que suelen utilizarse para designar un Ejército son sipah y jaish.) Aunque Lashkar e Taiba está comprometido en la lucha contra los indios por Cachemira, Lashkar e Janghvi se dedica a matar chiíes, y Jaish e Mohammed parece dispuesto a matar a cualquiera. La proliferación de estas milicias terroristas adquirió tales tintes que, en enero de 2002, Musharraf se vio obligado a declarar: “Nuestro Ejército es el único sipah y lashkar en Pakistán”.

Guardias fronterizos

Si había tanta confusión sobre quién era y quién no eran las verdaderas Fuerzas Armadas en Pakistán que el jefe del Ejército tuvo que intervenir para aclarar las cosas, tal vez algún militar debería aclararlas también sobre quién lucha contra quién en las ATAF. La confusión alcanzó su punto culminante en junio, cuando un contingente de fuerzas paquistaníes, llamado Cuerpo de Fronteras (CP), se enzarzó en una batalla con soldados estadounidenses del otro lado de la frontera. Las tropas de EE UU perseguían a unos talibanes que intentaban retroceder a Pakistán. La escaramuza terminó -al menos la armada, porque la diplomática no había hecho más que empezar- cuando unas cuantas bombas arrojadas por aviones estadounidenses cayeron en puestos adelantados del CF y mataron a 11 guardias fronterizos paquistaníes. ¿Que ocurre con ese Cuerpo de Fronteras? ¿De qué lado está?

El CF es una fuerza paramilitar compuesta por unos 80.000 hombres encargados de garantizar la seguridad fronteriza, hacer respetar la ley y, cada vez más, luchar contra la insurgencia en las ATAF, la PFNO y Beluchistán (la Guardia de Asalto cumple una tarea similar en Punjab y Sindh, las provincias limítrofes con India). El Cuerpo de Fronteras cumple prácticamente todos los requisitos de la fuerza ideal de lucha contra la insurgencia: son casi todos pastunes y conocen el idioma, la gente, las tribus y el territorio mejor que cualquier soldado paquistaní o estadounidense normal. Pero su mayor ventaja es, al mismo tiempo, su mayor debilidad, porque los pastunes son conocidos por su sentimiento de comunidad; pedir a un de ellos que mate a otro, sobre todo cuando parece que es a instancias de un forastero, sea punjabí o estadounidense, sería como que nuestro jefe nos pidiera que matemos a un primo nuestro. Es imposible, ¿verdad?

Los gobernantes paquistaníes y, antes de ellos, los británicos, eran conscientes de este problema. Para tratar de reducir al máximo los posibles conflictos de intereses, dijeron que los waziris no patrullarían áreas waziri, los afridis (con sede en la agencia Khyber y en la RF de Kohat) no patrullarían áreas afridi, y así sucesivamente. El problema de las simpatías étnicas era imposible de resolver, pero así, por lo menos, sí era posible superar las preocupaciones sobre simpatías de clan y familiares.

En los últimos años, Washington se ha dado cuenta de la importancia del Cuerpo de Fronteras y ha intentado mejorar su capacidad de combate (tradicionalmente, un soldado del CF llevaba salwar kameez -el atuendo de pantalones anchos y túnica-, sandalias de cuero y un AK-47). Sin embargo, los problemas para llevar el dinero a las unidades del CF correspondientes han sido abundantes.

En primer lugar, el Cuerpo de Fronteras es responsabilidad del ministerio del Interior, no de Defensa, que supervisa el Ejército de medio millón de soldados y ha recibido la mayor parte de la ayuda estadounidense desde los atentados del 11-S. El hecho de que el ministerio de Defensa controle todo lo relacionado con la ayuda significa que el dinero que Washington entrega a Islamabad para pagar a las fuerzas de seguridad paquistaníes por operaciones contra los talibanes y Al Qaeda, un dinero denominado Fondos de Sostenimiento de la Coalición, no suele llegar nunca hasta las unidades del Cuerpo de Fronteras que vigilan un puesto fronterizo en Warizistán del Sur, que son las que ocupan verdaderamente la primera línea en la llamada guerra contra el terror.

Segundo, hay un problema de estructura de mando, porque los oficiales del CF son coroneles y generales del Ejército regular. Y, por último, está el problema de que, debido a la indignación generalizada entre los pastunes contra Estados Unidos y el gobierno de Islamabad, nadie puede saber si el CF no va a limitarse a entregar las gafas de visión nocturna y las nuevas armas a los talibanes, sobre todo cuando la supervisión por parte de funcionarios estadounidenses en las ATAF, partes de la PFNO y Beluchistán escasea tanto.

El dedo en el gatillo

El Ejército paquistaní muestra cierto relajo en los criterios de aseo y forma física, sobre todo en el caso de los oficiales. Las mañanas son para rezar y dormir; los almuerzos son buffets; y las tardes se dedican a beber litros y litros de té. O sea, no queda mucho tiempo para hacer ejercicio. ¿Y los bigotes? Cuanto más espesos, mejor. ¿Barbas? Cuanto más largas, mejor. ¿Quiere eso decir que las fuerzas de seguridad paquistaníes están formadas por fundamentalistas islámicos a los que se les hace la boca agua ante la oportunidad de lanzar unas cuantas armas nucleares? Sí y no.

Un dato previo: casi todos los soldados paquistaníes consideran que India es su enemigo mortal y nada les gustaría más que incinerar a su vecino. Lo aprenden en los libros de texto. Y normalmente enmarcan el conflicto con India como un conflicto entre el islam y el hinduismo. De ello han hablado ya suficientemente otros autores que han escrito sobre Pakistán.

Pero debemos comprender que la actitud antiIndia no equivale a talibanismo, a encerrar a las mujeres y apalear a los delincuentes y todo eso. Piensen en el actual jefe de Estado mayor del Ejército, el general Ashfaq Kayani, que no lleva barba, según dicen disfruta de vez en cuando de un whisky y una partida de bridge, fuma sin parar con una larga boquilla de plástico y es buen amigo de los estadounidenses. En otras palabras, no parece probable que vaya a declararse “comandante de los fieles” en un futuro próximo.

¿Y qué pasa con el ISI? Oímos hablar mucho de este organismo de Inteligencia Interservicios, que está lleno de simpatizantes de Al Qaeda, patrocina el terrorismo regional y constituye en la vanguardia del islamismo en Pakistán. ¿No es islamista?

Compliquemos aún más las cosas antes de ocuparnos de ese punto. El ISI es el brazo de inteligencia militar. Pero el Ejército tiene su propio brazo de inteligencia, con el confuso nombre de Inteligencia Militar (IM). Y el ministerio del Interior tiene el suyo propio: la Sección Especial. Y así sucesivamente. Hay más secciones de inteligencia en Pakistán que variedades de dal, la legumbre. Y cuando los paquistaníes corrientes sospechan que están involucradas en algo siniestro, se limitan a hablar de “las agencias”. Así no hace falta especificar cuál de ellas es responsable porque nadie tiene ni idea de quién está detrás de cada cosa, la verdad.

¿Son los miembros del ISI más islamistas que los de cualquiera de esas otras secciones? No veo por qué. Este organismo saca a sus miembros de las filas del Ejército regular (además de algunos civiles), ese mismo Ejército que está bajo el mando de anglófilos educados en Sandhurst y aficionados al whisky Johnnie Walker etiqueta negra. Lo que diferencia al ISI no es tanto su personal como su agenda, que, en un momento dado, puede incluir llevar dinero a los insurgentes talibanes en Afganistán o entrenar a combatientes de Lashkar e Taiba para que lleven a cabo la yihad contra India en Cachemira. Se considera que esos programas benefician los intereses nacionales de Pakistán, no las preferencias religiosas de sus generales.

Entiéndanme. No veo con ninguna simpatía a las agencias y, desde luego, no quiero que parezca que las justifico. Me expulsaron del país en una ocasión y otra vez me persiguieron con noticias en la prensa local de que me habían secuestrado. No tengo ningún afecto al ISI, el MI, la Sección Especial ni ninguno de sus siniestros afiliados. Pero no son todos iguales. Acuérdense de ello en su próxima conversación sobre Pakistán. Debemos saber de qué hablamos cuando hablemos de este país.