miércoles, 20 de mayo de 2009

GUÍA DE PAKISTÁN PARA IDIOTAS


Nicholas Schmidle

Todo el mundo habla de Pakistán, pero pocos lo conocen. He aquí una guía para aclarar algunos conceptos sobre este país.

Después de ocho años de una Casa Blanca que a menudo parecía ciega a las amenazas que presentaba Pakistán, la Administración de Obama parece haber comprendido la gravedad de las innumerables crisis que afectan a este país asiático. Los medios de comunicación han seguido su ejemplo y han incrementado su presencia y sus informaciones, una tendencia confirmada por la decisión de la cadena estadounidense CNN de abrir una delegación en Islamabad el año pasado.

Y, sin embargo, el incremento de la cobertura no ha servido necesariamente para aclarar la confusión del quién hace qué a quién en Pakistán. Algunos comentaristas siguen mezclando las áreas tribales con la Provincia Fronteriza del noroeste. Y la palabra lashkars se emplea para describir a todo tipo de grupos que no tienen nada que ver entre sí, que, en algunos casos, luchan contra los talibanes, en otros combaten contra India y otros se enfrentan a los chiíes.

Reconozco que no es fácil. Yo viví en Pakistán durante 2006 y 2007 y sólo empecé a comprender, por ejemplo, la composición tribal de Warizistán del Sur, durante el final de mi estancia. De modo que, con el fin de ahorrarles el inconveniente de tener que vivir en este país dos años para distinguir entre los wazirs y los mehsuds, el Cuerpo de Fronteras y la Guardia de Asalto, he elaborado una guía para idiotas que espero que ayude a aclarar las cosas:

Las problemáticas tribus

Si saca usted a relucir en una conversación el tema de la frontera entre Pakistán y Afganistán, seguro que impresionará a todos, sobre todo si menciona el nombre de uno o dos líderes talibanes y hace una referencia a Waziristán del Norte. Lo malo, por supuesto, es que nadie sabe si lo que está diciendo es cierto o no. El mapa de la región fronteriza está abarrotado de nombres de organismos, provincias, regiones y distritos, que a veces se cambian y se utilizan mal. Movido sólo por el interés de hacer que sea usted capaz de impresionar a sus interlocutores, voy a tratar de dejar unas cuantas cosas claras.

En primer lugar, las Áreas Tribales bajo Administración Federal (ATAF) no forman parte de la Provincia Fronteriza del Noroeste (PFNO). Son dos entidades separadas casi en todos los sentidos. La PFNO es una provincia con una asamblea elegida, y las ATAF son zonas separadas geográficamente que están gobernadas a través de “agentes políticos”, designados por el presidente y apoyados por el gobernador de la PFNO (que también es un nombramiento presidencial). Técnicamente, los residentes en la Provincia Fronteriza del Noroeste viven con arreglo a las leyes elaboradas por el Parlamento de Islamabad, mientras que la única ley no tribal que se aplica a los residentes de las ATAF es la de las Normas sobre crímenes fronterizos, un dictado de la era colonial que prevé castigos colectivos para las tribus y subtribus culpables de perturbar la paz.

Dentro de las ATAF, existen siete “agencias” y seis “regiones fronterizas” (RF). Las primeras son Bajaur, Mohmand, Khyber, Orakzai, Kurram, Waziristán del Norte y Waziristán del Sur; las segundas, algo más gobernadas, se aferran como lapas al borde oriental de las ATAF, e incluyen las RF de Peshawar, Kohat, Bannu, Lakki, Tank y Dera Ismail Khan, cada una denominada de acuerdo con los distritos “establecidos”con los que limitan.

Todos los residentes de las ATAF y la inmensa mayoría de los habitantes de la PFNO son pastunes. Esta etnia es asimismo mayoritaria en Beluchistán, la enorme provincia que limita con Irán y Afganistán, llamada así por la minoría de los beluch. Además de la PFNO y Beluchistán, existen otras dos provincias en Pakistán: Punjab, poblada fundamentalmente por habitantes de etnia punjabí, y Sindh, históricamente dominada por los sindhis hasta que millones de musulmanes llegaron de India en el momento de la partición y se establecieron en ciudades como Karachi y Hyderabad. Hoy, Sindh está habitada por personas de etnia sindhi y descendientes de aquellos inmigrantes, llamados mohajirs.

Los extranjeros no pueden entrar en las ATAF sin autorización del Gobierno. Si ven en un periódico alguna información fechada dentro de esta zona, lo más probable es que el Ejército paquistaní haya organizado un viaje sobre el terreno para periodistas. Quienes van por su cuenta, por ejemplo, a Warizistán del Sur, tienen o bien ganas de morir o bien una relación excelente con los talibanes, que son los que gobiernan de hecho Waziristán del Norte y del Sur y grandes áreas de las otras agencias y regiones fronterizas. La contumacia de los habitantes tribales no es nada nuevo. Como decía Lord Curzon, antiguo virrey de India, “ningún plan a base de parches -y todos nuestros planes recientes, bloqueos, asignaciones, etcétera, no han sido más que meros parches- resolverá el problema de Waziristán. No habrá paz hasta que el rodillo militar no recorra el país de un extremo a otro. Pero no quiero ser yo quien ponga en marcha esa máquina”.

Talibanes: ¿quién es quién?

En diciembre de 2007, las diversas bandas de barbudos cubiertos de turbantes negros y con fusiles AK-47 que ocupaban las ATAF y la PFNO anunciaron que a partir de ese momento responderían a un solo nombre, Tehrik e Taliban Pakistan (TTP), o Movimiento Talibán de Pakistán. Los yihadistas paquistaníes llevan decenios utilizando ese tipo de nombres para designar grupos escindidos (muchos de los cuales pasan inadvertidos), pero algunos analistas decidieron que el TTP era el evangelio y afirmaron que, de la noche a la mañana, los talibanes se habían unido y se habían vuelto disciplinados. Mientras tanto, varios de esos analistas se han olvidado de las importantes diferencias y divisiones que existen dentro de los grupos protalibanes que actúan en Pakistán.

Comencemos con un poco de historia. En 1996, el mulá Mohamed Omar y su grupo de talibanes -que en lengua urdu, pastún y árabe se define como “estudiantes” o “buscadores”- conquistaron Afganistán. Cinco años después, Estados Unidos expulsó al gobierno talibán y a los matones de Al Qaeda que habían trabajado bajo la protección del mulá Omar. Muchos escaparon a las ATAF, que forman parte de Pakistán, por supuesto, pero que, en realidad, están gobernadas por unas tribus cuya fidelidad, en ese caso, estaba con los talibanes y sus invitados extranjeros, la red de Bin Laden. Poco después, grupos de hombres de las ATAF habían empezado a reunirse y a cruzar la frontera para luchar contra el Ejército estadounidense en Afganistán. Los pastunes ignoran la frontera que separa a los dos países, llamada la Línea Durand por el inglés que la trazó en 1893; para ellos, la nación pastún abarca cualquier lugar en el que vivan personas de esta etnia. Por consiguiente, desde su punto de vista, luchar contra EE UU era una cuestión de defensa propia, incluso para los residentes de las ATAF. Mientras tanto, Al Qaeda estaba cada vez más arraigada en esta zona. Sus miembros, en su mayoría árabes y uzbecos, influyeron en una nueva mentalidad talibán, más agresiva respecto al Ejército paquistaní y más propensa a perturbar las tradiciones locales de las tribus.

Baitulá Mehsud, el hombre acusado por los servicios de inteligencia paquistaníes y estadounidenses de haber organizado el asesinato de la ex primera ministra Benazir Bhutto, es el jefe teórico del TTP. Sin embargo, tiene muchos rivales, incluso en su nativo Warizistán del Sur. En esta región viven dos grandes tribus: los mehsuds y los wazirs. Los wazirs dominan Wana, la principal ciudad de la zona. Pero el wazir que ocupa un cargo más alto entre los talibanes, Maulvi Nazir, tiene muy buenas relaciones con el aparato militar paquistaní.

Probablemente estará usted rascándose la cabeza y se sentirá un poco confuso. Lo que pasa es que a Nazir sólo le interesa luchar contra las fuerzas de Estados Unidos, la OTAN y Afganistán al otro lado de la frontera. No forma parte del TTP y no ha intervenido en la ola de violencia que ha asolado Pakistán en los últimos tiempos. Por consiguiente, para los generales paquistaníes, es un talibán bueno, a diferencia de Baitulá Mehsud, que es, para ellos, inequívocamente malo. Éste no es más que un ejemplo de talibanes residentes en Pakistán que no necesariamente entran en la denominación de “talibanes paquistaníes” ni bajo el título de “Tehrik e Taliban Pakistan”.

En el Valle de Swat, donde Islamabad firmó hace poco un tratado de paz con los talibanes, las fisuras entre los militantes tienen que ver más con una cuestión generacional. Swat, a diferencia de Waziristán del Sur, forma parte de la PFNO y no limita con Afganistán. A finales de los 80, un grupo que se autodenominaba Tehrik e Nifaz e Shariat e Mohammadi (TNSM), o Movimiento para el Establecimiento de la Ley de Mahoma, lanzó una campaña para imponer la ley islámica en Swat y sus alrededores. Recurrieron a la violencia contra el Estado en numerosas ocasiones a lo largo de los 90, incluida una toma del aeropuerto local y el bloqueo de la carretera principal que conecta Pakistán con China.

Tras la invasión estadounidense de Afganistán, el líder del TNSM, Sufi Mohamed, organizó a un grupo de estudiantes de madrazas y los llevó al otro lado de la frontera para combatir contra los estadounidenses. Pero sólo regresó el propio Sufi Mohamed. Todos los que le habían seguido cayeron como mártires, o al menos eso es lo que dijo a sus padres. Fue encarcelado por el entonces presidente y jefe del Ejército, Pervez Musharraf, de modo que designó a su yerno, Maulana Fazlulá, para dirigir el TNSM en su lugar. Sin embargo, Fazlulá tenía ambiciones más amplias y reunió un Ejército de varios centenares de hombres que prometieron luchar contra el Gobierno paquistaní. La dirección del TNSM le repudió, así que se organizó por su cuenta y es hoy el segundo de Mehsud en el TTP. Durante el último año y medio, los seguidores de Fazlulá han hecho estallar bombas y han secuestrado y asesinado a cualquiera que se haya atrevido a desafiar sus dictados en Swat.

En 2008, Sufi Mohamed parecía un moderado en comparación con su yerno. De modo que el gobierno paquistaní le pidió que hiciera de mediador. Quizá él pudiera calmar a Fazlulá. El reciente tratado firmado en Swat es entre el Ejecutivo paquistaní y Sufi Mohamed, que se ha comprometido a convencer a Fazlulá. Hasta ahora, el acuerdo se ha respetado, si no contamos a los soldados asesinados por los talibanes de Fazlulá por “no haber informado a los talibanes de sus movimientos”.

El lío de los ‘lashkars’

Quizá hayan oído últimamente la palabra lashkar y se hayan preguntado qué pintaba un personaje de ciencia ficción en Pakistán. En otoño pasado, dos noticias muy distintas tuvieron como protagonistas a lashkars que llevaron a cabo dos misiones claramente diferentes. En una, Lashkar e Taiba estaba ejecutando una campaña de violencia en Bombay; en otra, los lashkars luchaban contra los talibanes en las ATAF. En otras palabras, una tenía unos efectos terribles y la otra parecía estar haciendo algo bueno. (Ah, sí, y en otra noticia, menos leída, Lashkar e Janghvi estaba matando chiíes en la ciudad de Quetta, en el suroeste). ¿Qué quiere decir todo eso? ¿Qué es un lashkar?

En árabe, la lengua del islam, un lashkar es una milicia tribal irregular. Por ejemplo, hay un miembro de una tribu de Warizistán del Sur que tiene un pleito con otro miembro de una tribu rival. Necesita una partida de hombres. Así que crea una lashkar. Cuando se supo en octubre que el Gobierno paquistaní estaba enviando fusiles AK-47 fabricados en China a las tribus que estuvieran dispuestas a desafiar la autoridad de los talibanes en las ATAF, dijeron que estaban enviando las armas a lashkars. Ése es el sentido tradicional de la palabra.

Ahora bien, los grupos yihadistas de Pakistán, para glorificar sus agendas, llevan mucho tiempo utilizando la palabra lashkar en sus nombres (otros nombres árabes que suelen utilizarse para designar un Ejército son sipah y jaish.) Aunque Lashkar e Taiba está comprometido en la lucha contra los indios por Cachemira, Lashkar e Janghvi se dedica a matar chiíes, y Jaish e Mohammed parece dispuesto a matar a cualquiera. La proliferación de estas milicias terroristas adquirió tales tintes que, en enero de 2002, Musharraf se vio obligado a declarar: “Nuestro Ejército es el único sipah y lashkar en Pakistán”.

Guardias fronterizos

Si había tanta confusión sobre quién era y quién no eran las verdaderas Fuerzas Armadas en Pakistán que el jefe del Ejército tuvo que intervenir para aclarar las cosas, tal vez algún militar debería aclararlas también sobre quién lucha contra quién en las ATAF. La confusión alcanzó su punto culminante en junio, cuando un contingente de fuerzas paquistaníes, llamado Cuerpo de Fronteras (CP), se enzarzó en una batalla con soldados estadounidenses del otro lado de la frontera. Las tropas de EE UU perseguían a unos talibanes que intentaban retroceder a Pakistán. La escaramuza terminó -al menos la armada, porque la diplomática no había hecho más que empezar- cuando unas cuantas bombas arrojadas por aviones estadounidenses cayeron en puestos adelantados del CF y mataron a 11 guardias fronterizos paquistaníes. ¿Que ocurre con ese Cuerpo de Fronteras? ¿De qué lado está?

El CF es una fuerza paramilitar compuesta por unos 80.000 hombres encargados de garantizar la seguridad fronteriza, hacer respetar la ley y, cada vez más, luchar contra la insurgencia en las ATAF, la PFNO y Beluchistán (la Guardia de Asalto cumple una tarea similar en Punjab y Sindh, las provincias limítrofes con India). El Cuerpo de Fronteras cumple prácticamente todos los requisitos de la fuerza ideal de lucha contra la insurgencia: son casi todos pastunes y conocen el idioma, la gente, las tribus y el territorio mejor que cualquier soldado paquistaní o estadounidense normal. Pero su mayor ventaja es, al mismo tiempo, su mayor debilidad, porque los pastunes son conocidos por su sentimiento de comunidad; pedir a un de ellos que mate a otro, sobre todo cuando parece que es a instancias de un forastero, sea punjabí o estadounidense, sería como que nuestro jefe nos pidiera que matemos a un primo nuestro. Es imposible, ¿verdad?

Los gobernantes paquistaníes y, antes de ellos, los británicos, eran conscientes de este problema. Para tratar de reducir al máximo los posibles conflictos de intereses, dijeron que los waziris no patrullarían áreas waziri, los afridis (con sede en la agencia Khyber y en la RF de Kohat) no patrullarían áreas afridi, y así sucesivamente. El problema de las simpatías étnicas era imposible de resolver, pero así, por lo menos, sí era posible superar las preocupaciones sobre simpatías de clan y familiares.

En los últimos años, Washington se ha dado cuenta de la importancia del Cuerpo de Fronteras y ha intentado mejorar su capacidad de combate (tradicionalmente, un soldado del CF llevaba salwar kameez -el atuendo de pantalones anchos y túnica-, sandalias de cuero y un AK-47). Sin embargo, los problemas para llevar el dinero a las unidades del CF correspondientes han sido abundantes.

En primer lugar, el Cuerpo de Fronteras es responsabilidad del ministerio del Interior, no de Defensa, que supervisa el Ejército de medio millón de soldados y ha recibido la mayor parte de la ayuda estadounidense desde los atentados del 11-S. El hecho de que el ministerio de Defensa controle todo lo relacionado con la ayuda significa que el dinero que Washington entrega a Islamabad para pagar a las fuerzas de seguridad paquistaníes por operaciones contra los talibanes y Al Qaeda, un dinero denominado Fondos de Sostenimiento de la Coalición, no suele llegar nunca hasta las unidades del Cuerpo de Fronteras que vigilan un puesto fronterizo en Warizistán del Sur, que son las que ocupan verdaderamente la primera línea en la llamada guerra contra el terror.

Segundo, hay un problema de estructura de mando, porque los oficiales del CF son coroneles y generales del Ejército regular. Y, por último, está el problema de que, debido a la indignación generalizada entre los pastunes contra Estados Unidos y el gobierno de Islamabad, nadie puede saber si el CF no va a limitarse a entregar las gafas de visión nocturna y las nuevas armas a los talibanes, sobre todo cuando la supervisión por parte de funcionarios estadounidenses en las ATAF, partes de la PFNO y Beluchistán escasea tanto.

El dedo en el gatillo

El Ejército paquistaní muestra cierto relajo en los criterios de aseo y forma física, sobre todo en el caso de los oficiales. Las mañanas son para rezar y dormir; los almuerzos son buffets; y las tardes se dedican a beber litros y litros de té. O sea, no queda mucho tiempo para hacer ejercicio. ¿Y los bigotes? Cuanto más espesos, mejor. ¿Barbas? Cuanto más largas, mejor. ¿Quiere eso decir que las fuerzas de seguridad paquistaníes están formadas por fundamentalistas islámicos a los que se les hace la boca agua ante la oportunidad de lanzar unas cuantas armas nucleares? Sí y no.

Un dato previo: casi todos los soldados paquistaníes consideran que India es su enemigo mortal y nada les gustaría más que incinerar a su vecino. Lo aprenden en los libros de texto. Y normalmente enmarcan el conflicto con India como un conflicto entre el islam y el hinduismo. De ello han hablado ya suficientemente otros autores que han escrito sobre Pakistán.

Pero debemos comprender que la actitud antiIndia no equivale a talibanismo, a encerrar a las mujeres y apalear a los delincuentes y todo eso. Piensen en el actual jefe de Estado mayor del Ejército, el general Ashfaq Kayani, que no lleva barba, según dicen disfruta de vez en cuando de un whisky y una partida de bridge, fuma sin parar con una larga boquilla de plástico y es buen amigo de los estadounidenses. En otras palabras, no parece probable que vaya a declararse “comandante de los fieles” en un futuro próximo.

¿Y qué pasa con el ISI? Oímos hablar mucho de este organismo de Inteligencia Interservicios, que está lleno de simpatizantes de Al Qaeda, patrocina el terrorismo regional y constituye en la vanguardia del islamismo en Pakistán. ¿No es islamista?

Compliquemos aún más las cosas antes de ocuparnos de ese punto. El ISI es el brazo de inteligencia militar. Pero el Ejército tiene su propio brazo de inteligencia, con el confuso nombre de Inteligencia Militar (IM). Y el ministerio del Interior tiene el suyo propio: la Sección Especial. Y así sucesivamente. Hay más secciones de inteligencia en Pakistán que variedades de dal, la legumbre. Y cuando los paquistaníes corrientes sospechan que están involucradas en algo siniestro, se limitan a hablar de “las agencias”. Así no hace falta especificar cuál de ellas es responsable porque nadie tiene ni idea de quién está detrás de cada cosa, la verdad.

¿Son los miembros del ISI más islamistas que los de cualquiera de esas otras secciones? No veo por qué. Este organismo saca a sus miembros de las filas del Ejército regular (además de algunos civiles), ese mismo Ejército que está bajo el mando de anglófilos educados en Sandhurst y aficionados al whisky Johnnie Walker etiqueta negra. Lo que diferencia al ISI no es tanto su personal como su agenda, que, en un momento dado, puede incluir llevar dinero a los insurgentes talibanes en Afganistán o entrenar a combatientes de Lashkar e Taiba para que lleven a cabo la yihad contra India en Cachemira. Se considera que esos programas benefician los intereses nacionales de Pakistán, no las preferencias religiosas de sus generales.

Entiéndanme. No veo con ninguna simpatía a las agencias y, desde luego, no quiero que parezca que las justifico. Me expulsaron del país en una ocasión y otra vez me persiguieron con noticias en la prensa local de que me habían secuestrado. No tengo ningún afecto al ISI, el MI, la Sección Especial ni ninguno de sus siniestros afiliados. Pero no son todos iguales. Acuérdense de ello en su próxima conversación sobre Pakistán. Debemos saber de qué hablamos cuando hablemos de este país.