lunes, 28 de julio de 2008

ÁFRICA E INDIA: NUEVOS SOCIOS EN POLÍTICA Y ECONOMÍA


Alessio Fabbiano

El primer Fórum indio-africano ha sido el escenario donde se ha diseñado un programa de cooperación bilateral sobre un grupo de sectores cruciales para la economía india y para el desarrollo del continente africano. Nueva Delhi abre nuevas salidas comerciales y refuerza la presencia político económico en África, mientras los países africanos se encuentran con un antiguo socio asiático con el que poder estrechar ventajosos acuerdos de colaboración.

La reciente constitución de la asociación indio-africana

El primer Fórum entre India y África del 8 y 9 de abril ha concluido con la creación de una importante plataforma de interacción económica sobre la que se desarrollarán nuevos canales de comunicación y un nuevo impulso a las relaciones existentes entre las dos orillas del Océano Índico en sectores claves para el desarrollo del continente africano y para la expansión de la vivaz economía india.

Estas nuevas relaciones se basarán en el modelo chino del Fórum y en la cooperación sino-africana de noviembre de 2006. En base a la ampliación de la asociación, en la que han participado los representantes de la Unión Africana (UA) y de las organizaciones económicas regionales, además de catorce países africanos representados singularmente (Argelia, Burkina Faso, Egipto, Etiopía, Ghana, Kenya, Libia, Nigeria, Rep. Dem. Del Congo, Senegal, Sudáfrica, Tanzania, Uganda, Zambia), se han negociado algunas cuestiones sobre el sector agrícola, el comercio, la industria y las inversiones, la tecnología y la informatización, la gobernabilidad, la paz y la seguridad.

La Cumbre fue precedida por dos encuentros diplomáticos que han definido la agenda del Fórum, uno que se realizó el 4 de abril entre funcionarios de alto rango y de los respectivos gobiernos y otro el 7 de abril entre los ministros de Asuntos Exteriores. Pero mucho antes, entre el 19 y el 21 de marzo, los representantes de Nueva Delhi y los 550 emisarios de asuntos económicos de 33 Estados africanos habían negociado 131 proyectos por valor de 10.000 millones de dólares en cuatro áreas principales de interés recíproco: energía, tecnología, agricultura y recursos humanos.

En noviembre de 2007, India promovió una conferencia internacional sobre recursos energéticos (India - Africa Hydrocarbon Conference and Exhibition) en la que participaron 26 representaciones africanas y sus socios comerciales indios, que favorecieron el debate para el lanzamiento de asociaciones indio-africanas y para promover las inversiones en la distribución estratégica de petróleo y gas natural. En esta ocasión India ha salido al descubierto con el ministro de Asuntos Exteriores, Pranab Mukherjee, que ha declarado que “la India tiene la necesidad de expandirse en los próximos 25 años hasta triplicar o cuadriplicar los niveles actuales de suministro de energía y quintuplicar o sextuplicar la producción de electricidad con la finalidad de sostener el alto grado de fortalecimiento económico que permita obtener los objetivos de desarrollo y erradicar la pobreza”. Para la diplomacia energética india, las inversiones petrolíferas y de gas se han convertido en un objetivo prioritario y África representa la meta de los próximos flujos de inversión. El interés comercial de India hacia África se ha intensificado con la explosión económica del gigante asiático. Los índices de crecimiento de la economía india han empujado a las autoridades gobernativas a construir una serie de “puentes” comerciales con África que han encontrado un formato de implementación en la EXIM Policy 2002-2007, en la ayuda financiera gubernativa a las organizaciones indias de promoción comercial, en la organización de conciliación económica y en el lanzamiento del programa “África Focus” diseñado en marzo de 2002 para favorecer las áreas de intercambio comercial.

Todas estas operaciones diplomáticas e institucionales han hecho que Nueva Delhi recupere la relación con África que era indudablemente cordial pero circunscrita a las zonas de radicalización de la diáspora india (África del Este y del Sur) y sufría barreras que impedían el comercio (distancia, inadecuación de la información sobre la oportunidad de negocios, inestabilidad macroeconómica y política, progresos modestos en la liberalización y la privatización).

El nuevo marco de cooperación

El objetivo de Nueva Delhi ha sido cristalizar en un módulo operativo institucional la proyección política y económica de India en África,con el objetivo de diversificar la cooperación e intensificar las relaciones entre India y el continente africano. En efecto, a la cumbre asistieron países que históricamente estaban ligados comercialmente a India (sobre todo Kenya, Marruecos, Nigeria, Sudáfrica, Tanzania, Uganda y Zambia) y nuevos mercados en los que el establecimiento administrativo y económico indio observa con atención (Argelia, Rep. Dem. Del Congo, Burkina Faso, Egipto, Etiopía, Ghana y Libia). La identidad de los gobiernos presentes en el Fórum evidencian el interés no oculto de India por aumentar el peso en el suministro energético africano y en el minero. Además de las relaciones comerciales, el interés recíproco entre India y África reside en las inversiones exteriores.

Los países africanos ofrecen un gran potencial de recursos punteros de la economía de la India: la tecnología, la informática, la ingeniería, el negocio textil, los servicios financieros, los productos farmacéuticos, el turismo. Se trata de sectores en los que el know how indio permite a los países africanos extender el radio de las propias decisiones políticas y comerciales, basándose en la política asociativa plural y estratégica puesta en marcha por la UA para liberarse de la dependencia del desarrollo de Occidente, y, en el caso específico de India, permite a África introducir un protagonista político-económico en plena expansión interesado no sólo en las fuentes energéticas sino también en otros sectores prioritarios para el desarrollo de los sistemas económicos africanos. Respecto a la otra gran economía asiática, la economía china, la India tiene una identidad de desarrollo más articulada que potencialmente podría servir al proceso de modernización de la economía africana.

Los chinos en África tienen una presencia muy significativa en el uso compartido de los hidrocarburos, de las infraestructuras, de la industria minera. Se trata de segmentos industriales ligados fundamentalmente al sector secundario. La India, en cambio, no sólo está interesada en las reservas energéticas y mineras africanas que se han convertido ya en imprescindibles para mantener los niveles de crecimiento actuales a pesar de existir un gap respecto a la penetración china (en el Fórum sinoafricano de 2006 participaron 48 países africanos), sino también en el sector terciario, en especial en la provisión de servicios y de mercancías con un elevado valor tecnológico e ingeniero, y en la provisión de servicios y maquinaria para el sector sanitario.

Entre los primeros programas de desarrollo tecnológico que se han llevado a cabo está el proyecto panafricano de interconectividad, inaugurado en Ghana en 2007 por el gobierno indio, que permitirá a 53 países africanos acceder al e-network vía satélite y fibra óptica.

El Fórum de Nueva Delhi ha sido planteado para incrementar el intercambio recíproco. Las relaciones comerciales han aumentado un 250% en los últimos cinco años, pero su volumen (30.000 millones de dólares en 2007) está aún lejano de la transformación sinoafricana (55.000 millones de dólares). África, que en 2006-2007 contó con un 8% del comercio global indio (respecto al 5,8% de 2002-2003), constituye para la India un gran contenedor para ampliar el propio mercado, multiplicar las líneas de crédito (el compromiso indio apuesta por aumentar los 2,15 millones de créditos concedidos en el bienio 2003-2004 a 5,4 millones para el bienio 2008-2009) y servir sus propias inversiones.

África es cada vez más crucial para la seguridad energética india, considerando el hecho de que el subcontienete indio es el quinto consumidor de petróleo con 2.700.000 barriles al día, equivalentes al 3,1% del consumo mundial (dato de 2006), que cerca del 78% de la necesidad energética va hacia el exterior y que en 2006 India importó 19 millones de toneladas de petróleo de África (cerca de la mitad con respecto a las importaciones chinas). No es casualidad que el foco comercial indio en África se haya movido cada vez más hacia los países productores de hidrocarburos, sobre todo Gabón, Egipto, Libia, Nigeria y Sudán.

La Declaración de Delhi y de África e India en el Framework for Cooperation

El Fórum indio-africano, que debería ser renovado cada tres años, ha concluido con la adopción de dos documentos, la Declaración final y el Framework para la cooperación bilateral. El primer documento es un acto de alcance político en el que la India y los países africanos, en calidad de “países vecinos del Océano Índico”, reconocen posiciones comunes en una serie de cuestiones críticas, como el deterioro medioambiental, el cambio climático, las negociaciones comerciales multilaterales, las reformas de las instituciones internacionales (ONU e instituciones de Bretton Woods), el respeto y la tutela de los derechos humanos, el terrorismo internacional, el tráfico ilegal de armas, la no proliferación de armas de destrucción masiva, la lucha contra el narcotráfico, la promoción de la pluralidad y la Democracia y la puesta en marcha de un desarrollo sostenible.

La Declaración de Delhi, y de paso el Fórum indio-africano, contiene también una clave de lectura político diplomática. En el caso de una reconfiguración organizativa del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la candidatura de la India como miembro permanente podría recibir el importante apoyo de los países de la UA, así como la revisión organizativa y la reforma de los procesos de poder de decisión de las instituciones finacieras internacionales, unidas a las negociaciones para el cambio de las reglas de comercio internacional, podrían ser influenciados por el Gobierno indio a favor de los países en vía de desarrollo.

La Declaración compromete a los países africanos y a la India a subrayar un plan de acción común para realizar la cooperación bilateral. Los términos de esta están contenidos en África-India Framework for Cooperation, un “libro azul” que se basa en los principios de la equidad, del beneficio mutuo, del respeto a la independencia, de la soberanía y la integridad territorial.

El Framework compromete a las dos partes a cooperar en los siguientes sectores: económico (agricultura, comercio, industria, inversiones, pequeña y mediana empresa, energía, medioambiente, finanzas, integración regional); político (paz, seguridad, sociedad civil y gobernabilidad); tecnológico (ciencia, tecnología, investigación y desarrollo, informatización y comunicación); y social (formación, sanidad, acceso al agua, pobreza, cultura, turismo).

La cooperación de la India y África contiene un régimen de tarifas preferenciales que favorecen a los 34 países africanos menos desarrollados. El acceso preferencial al mercado indio pertenece a mercancías (algodón, cacao, diamantes, minerales) que luchan además por el 90% de las exportaciones nacionales. Nueva Delhi, además ha prestado 500.000 millones de dólares para ayudar al desarrollo.

Conclusiones

En el surco de la evolución de las relaciones entre los países africanos y las potencias económicas asiáticas (China y Japón), el gobierno de la India se ha introducido como uno de los mayores interlocutores, capaz de proponer formas de cooperación ya adquiridas en el campo de las materias primas y, especialmente, en las fuentes energéticas, pero también nuevos proyectos de desarrollo en el campo de las tecnologías, de la comunicación, de sistemas de gobierno y de las exigencias sociales.

El Fórum de Nueva Delhi no ha sido creado sólo para reducir la esfera de la influencia de China en el continente africano, sino también para dar a la economía india salidas comerciales que se han convertido en indispensables para la tendencia del desarrollo económico nacional.

CHINA Y LOS DOS CAMINOS DE ASIA


Xulio Ríos

El próximo 6 de Mayo, Hu Jintao, el presidente chino, iniciará una importante visita a Japón. Será la primera vez en diez años que un jefe de Estado chino visite el país vecino. La iniciativa diplomática viene precedida de encuentros bilaterales al máximo nivel, incluyendo la visita de Wen Jiabao en abril del año pasado y la presencia en China de Yasuo Fukuda, el primer ministro nipón, en diciembre último. Los esfuerzos de ambos por recrear una nueva atmósfera positiva parecen evidentes, aparentemente solo interferidos por el reciente episodio de los ravioles envenenados que ha justificado un ligero retraso de la cumbre. Las expectativas sobre esta visita fueron definidas recientemente por el vicepresidente chino Xi Jinping como de “profundo impacto”.

El encuentro entre China y Japón se llevará a cabo en un contexto marcado por otros movimientos de relieve. El más importante, el acercamiento entre el continente y Taiwán, lo que puede trastocar buena parte de la geopolítica de Asia oriental. El anunciado fin de la guerra fría entre la República de China y la República Popular China y el acercamiento económico y a otros niveles que se vislumbra, fruto de un entendimiento cuajado entre el PCCh (Partido Comunista de China) y el KMT (Kuomintang) en el diálogo directo iniciado en 2005 y que abarca a las elites empresariales de uno y otro lado del Estrecho, puede activar dinámicas diferentes en Asia.

Los recientes encuentros entre Japón y Corea del Sur, donde ambos líderes han decidido construir una relación “madura”, ahora el siguiente de China y Japón, y el previsto, antes de que acabe el año, de los tres países en Tokio, pudiera poner los relojes en hora en Asia. Si China logra desbloquear el litigio norcoreano e incentivar una dinámica similar en la península a la que ahora reinicia con Taiwán y, al tiempo, encontrar un lenguaje común con Tokio, sin duda podríamos hallarnos en el umbral de la refundación de Asia oriental, dejando atrás las hipotecas heredadas de la II Guerra Mundial, con un impacto regional y mundial mayúsculo.

Las grandes potencias asiáticas han tomado buena nota de la debilidad económica estadounidense, y también de la profundidad de las discrepancias conceptuales con Occidente en asuntos de importancia que afectan a la identidad del sistema político y a la soberanía de sus respectivos países. No es casualidad que las críticas a lo sucedido en en Tibet en marzo pasado o los reclamos de boicot a los JJOO hayan tenido escaso eco en la propia Asia. No solo se trata de hipotéticos temores a las reacciones de Beijing sino de una visión diferente de dichos problemas.

En materia de seguridad, Corea del Sur y Japón sustentan su política en la alianza con EEUU, con implicaciones recientes de Australia e incluso India en la estrategia de contención de China. La reciente visita del nuevo líder surcoreano Lee Myung Bak a Estados Unidos sirvió para reforzar la alianza estratégica entre Seúl y Washington. No obstante, Fukuda, aun sin contar con unanimidad al respecto en su partido, es claro partidario de primar el entendimiento con China. Un acercamiento efectivo entre China y Japón tendría enormes consecuencias, lo que, sumado a otras dinámicas en curso en la región, podría dar carpetazo a la guerra fría, impedir de facto la plasmación de una nueva política de bloques en la región y situar a Asia camino de independizarse de la tutela estadounidense.

LA IMPORTANCIA ESTRATÉGICA DE ASIA CENTRAL (II): EL DEBATE ENERGÉTICO


Carlos Echeverría Jesús

Los productores centroasiáticos de crudo (Kazajistán) y de gas (Turkmenistán y, en menor medida, Uzbekistán) viven cortejados por múltiples clientes o por quienes aspiran a serlo, realidad que tratan de aprovechar para obtener mejores precios en la venta de sus recursos a destinatarios tan variados como Rusia, China, Irán o los países occidentales.


Kazajistán ha visto crecer entre 2000 y 2005 su PIB en un 63% gracias al crudo que produce y vende y las fuentes más optimistas cifran sus reservas en 110.000 millones de barriles, es decir, dos tercios de las reservas de crudo del Caspio. Otras fuentes, más comedidas, sitúan sus reservas en 39.600 millones de barriles y, además, insisten en factores como la calidad de alguno de sus crudos, como el situado en el importante campo de Kashagan en el que precisamente por la calidad se han producido retrasos en su explotación, que se prevé comience en 2011.


Turkmenistán, por otro lado, que dispone de las quintas mayores reservas mundiales de gas en su subsuelo y al que da salida principalmente a través de gasoductos rusos, se ha mostrado tradicionalmente pragmático en lo que a la elección de los clientes respecta, abasteciendo por ejemplo a la región septentrional de Irán a través del gasoducto Karabcheh–Korkui. En diciembre de 2007 y en un momento de frío intenso, Turkmenistán cerró los flujos en dirección a Irán, oficialmente por problemas técnicos pero en realidad por una disputa en torno al precio. Finalmente, el contencioso se resolvió en beneficio de Turkmenistán y la aceptación iraní se explicaba tanto en clave de política interna –las elecciones parlamentarias de marzo en las que Mahmud Ahmadineyad debía consolidarse acallando a los críticos– como de política exterior y comercial, cuando Irán desea verse involucrado con sus reservas propias de gas natural en el proyecto Nabucco actualmente en discusión.


Este proyecto rivaliza con otros dos patrocinados por Rusia: el South Stream, que trae gas ruso de Siberia, se extenderá hasta Italia y se consolida sin parar, la última vez con la incorporación final al mismo de Austria y Eslovenia el pasado 10 de junio, y el Gasoducto del Caspio que, tendido por la ribera del Caspio desde Turkmenistán, y pasando por Uzbekistán y Kazajistán llevará gas centroasiático hacia Rusia y de allí a países terceros.


En lo que se refiere a Uzbekistán, algún día será un importante productor de gas –de hecho ya exporta algo a Kirguizistán, Tayikistán y Kazajistán– pero hoy por hoy destaca más por su función de país de tránsito, presente y futuro. Además, Uzbekistán comienza a abrirse al exterior y, así, el pasado 25 de febrero, durante una visita oficial del presidente Islam Karimov a Corea del Sur, la empresa Uzbeknefgaz (UNG) firmaba un acuerdo con un consorcio surcoreano por el que este contribuirá a explotar el yacimiento uzbeko de gas de Surgil, en el que se estima que hay unos 131.000 millones de metros cúbicos. También es país de tránsito Kirguizistán, por el que pasa un gasoducto que parte de Kazajistán. Hay planes de construir un segundo que conectaría Almaty con la capital uzbeka, Tashkent, a través de Bishkek.

Entre Rusia y China

Es significativo que el primer viaje al exterior del presidente ruso, Dimitri Medvedev, tras su investidura el pasado 7 de mayo, le haya llevado a Kazajistán y a China entre los días 22 y 23 de mayo. Rusia recibe crudo kazajo a través del Caspian Pipeline Consortium y la colaboración en materia energética tanto con Kazajistán como con China constituye un capítulo fundamental en la agenda exterior rusa, siendo además la especialidad del nuevo presidente.


Con amplísimas fronteras con ambos (4.300 kilómetros con Kazajistán y 7.500 con China) y un importante intercambio económico, de 16.500 millones de dólares con el primero y de 48.000 millones con el segundo, Rusia tiene en esta proyección oriental una prioridad indudable, estimulada además por el abastecimiento energético a una China en rápido crecimiento y por la colaboración en la misma materia con Kazajistán, que también comparte enormes fronteras con China (7.000 kilómetros). En 2006 Kazajistán exportó la mayor parte de su producción de 54,6 millones de toneladas de crudo a través de territorio ruso y 8.000 millones de metros cúbicos de gas por gasoductos del monopolio Gazprom.


En lo que al comercio entre Kazajistán y China respecta, Pekín promociona la construcción de un oleoducto de 2.900 kilómetros entre la localidad kazaja de Atyrau, en el Caspio, y Alashankou, en la frontera entre ambos. Para el Kremlin, Kazajistán es un punto de apoyo para influir en la cuenca del Caspio en términos energéticos. Aunque los mandatarios ruso y kazajo señalaron la importancia de su vínculo, es un hecho desde hace tiempo que Kazajistán tiene una política exterior y comercial cada vez más diversificada –“ivectorial” en expresión kazaja–, tal y como se reflejaba algunas semanas atrás con la firma de un acuerdo que permitirá la exportación de crudo kazajo por el oleoducto Bakú–Tiflis–Ceyhán (BTC).

En lo que atañe al gas, China, que aparece como interlocutor ante terceros sin imponer restricciones o condicionantes políticos, ya ha negociado acuerdos con Kazajistán y Turkmenistán, dado que las conversaciones con Moscú al respecto se han venido mostrando excesivamente lentas. Así, China firmó en 2006 un acuerdo con Turkmenistán para construir un gasoducto a través de Uzbekistán. Pekín busca ansiosamente proveedores extranjeros a causa del agotamiento de algunos de sus yacimientos de hidrocarburos y de las dificultades para explotar otros. En Xinjiang, la provincia más grande del país y donde se concentran unos 12 millones de iugures musulmanes, se encuentra la quinta parte de las reservas chinas de gas y el 30% de las reservas de crudo (unos 20.000 millones de toneladas), pero la explotación en ambos casos es difícil al encontrarse bajo el desierto de Taklamakan y en una zona de considerable altitud.

Ya a fines de los 90, China negoció la construcción de un oleoducto de 960 kilómetros entre Kazajistán occidental y China. Actualmente sólo está parcialmente operativo, su construcción ha costado 700 millones de dólares y se espera que en dos o tres años sea capaz de transportar alrededor de 20 millones de toneladas de petróleo al año. Por otro lado, China participa en la construcción de infraestructuras en Asia Central y/o en su financiación (es el primer inversor en la industria kazaja del petróleo) y así financia el gasoducto entre Turkmenistán y China, que, a lo largo de 7.000 kilómetros entre el este de Turkmenistán y Shanghai, transportará unos 30.000 millones de metros cúbicos al año.


El acuerdo entre ambos, firmado en 2006, incluye también a Kazajistán y a Uzbekistán, ya que el gasoducto pasará por ambos aportándoles derechos de tránsito. Conocido como el Gasoducto Transasiático (TAGP, en sus siglas en inglés), se retrasará hasta al menos 2010, pese a que inicialmente estaba prevista su inauguración a principios de 2009, y ello por demoras producidas en la firma de los documentos necesarios por parte de Uzbekistán, país por el que el gasoducto recorrerá 530 kilómetros. En cuanto a la proyección china en Turkmenistán propiciada por el acuerdo, se plasmará en la contribución de la Corporación Nacional China de Petróleos (CNPC, en sus siglas en inglés) a la construcción del yacimiento de gas que abastecerá al gasoducto.

También está presente China en Tayikistán, donde el Import–Export Bank de China está aportando un préstamo de 300 millones de dólares para ayudar a construir la estación hidráulica de Zeravshan, y el grupo minero chino Zijin planea invertir 100 millones de dólares en una mina de oro en la misma zona. En términos energéticos, Tayikistán pretende aprovechar sus recursos hidráulicos para producir energía y planea construir dos instalaciones hidroeléctricas, una en el río Vakhsh, en el centro del país, y la otra –ya mencionada– en el río Zeravshan, en el norte. Por otro lado, China está ayudando a financiar la construcción de un ferrocarril desde Uzbekistán a través de Kirguizistán con destino a China.

El futuro del Caspio

La penetración china en la región se prevé que sea duradera, pues seguirá creciendo a buen ritmo en los próximos dos o tres decenios, pero todos los Estados centroasiáticos tienen claro que no quieren depender demasiado de Pekín y ello da juego tanto a Rusia como a la UE y sus Estados miembros, así como a otros países de la zona. En este sentido, destaca la creciente cooperación entre Turkmenistán y Azerbaiyán, demostrada durante la primera visita oficial del pragmático presidente Gurbanguly Berdymukhammedov a Bakú, en los días 19 y 20 de mayo, la primera de un jefe de Estado turkmeno a Azerbaiyán desde 1996.


Tras ella, el presidente azerí, Ilham Aliyev, afirmó que todos los temas bilaterales estaban ya resueltos. Si esta cooperación cristaliza ello podría llevar a un acuerdo bilateral sobre la delimitación de las aguas del Caspio que quizá pueda ser útil para lograr avances entre todos los Estados ribereños (Rusia, Irán, Azerbaiyán, Turkeminstán y Kazajistán), que se reunirán en Bakú en septiembre en la que será la tercera reunión celebrada hasta ahora y en la que algunos esperan obtener compromisos frente a la esterilidad en este aspecto de las dos anteriores.


En este contexto, si Turkmenistán demostrara que posee bastante gas, ello podría animar a quienes apoyan la construcción del Gasoducto Transcaspiano –léase el proyecto Nabucco– a tratar de atraerle con aún más ahínco. El problema es que con su política respecto a Rusia, China y Occidente, Turkmenistán tendrá que demostrar que tiene gas para todos y por ahora no clarifica sus proyectos ante nadie, tal y como se ha demostrado con los comentarios vagos sobre tal proyecto hechos durante la visita de Berdymukhammedov a Bakú. No hay que olvidar que en la II Cumbre de Estados Ribereños, celebrada en Teherán el 16 de octubre de 2007, Rusia se aseguró que el suministro gasístico desde Turkmenistán, Kirguizistán y Uzbekistán se canalizará en el futuro por el territorio ruso gracias a la construcción de un gasoducto que circunde la ribera del Caspio (Gasoducto del Caspio), alternativa hoy al Nabucco.

Los anhelos de la UE pasan por alimentar este proyecto de gasoducto, el Nabucco, entre Turquía y Austria y más allá, con gas procedente de Azerbaiyán, pero también de Turkmenistán a través de un tendido que alcanzaría los 3.400 kilómetros de longitud. Este último prometió en abril 10.000 millones de metros cúbicos de gas al año pero no existen aún los medios para transportarlo hasta el Nabucco, siendo el tendido ideal el que vaya a través del Caspio entre Turkmenistán y Azerbaiyán.


La visita a Ashgabat el 20 de abril de Reuben Jeffrey, subsecretario de Estado de EEUU para Asuntos Económicos, Energéticos y Agrícolas, ha servido para insistir en dicha idea, pero hoy por hoy todo indica que tanto Turkmenistán como Uzbekistán, que podrían abastecer de gas a Europa, se ven más tentados por los mercados ruso y chino y temen o no pueden comprometerse con países occidentales por las consecuencias que podría tener en sus relaciones con Moscú y Pekín. Además, el anuncio hecho en marzo por Gazprom, en el sentido de que pagará precios europeos a Turkmenistán, Uzbekistán y Kazajistán por su gas, puede frustrar los intentos europeos y estadounidenses de establecer esta ruta alternativa evitando a Rusia.


Turkmenistán firmó en abril de 2004 un acuerdo de 25 años de duración con Rusia por el que este último incrementará a partir de 2009 sus compras de gas turkmeno hasta los 80.000 millones de metros cúbicos anuales. El pragmatismo de Saparmurat Niyazov, heredado por Berdymukhammedov, conlleva incluso que exista un gasoducto de pequeño diámetro que transporta gas a Irán y que es la única conducción gasística que atraviesa fronteras políticas de un Estado centroasiático hacia el exterior de la región sin estar controlado por Moscú.

El proyecto a través de Afganistán

En los últimos 12 años se ha hablado de forma cíclica de un megaproyecto que involucra a Turkmenistán, Afganistán, Pakistán y, eventualmente, también a la India. El proyecto de gasoducto para exportar gas turkmeno hacia Afganistán, Pakistán y, eventualmente, el subcontinente indio, ya era evocado en la época en la que los talibán dominaban Kabul pero algunas compañías occidentales interesadas, con la estadounidense UNOCAL a la cabeza, eran entonces demasiado prudentes ante una región donde sobraban los riesgos de todo tipo. Cuando EEUU bombardeó el norte de Afganistán en 1998, como represalia por los ataques terroristas contra sus Embajadas en Kenia y Tanzania, el proyecto fue olvidado y no se volvió a hablar de él hasta diciembre de 2002, momento en que los presidentes de Turkmenistán, Afganistán y Pakistán se reunieron, convocados por el segundo, y firmaron un acuerdo para construir dicho gasoducto, de 1.600 kilómetros y un coste aproximado de 3.500 millones de dólares a partir de 2006 y con el objetivo inicial de transportar 30.000 millones de metros cúbicos de gas al año.


Tras la firma invitaron a India a sumarse al proyecto en un gesto de pragmatismo pero también obedeciendo a los consejos del Banco Asiático de Desarrollo (BAsD), que consideraba y considera viable y rentable el proyecto sólo si abastece también de gas a la emergente India. Después, la inestabilidad en Afganistán y en Pakistán han impedido el comienzo de los trabajos y se ha tenido que esperar hasta la reciente Cumbre de la OTAN en Bucarest, el pasado abril, en la que el presidente turkmeno Berdymukhammedov aprovechó para llamar la atención sobre este proyecto, para que vuelva a vislumbrarse la posibilidad de que este vea algún día la luz siempre y cuando Afganistán y Pakistán se hagan más estables.


El problema es que en su reunión con el presidente George W. Bush, su homólogo turkmeno no pareció comprometerse con el proyecto que estadounidenses y europeos apoyan para cruzar el Caspio y enlazar con el Nabucco. Aunque el presidente turkmeno ansía diversificar sus clientes y las rutas de transporte del gas que produce, es extremadamente cauto a la hora de mostrar compromisos.

Conclusiones

El futuro energético de la región pasa por varias líneas maestras entre las que hoy por hoy parece imponerse el statu quo respecto a Rusia y la apertura al emergente mercado chino más que la fijación de compromisos firmes y fiables con Occidente, como podría ser el proyecto Nabucco en lo que al gas turkmeno respecta. En cuanto al petróleo, en su búsqueda de equilibrio y de unas menores dependencias exteriores, Kazajistán va diseñando su agenda de relaciones con algunos Estados europeos, destacándose el caso de Alemania, con la que tiene un volumen de intercambios de 2.000 millones de dólares anuales, que hacen de ella el sexto socio de Kazajistán tras Rusia, Italia, Suiza, China y Francia.


En cuanto a España, está hoy por hoy presente en Kazajistán a través de Repsol YPF, que explotará a partir de 2009 un 25% del yacimiento de petróleo y gas de Zhambay en el Caspio, situado junto a la desembocadura del Volga, donde comparte la explotación con la kazaja Kazmunaigaz, que posee el 50%, y la rusa Lukoil, que tiene el 25% restante. Por otro lado, Kazajistán emerge también como importante productor de uranio (produjo más de 6.600 toneladas en 2007 y podría alcanzar las 15.000 en 2010) y ello hará aún más interesante aproximarse a ese país en los próximos años.


Finalmente, Uzbekistán tiene reservas de gas y comienza a destacar en lo que a producción respecta, pero sigue estando a la sombra de Turkmenistán y es relevante sólo como país de tránsito. En cuanto a Kirguizistán y Tayikistán, ambos están hoy por hoy al margen del gran debate energético en marcha.