lunes, 4 de agosto de 2008

BIOGRAFIA: KIM JONG IL


Roberto Ortiz de Zarate


La preparación del futuro dictador

La biografía oficial, hay que decir que panegírica hasta la absurdidad, del primogénito de Kim Il Sung, quien fuera el dirigente absoluto de Corea del Norte desde la partición de la península en 1948 hasta su fallecimiento en 1994, asegura que vino al mundo el 16 de febrero de 1942, en plena guerra de liberación nacional contra el ocupante japonés, en el campamento guerrillero que dirigía su padre en el monte Paekdu, en la frontera con China. Sin embargo, los archivos de la antigua URSS sitúan el nacimiento en una aldea de pescadores, Vyatskoye, a 70 km al nordeste de la ciudad siberiana de Jabárovsk, a orillas del Amur, en el lejano oriente soviético.

Estas fuentes informan también que el niño, de hecho, recibió inicialmente el nombre de Yuriy Irsenovich Kim, siendo el patronímico Irsenovich una creación a partir de la forma rusificada, Irsen, del nombre propio del padre, Il Sung (dicho sea de paso, el nombre original de Kim Il Sung no era tal, sino Kim Song Ju), y que nació el 16 de febrero de 1941, es decir, un año antes de la fecha establecida. Entonces, Vyatskoye era el campo base de la 88ª Brigada del Ejército Soviético, formada por exiliados comunistas coreanos y chinos, y en la que Kim Il Sung comandaba un batallón con el rango de capitán.

El mentís de la historiografía aceptada en todas partes salvo en Corea del Norte afecta igualmente a Kim padre, al que la propaganda del régimen marxista-leninista por él fundado siempre presentó como un genial general revolucionario que desde la más tierna edad combatió al colonialismo japonés, hasta su total destrucción en 1945. En realidad, Kim Il Sung pasó toda la Segunda Guerra Mundial en la URSS, no regresando a su país hasta septiembre de 1945, siguiendo a las tropas soviéticas que, invadiendo desde el norte, arrollaron a los japoneses en Manchuria. Por tanto, cabe dar por seguro que hasta después de la rendición japonesa Kim hijo pasó los primeros años de su infancia en territorio soviético junto con su familia. La madre, Kim Jong Suk, primera esposa de Kim Il Sung, falleció después de la guerra, en 1949, a los 31 años, durante un parto prematuro. Dos años antes lo habría hecho un hermano menor del futuro dictador, Kim Pyong Il, al parecer ahogado en una piscina. El tercer retoño tenido por Kim Il Sung y Kim Jong Suk, Kim Kyung Hee, una chica, haría carrera en los órganos dirigentes del partido.

Tras la división de la península coreana en dos zonas de ocupación separadas por el paralelo 38, con los soviéticos al norte y los estadounidenses al sur, Kim Il Sung se instaló con su familia en Pyongyang. Allí, el 9 de septiembre de 1948, el dirigente hizo proclamar la República Popular Democrática de Corea (RPDC) e instauró una férrea dictadura de tipo estalinista desde los cargos de secretario general del Partido de los Trabajadores de Corea (CND), primer ministro y comandante en jefe del Ejército Popular Coreano. Durante la guerra contra Corea del Sur y sus aliados occidentales (junio de 1950 a julio de 1953), Kim Jong Il cursó estudios elementales en la República Popular China –país amigo cuya intervención militar salvó de la derrota a los norcoreanos- y tras el Armisticio de Panmunjom prosiguió su educación en la escuela Namsan de Pyongyang.

En septiembre de 1960 ingresó en la Facultad de Economía de la Universidad Kim Il Sung de la capital para instruirse en Economía Política. El CND registra su alta de membresía el 22 de julio de 1961, tras alcanzar la mayoría de edad. Según la biografía oficial, en su etapa lectiva el joven desarrolló una intensa actividad cultural cuajada de estudios particulares de la obra y el pensamiento de su padre. Allí se le adjudican numerosos ensayos de teoría marxista adaptada al caso nacional, seminarios de formación política impartidos a compañeros de aula, visitas de inspección a centros de producción y todo tipo de diligencias encaminadas a la consolidación del régimen, bien por su cuenta, bien acompañando a su padre.

En resumidas cuentas, Kim hijo adquirió la categoría de experto en Juche (término que se suele traducir por “confianza en uno mismo”), la doctrina de autosuficiencia nacional formulada por Kim padre a partir de sus ideas marxistas y maoístas. El Juche, que generó una gigantesca bibliografía saturada de terminología repetida una y otra vez, que en 1972 reemplazó al marxismo-leninismo como la ideología oficial del Estado norcoreano y que incluso dio nombre a una cronología que hace de 1912, el año del nacimiento de Kim Il Sung, el Juche 1 de la nueva era, es definido como la “unión monolítica del Líder, el partido y las masas en una sola fuerza motriz de la sociedad, con la liberación del hombre como único objetivo”. También, como un “principio filosófico humanocéntrico” que confiere al hombre la condición de “maestro de todo que decide sobre todo”. Más aún, el Juche es ensalzado como la “solución” de todos los problemas y necesidades del pueblo coreano, y que puede resultar de gran utilidad para el conjunto de la humanidad.

Destacando siempre su inteligencia y brillantez excepcionales, una genialidad que había heredado de su progenitor, estos textos sobre la vida temprana de Kim se recrean en los detalles de su activismo político hasta el punto de invitar a los lectores a imaginárselo, más que como un estudiante, como un precoz maestro capaz de sermonear y adoctrinar a todo el mundo en cuestiones de calado teórico y práctico como el materialismo histórico, la revolución socialista, la lucha antiimperialista o la planificación económica. La publicación en marzo de 1964 de su tesis de graduación, La posición y el papel de un país en la construcción del socialismo, puso remate a su etapa formativa.

El mutismo de las reseñas oficiales imposibilita la corroboración desde este lado de informaciones procedentes del exterior sobre ciertos pasajes de la primera trayectoria de Kim, como que en algún momento de los primeros años sesenta recibió adiestramiento como piloto de combate en una academia militar de la República Democrática Alemana, pero que a los cinco meses de ingresar fue expulsado de la misma por mala conducta, o que a comienzos de la década siguiente aprendió el idioma inglés en Malta, acogido a la hospitalidad del Gobierno laborista de Dom Mintoff.

El 19 de junio de 1964 Kim empezó a trabajar para el Comité Central del CND, dando comienzo su ascenso en el escalafón del partido. Poco después adquirió las primeras responsabilidades oficiales en el entramado del Comité Central, concretamente en el Departamento de Organización y Liderazgo, que dirigía su tío Kim Yong Ju, hermano menor de Kim Il Sung. La biografía oficial da mucha importancia a su denuncia en 1967, durante las purgas políticas desatadas por su padre, de las “perversas intenciones de los revisionistas anti-partido de debilitar la pureza de las tradiciones revolucionarias con la difusión de ideas burguesas, revisionistas y neoconfucianas”. El “sabio discernimiento” y la “resuelta indagación” de Kim, prosigue la biografía, permitieron al partido suprimir un “complot” orquestado desde dentro.

En septiembre de 1970 Kim fue promovido a los puestos de vicedirector del Departamento de Agitación y Propaganda, y director del Departamento de Cultura y Arte del IV Comité Central. Desde estas oficinas ordenó la composición de obras teatrales, poéticas y novelísticas de exaltación patriótica, glorificación del régimen político y culto a la personalidad de su padre, que, como las demás producciones ideológicas del régimen, ofrecían unas cotas de ditirambo y de machacona reiteración de léxico revolucionario que igualaban o superaban a las de las fraseologías estalinista o maoísta. Es en esta época cuando Kim, un treintañero joven cuyas crecientes comparecencias públicas secundando a su padre sugerían la existencia de un plan sucesorio, se reveló como un entusiasta de las artes escénicas y la cinematografía, y de su adaptación a las necesidades pedagógicas del régimen. De creer las reseñas oficiales, él mismo redactó algunas óperas de canto, danza y drama como vehículos de “cultura revolucionaria”. En 1973 publicó el estudio Sobre el arte del cine, al que hasta los años noventa siguieron nuevos ensayos sobre otras tantas manifestaciones artísticas aplicadas a la inculcación del Juche.

Dos décadas como heredero a la sombra de su padre Kim Il Sung

En octubre de 1972 Kim se convirtió en miembro pleno del V Comité Central y en septiembre del año siguiente, durante el séptimo plenario, en el secretario de Organización, Agitación y Propaganda, esto es, el corazón ideológico del CND y un órgano de importancia decisiva en un sistema donde el adoctrinamiento constante e intenso de la sociedad era la garantía del poder omnímodo del partido. De esta época data su obra Pequeña biografía del Camarada Kim Il Sung, con la que demostró ser el más cualificado cultivador del culto a la personalidad del Gran Líder de la RPDC. La entrada de Kim Jong Il en la suprema instancia colectiva del CND por aquel entonces, el Comité Político del Comité Central, tuvo lugar el 13 de febrero de 1974, durante el octavo plenario. Desde sus nuevos cargos, se dedicó a impulsar la campaña de movilización de masas conocida como las Tres Revoluciones (“ideológica, técnica y cultural”), de impronta totalmente jucheana, y en economía el Plan de Seis Años (1971-1976, cuya culminación con un año de antelación se encargó de anunciar) y el Plan de Siete Años (1978-1984).

Informes de medios occidentales aseguran que en las décadas de los setenta y ochenta el vástago de la dictadura desempeñó un papel de primer orden como ejecutor de la estrategia antiimperialista diseñada por la RPDC para desestabilizar a potencias de Occidente en general y a Corea del Sur en particular. Esta campaña para subvertir regímenes políticos considerados enemigos no rehuía ni el asesinato político ni el terrorismo, y era aplicada sobre el terreno por una tupida red internacional de espías, agentes secretos y mercenarios.

Así, la RPDC estuvo detrás de las varias tentativas de magnicidio sufridas por los presidentes-dictadores surcoreanos Park Chung Hee (1963-1979) y Chun Doo Hwan (1980-1988), como fueron el intento de asalto por un comando del palacio presidencial de Seúl en 1968, la agresión por un coreano residente en Japón en 1974 -en la que resultó muerta la esposa de Park- y el atentado con bomba contra la delegación surcoreana desplazada a la capital de Birmania en 1983, que mató a 17 personas, entre ellas varios ministros. Éste es justamente el episodio terrorista que más se suele vincular a Kim Jong Il, aunque la explosión el 29 de noviembre de 1987 en pleno vuelo de un avión de la Korean Air Lines, que causó la muerte a 117 pasajeros, todavía fue achacada a la insidia criminal de los servicios secretos norcoreanos subordinados a su mando.

No todas las tropelías terroristas endilgadas a Kim tuvieron motivaciones desestabilizadoras de poderes foráneos: en 1978 sus sicarios raptaron al director y productor de películas surcoreano Shin Sang Ok y a su esposa y actriz Choi Eun Hee con el cándido propósito de que le ayudaran a levantar una industria norcoreana del cine que produjera largometrajes de éxito internacional. Sobre este chocante caso no puede dejar de añadirse que Shin filmó para sus anfitriones forzosos siete películas –la más conocida, Pulgasari, una versión local de Godzilla, el famoso monstruo japonés del celuloide- antes de conseguir escapar a Viena junto con su esposa en 1986.

Se debiera ya a sus méritos en las operaciones de inteligencia –naturalmente, jamás mencionadas por el régimen-, ya a sus contribuciones en los terrenos cultural e ideológico, el caso fue que en algún momento de los años setenta Kim Il Sung se convenció de la idoneidad de su hijo para sucederle al frente del Estado, el partido y las Fuerzas Armadas cuando él no pudiera seguir. En 1975 los órganos de prensa empezaron a referirse ambiguamente a Kim Jong Il tras el epíteto de “centro del partido”, un anónimo dignatario al que había que obedecer ciegamente por ser el que mejor comprendía y desarrollaba la doctrina del Juche. Sin embargo, la proclamación de Kim como el legatario político del Gran Líder no tuvo lugar hasta un lustro más tarde, al parecer debido a la oposición que el proyecto de instaurar una dinastía comunista hereditaria, situación que no tenía precedentes históricos, encontraba en algunos miembros del Buró Político. Fuera de Corea del Norte han sido abundantes las especulaciones sobre el rechazo suscitado por esta pretensión en varios altos cuadros y veteranos de la lucha antijaponesa, quienes no considerarían a Kim merecedor de tan alto destino por su inexperiencia e inmadurez.

El tío Kim Yong Ju, quien llevaba años perfilado como uno de los candidatos a la sucesión con más posibilidades, fue apartado de la escena justamente en 1975; para este jerarca fue el comienzo de un ostracismo de 15 años de duración. Otro candidato potencial, Kim Il –sin parentesco con la familia-, fue cesado como presidente del Consejo de Ministros en abril de 1976, antes de fallecer en 1984. En los últimos años setenta las comparecencias públicas de Kim menguaron y se habló de un apartamiento del primer plano que estaría relacionado con las luchas por el poder. Si las hubo, éstas se saldaron en favor del aspirante a delfín oficial del régimen. Finalmente, en el VI Congreso del CND, celebrado entre el 10 y el 14 de octubre de 1980, Kim Jong Il fue designado sucesor de su padre e ingresó de golpe en el Buró Político del Comité Central -que sustituía al antiguo Comité Político-, en el muy selectivo Presidium o Comité Permanente del Buró Político, el nuevo órgano cimero del partido, y en la Comisión Militar del Comité Central. Esta triple promoción le convirtió en uno de los más altos jerarcas de la RPDC con rango oficial.

Removidos en apariencia los obstáculos a su futuro encumbramiento, Kim fue acumulando atribuciones adicionales de manera paulatina: diputado de la Asamblea Popular Suprema, a la vez que recibía el título de Héroe de la RPDC, en febrero de 1982; presidente de la Comisión Militar del Comité Central en 1984; primer vicepresidente de la Comisión de Defensa Nacional en mayo de 1990; y, hecho fundamental en un régimen basado en el uso coercitivo de la fuerza donde los militares ponen la espina dorsal, comandante supremo del Ejército Popular, sustituyendo a su padre, por decisión del VI Comité Central reunido en su decimonovena sesión plenaria. el 24 de diciembre de 1991. La falta de preparación castrense de Kim no obstó a un nombramiento al frente de la milicia que contó con la aquiescencia del muy poderoso ministro de Defensa, el mariscal Oh Jin Woo, considerado el número dos del régimen y jerarca leal a Kim Il Sung.

El 6 de agosto 1984 Radio Pyongyang se refirió a Kim por primera vez como el "único sucesor del Gran Líder". Comenzaron las referencias encomiásticas al Querido Líder -expresión que se convirtió en un sobrenombre cuasi oficial y que permitía subrayar la identificación, como si de un clon político se tratara, del hijo con el padre-, el “líder incomparable” y el “gran sucesor para la causa revolucionaria”. El régimen animó a la ciudadanía a seguir las directrices del Querido Líder de igual manera a como acataba el dictado del Gran Líder, y se afanó en enaltecer las virtudes de Kim como gran dirigente y teórico principal del Juche, según reflejaba el amontonamiento de discursos y artículos doctrinales de su puño y letra, que daban para periódicas ediciones de gruesos tomos recopilatorios.

El 20 de abril de 1992, ya entrado en la cincuentena de edad, Kim recibió el rango de mariscal del Ejército, pocos días después de que la prensa le aclamara como "jefe del partido, el Estado y el Ejército Popular". Tanta rotundidad generó confusión en el resto del mundo sobre si las previsiones sucesorias habían tenido efectivamente lugar, y el 1 de octubre siguiente nuevas expresiones del mismo tipo reavivaron la incertidumbre. Los medios del régimen ya venían refiriéndose rutinariamente a Kim hijo como el "Secretario", apelativo de intencionada carga ideológica que contrastaba con la imagen más estatal proyectada por su anciano padre, llamado el “Presidente”. La cascada de nombramientos se completó el 9 de abril de 1993, cuando la IX Asamblea Popular Suprema, reunida en su quinto período de sesiones, le eligió presidente de la Comisión de Defensa Nacional. El elenco de honores del Querido Líder incluía la Orden Kim Il Sung –concedida por triplicado- y un doctorado honorífico otorgado en 1986 por la universidad peruana Inca Garcilaso de la Vega.

Indagación en la vida privada de un personaje enigmático

Kim Il Sung falleció el 8 de julio de 1994 a los 82 años de edad, víctima de un fulminante ataque al corazón. Los telespectadores de todo el mundo pudieron ver a muchedumbres de norcoreanos llorar desgarradoramente al paso del cortejo fúnebre y arracimarse suplicantes, como presa de un agudo sentimiento de orfandad, ante la colosal estatua del dirigente difunto en Pyongyang. Aunque era el sucesor oficialmente designado, Kim Jong Il no asumió inmediatamente de manera oficial ni la Secretaría General del CND ni la Presidencia de la República, continuando por el momento como el "dirigente supremo designado y único sucesor" del Gran Líder. Sin embargo, el mando absoluto recayó incuestionablemente en él, haciendo realidad la primera sucesión dinástica en la jefatura de un Estado comunista.

Muy poco era lo que el público internacional sabía entonces de Kim Jong Il, aunque los propios norcoreanos no estaban mejor informados, más allá de las semblanzas oficiales y del protagonismo mediático; de hecho, hasta 1992 la población no escuchó la voz del Querido Líder, con motivo de una arenga a la milicia en una parada militar. Su supuesta relación con los actos de terrorismo de Estado arriba citados y con ciertas defunciones misteriosas de altos responsables del partido y el Estado, más una serie de informaciones sobre sus gustos extravagantes aventadas aquí y allá, invitaban a dibujar una personalidad del flamante dictador a caballo entre lo enigmático y lo siniestro.

Por de pronto, los medios de comunicación del régimen mantenían un secretismo total sobre su vida marital, que cabe calificar de turbulenta. Hoy, gracias sobre todo a los informes de los servicios de inteligencia surcoreanos, se sabe que Kim ha estado “casado” (el entrecomillado es pertinente, ya que nunca ha estado clara la situación jurídica de las parejas formales del Querido Líder) al menos tres veces, aunque circulan rumores, imposibles de precisar, sobre la existencia de numerosas parejas informales y amantes. La primera cónyuge fue Song Hye Rim, una actriz que actuaba en las películas propagandísticas del régimen y que ya estaba casada cuando captó el interés de Kim, quien se encargó de deshacer ese matrimonio. Tras hacerla su esposa, Kim Jong Il tuvo con ella en 1971 a su primer hijo, Kim Jong Nam, quien fue preparado con todo esmero para desempeñar los más altos puestos del liderazgo.

El primogénito del Querido Líder saltó a la palestra de manera incidental en mayo de 2001, cuando ya sonaba como el heredero político escogido por su padre habida cuenta de su elenco de responsabilidades en distintos órganos del Estado, entre ellas la jefatura del comité encargado de desarrollar las tecnologías de la información en la RPDC. El joven, acompañado de dos mujeres y un niño de cuatro años identificado como su hijo, fue arrestado por la Policía japonesa a su llegada al aeropuerto de Tokyo por viajar con un pasaporte falso de la República Dominicana en el que empleaba un alias chino. Según él, estaba en Japón con su familia para visitar el parque de atracciones de Disneyland Tokyo. Descubierta su verdadera identidad, Kim estuvo retenido unos días por las autoridades niponas antes de ser deportado a China, desde donde se supone que regresó a casa, aunque en 2003 se divulgó la noticia de que estaba viviendo en el país vecino.

Entonces se especuló con que Kim Jong Nam habría intentado entrar en Japón en relación con actividades clandestinas que afectaban a secretos militares o tecnológicos. También se habló de un intento de deserción, hipótesis abonada por el hecho de que el grupo se desplazara sin la menor protección o escolta, algo en verdad inconcebible para cualquier persona allegada a Kim Jong Il, cuanto más para su hijo, su nuera –si una de las dos mujeres era tal- y su nieto. Cualesquiera que fueran las razones que empujaron a Kim a esta extraña peripecia, el caso fue que desde entonces sus posibilidades sucesorias se desvanecieron. Para entones, el matrimonio de sus padres ya llevaba muchos años roto. Song Hye Rim acabó estableciéndose en Moscú en circunstancias inciertas, quizá relacionadas con una depresión nerviosa. Informes sin confirmar por la RPDC aseguran que murió en la capital rusa en mayo de 2002, justo al año del incidente protagonizado por su hijo.

A finales de los setenta o a principios de los ochenta Kim reclutó a su nueva consorte, Ko Young Hee, también en los medios artísticos. Se asegura que esta bailarina de origen japonés siempre fue su favorita y que despertó en él un auténtico amor. Con ella tuvo dos hijos, Kim Jong Chul, nacido en 1981, y Kim Jong Woon, nacido en 1983. Todo sugiere que Kim Jong Chul y Kim Jong Woon ganaron muchos puntos para ser designados, uno de los dos –aunque con más posibilidades el mayor-, para la sucesión luego de la caída en desgracia de su hermanastro en 2001. Significativamente, en febrero de 2003 los órganos de propaganda del Ejército lanzaron una campaña de ensalzamiento de Ko Young Hee, a la que sin llamar por el nombre presentaron como la “Madre Respetada que es la persona más fiel y leal al Querido Líder Camarada Comandante Supremo”. A finales de agosto de 2004 los medios surcoreanos, citando fuentes chinas, anunciaron la muerte de Ko el 13 de ese mes, a los 51 años de edad, de un fallo cardíaco relacionado quizá con un cáncer terminal de mama. Fiel a su inveterado secretismo, el régimen norcoreano no difundió la esquela, aunque se celebró el preceptivo funeral.

Cuando la mudanza en el poder de 1994, una tercera mujer, Kim Young Suk, era retratada por los medios internacionales como la “esposa reconocida” de Kim. Como sucede con las otras dos mujeres, sólo puede conjeturarse cuándo se inició el vínculo conyugal entre Kim Jong Il y Kim Young Suk, cuándo terminó, si es que terminó, y qué naturaleza tenía éste, aunque por el orden de la descendencia alumbrada por el dictador Kim debió de seguir a Song Hye Rim y preceder a Ko Young Hee. De esta relación nació una niña, Kim Sul Song, en 1974. Tras la muerte de Ko Young Hee en 2004, Kim Jong Il habría iniciado vida en común con su secretaria desde hacía dos décadas, Kim Ok. Además de estos cuatro vástagos, tres varones y una hembra, tenidos con sus tres parejas formales, Kim sería el padre de otros tantos o más chicos tenidos con amantes que pasaron a disfrutar de un discreto reconocimiento y de privilegios.

La saga familiar de Kim Jong Il gana más intriga si se toman en consideración a los hermanastros del dictador, Kim Pyong Il, nacido en 1954 y llamado igual que el hermano biparental de Kim Jong Il muerto prematuramente en 1947, y Kim Yong Il, que eran los hijos tenidos por Kim Il Sung con su segunda esposa, Kim Song Ae, tras enviudar de Kim Jong Suk. Estos dos hermanos Kim constituían un clan potencialmente rival de Kim Jong Il, así que en vida Kim Il Sung, para proteger su plan sucesorio, se encargó de mantener a los hijos tenidos en su segundo matrimonio bien lejos de Pyongyang, poniéndoles al frente de misiones diplomáticas y embajadas en varios países europeos.

Ahora bien, en 1994 y en los años siguientes el público internacional fue ilustrado sobre todo con detalles sorprendentes de la vida privada extrafamiliar del dirigente norcoreano. Siempre según informaciones de los servicios secretos surcoreanos filtradas a la prensa de ese país, las cuales han de tomarse con las debidas cautelas, Kim presentaba las típicas vanidades y excentricidades del retoño encumbrado de dictador, acostumbrando a satisfacer todas sus apetencias. Era un apasionado del cine de Hollywood en sus diversos géneros –pero preferentemente los de acción, sin faltar las películas de gángsteres, bélicas, agentes secretos y de terror- y se le atribuía una videoteca privada de más de 20.000 títulos. Kim era pintado también como un sibarita libertino que no se privaba de ningún capricho opulento y que disfrutaba con las exquisiteces culinarias, los vinos y licores de importación, el coleccionismo de vehículos y bicicletas de lujo, y la imprescindible compañía femenina.

Asimismo, se decía que tenía fobia a volar, que siempre hacía sus desplazamientos en un tren blindado y que estaba acomplejado con su corta estatura (160 cm), la cual intentaba realzar en sus apariciones públicas peinándose el cabello hacia arriba y llevando calzas en los zapatos. A mayor abundamiento, algunos analistas no dudaban en achacarle una personalidad decididamente cruel, insensata, intolerante y paranoica. Así, a diferencia de su padre, Kim ni siquiera se dejaría aconsejar: si un subordinado no acataba sus órdenes sin rechistar, consideraría esta actitud una deslealtad merecedora de castigo. Los observadores no eran unívocos en sus pronósticos: de Kim tanto cabría esperar un fanático belicista como un realista impulsor de reformas, en un régimen que era probablemente, con sus rasgos orwellianos, el más totalitario y represivo del mundo.

Encrucijada nuclear y apariencia de un liderazgo errático e imprevisible

Esta imagen inquietante de Kim Jong Il como un hombre dogmático, voluble e impredecible suscitó en el momento de la sucesión múltiples interrogantes, máxime porque Kim Il Sung había fallecido en vísperas de una anunciada cumbre histórica, concertada por el ex presidente estadounidense Jimmy Carter, con su homólogo surcoreano, Kim Young Sam, y al poco de aceptar la reanudación de las negociaciones con Estados Unidos para intentar superar la última disputa entablada con la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), porfía que había sido convertida por el dictador en una crisis internacional.

En su encuentro con Carter en Pyongyang el 18 de junio de 1994, Kim Il Sung había aceptado la parada de sus anticuados reactores nucleares de gas-grafito, que eran capaces de producir a partir del combustible de uranio el elemento plutonio, sospechoso de destinarse a usos militares, así como la inspección por la AIEA de sus instalaciones y la suspensión de la totalidad de su programa nuclear. A cambio, Estados Unidos se había comprometido a liderar un consorcio internacional, denominado Organización para el Desarrollo de la Energía en la península Coreana (KEDO), con la misión de construir y entregar a la RPDC dos plantas nucleares de agua ligera -más seguras y menos susceptibles de explotarse para usos no civiles-, y a proveerle con 500.000 tn³ de petróleo bruto al año para subvenir las necesidades energéticas en el período transitorio. Estados Unidos, que asumiría los costes -estimados en 4.000 millones de dólares- de la operación junto con Corea del Sur y Japón, accedió también a normalizar las relaciones diplomáticas con la RPDC y a darle garantías de no agresión sobre las bases de la permanencia de Pyongyang en el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y la implementación de la Declaración de Desnuclearización de la Península Coreana, que se remontaba a 1992.

Pues bien, el inesperado óbito de Kim Il Sung pareció poner todo esto en cuestión. Por de pronto, Pyongyang anunció la suspensión sine díe de la histórica cumbre presidencial, que debería haber favorecido la conclusión del estado de guerra en la península, auténtico resquicio de la Guerra Fría, vigente desde el armisticio de 1953 y la reunificación de los dos estados a medio o largo plazo, algo que el Norte siempre había proclamado como un objetivo nacional sagrado. Sin embargo, el 21 de octubre de 1994 la RPDC y Estados Unidos firmaron en Ginebra un acuerdo que formalizaba las decisiones de la reunión Carter-Kim Il Sung, de manera que la KEDO pudo ponerse en marcha el 16 de diciembre.

Si el nuevo líder de Corea del Norte se avenía a respetar el documento de Ginebra, en lo referente a los tratos con Corea del Sur los acontecimientos que se sucedieron en los años siguientes parecieron confirmar las peores expectativas sobre Kim, cuya excepcionalmente larga provisionalidad en el poder, ya que transcurrían los meses y el autócrata seguía sin asumir formalmente la Secretaría General del CND y la jefatura del Estado, fue pareja a aquella tendencia negativa. Así, el anuncio por Pyongyang el 4 de abril de 1996 de que dejaba de reconocer el Tratado del Armisticio fue seguido inmediatamente por incursiones de patrullas militares nordistas dentro de la Zona Desmilitarizada (ZDM), vasta línea de alambradas, fosos antitanque, búnkeres y torres de vigilancia que hace de la intercoreana la frontera más vigilada y armada del mundo. El 18 de septiembre siguiente se agudizó la tensión cuando el Ejército del Sur abatió a un comando de Norte, desembarcado de un submarino y en presunta misión de espionaje. Más tarde, el 16 de julio de 1997, se produjo un intercambio de disparos en la ZDM.

Ahora bien, a pesar de las provocaciones periódicas y de las amenazas de guerra, difundidas con retórica anacrónica por la Agencia de Noticias Central de Corea, que las acompañaban, los analistas avezados en los hermetismos de la RPDC sugirieron que Kim sólo estaba explotando, hasta límites temerarios, eso sí, el factor nuclear esgrimido por su padre. Y es que el nuevo dictador norcoreano debía hacer frente a una situación económica calamitosa, que era la consecuencia de muchos años de planificación irracional de la producción y de la evaporación de las ayudas exteriores, que eran todas las soviéticas y buena parte de las chinas. Según estimaciones de Corea del Sur, la economía del Norte estaba en recesión desde hacía una década y sólo en 1997 la tasa negativa habría rozado el 7% del PIB. El fracaso de las colectivizaciones agrícolas, la angustiosa escasez de divisas extranjeras, el destino del grueso del presupuesto a los gastos militares y el impacto catastrófico, posibilitado por la deforestación masiva, de las inundaciones de 1995 y la sequía de 1997 se habían traducido en una gravísima crisis de subsistencias y en una hambruna general cuyo alcance resultaba difícil de cuantificar.

El propio Gobierno de Pyongyang reconoció carecer de recursos para alimentar a la mitad de la población, pero desmintió categóricamente las informaciones de visitantes occidentales sobre la muerte por inanición y por enfermedades causadas por los déficits nutricionales de entre uno y tres millones de norcoreanos desde 1995 a 1999. La ONU se mostró convencida de que la mortandad excedía el millón de víctimas. Las autoridades reconocieron la muerte por hambre de sólo 220.000 personas entre 1995 y 1998. Este pavoroso panorama, subrayado por los testimonios de paisanos fugados a China y de funcionarios desertores a Corea del Sur que hablaban de motines de hambre, rebeliones de unidades militares desesperadas por sus deplorables condiciones de vida y hasta de casos de canibalismo, no podía ser verificado a causa de la rigurosa cuarentena informativa impuesta por las autoridades.

Si Kim se decantaba por mantener el pulso en el exterior, contrariamente a su padre, no parecía estar tan obsesionado con la cuestión de la pendiente reunificación y sí temer más una absorción por el Sur a semejanza de lo sucedido con las dos Alemanias en 1990. La contradicción que había entre ser consciente de lo urgente de la apertura al exterior por imperativo económico y tenerle miedo a exponer a la sociedad a los influjos occidentales explicaría las vacilaciones de Kim, sin descartar tampoco que la vuelta al lenguaje guerrero tuviera que ver con ciertas inseguridades sobre su posición interna.

En líneas generales, Kim no alteró la política decretada en los últimos años de su padre parar evitar el colapso de la economía, consistente en la creación de sociedades mixtas con compañías extranjeras, la regularización de los mercados agrícolas en los que los campesinos pudieran vender sus productos hortícolas, la introducción de las primeras nociones de contabilidad autónoma en las empresas estatales y la creación de zonas comerciales experimentales siguiendo el ejemplo de la experiencia china. Ciertamente, el Gobierno de Beijing se declaraba completamente favorable a la unidad coreana, pero también aguardaba con impaciencia a que Pyongyang abrazara sin tapujos las reformas económicas de mercado.

Desde comienzos de los años noventa, el objetivo de esta titubeante apertura económica fue la captación de divisas, para impulsar el comercio exterior, y de productos de consumo básicos, para nutrir un mercado interior en descomposición; si bien ahora, con el desabastecimiento haciendo estragos entre la población, lo perentorio era la recepción de alimentos. Sabedor de sus bazas en tan perturbador escenario, Kim agitó ante Corea del Sur y Estados el espantajo de una invasión militar o civil protagonizada por millones de ciudadanos famélicos, con el fin de asegurarse un trato ventajoso en unas futuras negociaciones.

Consolidación en el poder absoluto e incremento de las presiones exteriores

Concluido el período de duelo nacional por la muerte de su padre, el 8 de octubre de 1997 el Comité Central del CND eligió a Kim para la Secretaría General del partido, disipando las dudas surgidas en el extranjero sobre su verdadera autoridad en el régimen. Las especulaciones al respecto se habían amontonado en los meses previos por el rosario de deserciones y jubilaciones forzosas de diplomáticos y altos oficiales del partido y el Estado, bajas que coincidieron con la defunción por causas naturales de algunos veteranos muy influyentes, como el mariscal Oh Jin Woo, muerto en febrero de 1995.

La deserción más espectacular fue la de Hwang Jang Yop, secretario del Comité Central para las relaciones internacionales y considerado el principal ideólogo del Juche, que en febrero de 1997 se asiló en la Embajada surcoreana en Beijing. Como además Hwang era un pariente lejano de Kim Jong Il y la primera esposa de éste, Song Hye Rim, se había marchado a Rusia con indicios de fuga, los medios surcoreanos se deshicieron en especulaciones sobre una renovada inestabilidad en la cúpula del régimen animada por pugnas familiares. Además, no pasaron inadvertidas las ausencias de Kim en reuniones públicas del partido y en actos tan señalados con su 55 cumpleaños. Luego, en marzo de 1998, la prensa de Seúl informó que la RPDC se hallaba en un estado de virtual ley marcial mientras Kim lanzaba algún tipo de purga contra elementos desafectos.

Con todo, el líder norcoreano pareció estar firmemente asentado en el poder desde su entronización en 1997. Esta impresión se reforzó el 5 de septiembre de 1998 (o Juche 86) cuando la Asamblea Popular Suprema le elevó oficialmente a la jefatura del Estado, que hasta entonces había estado representada nominalmente por los cuatro vicepresidentes. Para celebrar el evento, el Servicio de Ediciones en Idiomas Extranjeros publicó una “Breve Historia del Camarada Kim Jong Il”. En su introducción, el documento presentaba a Kim como “el más fiel sucesor de la causa revolucionaria del Juche, el Comandante Supremo de las fuerzas armadas revolucionarias de Corea y el gran líder del Partido de los Trabajadores de Corea y del pueblo coreano”, el cual, “mediante incansables actividades revolucionarias desarrolladas durante 30 años alumbró una nueva era de prosperidad para Corea”. También, “a través de enérgicas actividades ideológicas y teóricas sistematizó la ideología revolucionaria del Camarada Kim Il Sun en la ideología, teoría y metodología del Juche, desarrollándola para ser la inmortal bandera revolucionaria de la era de la independencia”.

Sin embargo, Kim no se convirtió en presidente de la República, ya que una revisión constitucional abolió este cargo y transfirió la suprema autoridad estatal a la presidencia de la Comisión de Defensa Nacional, en la que Kim fue simplemente reelegido. Toda vez que el preámbulo de la Constitución otorgaba a Kim Il Sung el título de “presidente eterno de la República”, no cabía imaginar a otro titular de esa oficina. En puridad, las funciones tradicionales del jefe del Estado, en su dimensión protocolaria, pasaron al presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Suprema, un viejo puesto ahora resucitado y que recayó en Kim Yong Nam, miembro del Buró Político del CND.

Una lectura de estas mudanzas institucionales era que al hacer de un órgano relacionado con el Ejército una institución decisiva, el régimen convertía a la Comisión de Defensa Nacional en uno de sus pilares fundamentales, como mínimo de la misma importancia que el partido. Por otro lado, regía la política conocida como Songun, por la que las Fuerzas Armadas tienen prioridad sobre otros departamentos en las compras de material y la prestación de servicios sociales a sus miembros.

Estos desarrollos internos tuvieron algún efecto dinamizador de las renqueantes negociaciones exteriores, ya que el 5 de marzo de 1997 se produjo en Nueva York un encuentro intercoreano al nivel de ministros de Exteriores, el 26 de noviembre Corea del Norte y Estados Unidos celebraron conversaciones de alto nivel en Washington, y el 9 y el 10 de diciembre siguiente Ginebra fue el escenario de las primeras conversaciones cuatripartitas, esto es, ambas Coreas, más Estados Unidos y China, con vistas a la firma de un tratado de paz.

La segunda ronda de estas negociaciones se celebró entre el 16 y el 21 de marzo de 1998, pero no arrojó ningún resultado por la intransigencia del Norte en sus tradicionales reivindicaciones, a saber: la retirada previa de los 37.000 soldados estadounidenses del Sur y el establecimiento de un tratado de paz con Estados Unidos por separado. El diálogo estrictamente intercoreano lo reanudaron los respectivos viceprimeros ministros en Beijing el 11 de abril de 1998, en la primera reunión de ese nivel desde julio de 1994, pero seis días después se rompió entre reproches mutuos. La delegación de Pyongyang acusó a la de Seúl de mezclar las cuestiones políticas con el que aquella consideraba el verdadero tema sustancial, el envío de alimentos al Norte.

Entonces, hacía más de un mes que el Sur estaba presidido por Kim Dae Jung, el veterano dirigente de la oposición a las dictaduras de los generales de Seúl que había ganado su cuarto intento presidencial con la promesa de hacer todo lo posible para sellar la reconciliación de los coreanos. El 31 de agosto de 1998, cuando más factible parecía un avance decisivo en las mesas de negociación, Pyongyang asombró al mundo con el lanzamiento de un misil balístico que sobrevoló el archipiélago nipón, a la altura de la isla de Honshu, para caer presumiblemente en el océano Pacífico. El incidente armado encolerizó al Gobierno japonés, que suspendió su participación en las negociaciones cuatripartitas y en la KEDO, asustó al surcoreano, quien por el contrario mantuvo sus contactos económicos y culturales, preocupó a China y a Rusia, y alarmó profundamente a Estados Unidos, que congeló todos sus compromisos con la RPDC.

Días después, Pyongyang anunció triunfalmente que había lanzado con éxito un cohete trifásico de medio alcance, del modelo Taepodong 1, con la misión de poner en órbita un "satélite artificial de comunicaciones"; los países extranjeros habían tomado "erróneamente" por un ensayo militar de misil balístico lo que no era sino un lanzamiento espacial. Estados Unidos y Japón calificaron de "ridícula" esta versión, pero el Ministerio de Exteriores surcoreano no estaba tan seguro. El caso fue que el 9 de septiembre Kim presidió los fastos del quincuagésimo aniversario de la RPDC, con el vector del supuesto satélite artificial convertido en el último florón de la parafernalia revolucionaria.

En las capitales concernidas se hablaba por lo bajo de "chantaje nuclear", más por cuanto Pyongyang amenazaba con vender tecnología de misiles balísticos a terceros países que, como la propia Corea del Norte, figuraban en la lista negra de Estados Unidos. Al igual que hiciera su padre en marzo de 1993 cuando se desvinculó del TNP (movimiento que se quedó en una suspensión y que fue anulado por el acuerdo de octubre de 1994), Kim estaría sondeando el grado de compromiso de Estados Unidos en la defensa de Corea del Sur y de paso presionándole para que levantara las sanciones económicas a la RPDC. En la presente coyuntura, Kim habría advertido a Washington que estaba muy descontento por el retraso de los envíos petroleros de la KEDO, que arrastraba apuros financieros, y la insuficiente ayuda humanitaria, que el país necesitaba desesperadamente. A comienzos de octubre de 1998 los dos países iniciaron rondas de conversaciones centradas en la proliferación nuclear; días después se reanudaron en Ginebra las negociaciones cuatripartitas sobre el tratado de paz.

Hacia la reconciliación con Corea del Sur y extensión de la apertura diplomática a Occidente

A mediados de junio de 1999 se produjeron graves escaramuzas entre unidades navales del Norte y el Sur –se informó del hundimiento de un torpedero norcoreano, provocando un número importante de muertos y heridos- que movilizaron a los efectivos de Estados Unidos en la zona, pero antes de acabar el mes delegaciones de los dos países reanudaron las conversaciones en Beijing. Kim seguía practicando su peligroso juego de combinar, sin solución de continuidad, las bravatas guerreras y el talante negociador. Pero, sutilmente, la situación evolucionaba en una dirección positiva.

La inquebrantable voluntad de reconciliación de Kim Dae Jung jugaba en favor del arreglo, así como la actitud contemporizadora de Estados Unidos. El 24 de septiembre de 1999 Pyongyang anunció la suspensión de sus lanzamientos de cohetes mientras durasen las conversaciones con Estados Unidos. Días antes, Washington había anunciado la suavización de su embargo comercial. La perspectiva de un encuentro personal inminente entre los dos presidentes coreanos cobró intensidad luego de que el 29 de mayo de 2000 Kim Jong Il realizara una visita secreta a Beijing, en su primera salida al exterior desde que llegó al poder y muy probablemente la primera también desde junio de 1983, cuando estuvo dos semanas en la capital china. La visita tenía todo el aspecto de ser una consulta de cortesía al único país que podía considerarse aliado de Corea del Norte, aunque este vínculo se había resentido a raíz de la fructífera relación establecida por China con Corea del Sur desde el establecimiento de relaciones diplomáticas en agosto de 1992.

El histórico encuentro intercoreano tuvo lugar en Pyongyang entre el 13 y el 15 de junio de 2000. Kim Jong Il, que engalanó el evento con las coloristas movilizaciones de masas gratas al régimen, se mostró sumamente cordial con su invitado; valga mencionar que, en un gesto impropio de él, lo recibió personalmente a pie de pista en el aeropuerto. De hecho, Kim pareció estar encantado en su insólito papel de estrella internacional, consciente del impacto dramático que cada uno de sus gestos podía producir en ambos países y del concepto de hombre esquivo y misterioso que el mundo se había elaborado de él. Relajado, sonriente y destilando buen humor, el dictador incluso se permitió bromear sobre su atribuida aversión a ser grabado por las cámaras de televisión extranjeras.

El 14 de junio los líderes firmaron un Acuerdo de Reconciliación que, si bien no contenía puntos concretos de carácter diplomático o militar, sí contemplaba un amplio elenco de medidas de confianza para rebajar tensiones mediante el relanzamiento de los intercambios económicos, culturales y deportivos. La más significativa, por su carácter emocional, era la autorización de desplazamientos de ciudadanos a ambos lados de la frontera para reunirse con familiares separados desde la guerra de 1950-1953. Estos reencuentros, de honda repercusión social, comenzaron a partir del mes de agosto. Otra medida afectaba a los prisioneros de conciencia respectivos, cuya repatriación a uno u otro lado sería negociada "sin interferencias exteriores". Por lo demás, los dos Kim prometieron trabajar conjuntamente para alejar el fantasma de la guerra en la península y lograr la reunificación nacional en fecha no especificada.

El principio de reconciliación con el Sur en 2000 tuvo repercusiones positivas en los tratos con los países occidentales, hasta entonces mínimos o inexistentes. Así, la RPDC estableció relaciones diplomáticas con Italia y Australia, emprendió conversaciones en la misma dirección con el Reino Unido y Canadá, y se puso a dialogar con Japón para normalizar las relaciones que se encontraban congeladas desde noviembre de 1992. Por otro lado, el 27 de julio el país fue admitido en el Foro Regional de la ASEAN (FRA), ámbito intergubernamental creado por esta organización comercial del sudeste de Asia para discutir cuestiones de seguridad, coincidiendo con su reunión en Bangkok. Y tres días después comenzó en Seúl la primera ronda de negociaciones al nivel de ministros para desarrollar los acuerdos de Pyongyang. Pero el frenesí diplomático no acabó ahí.

El 19 de julio de 2000 Kim, que parecía haberle cogido gusto a salir en los medios, recibió al presidente ruso Vladímir Putin. La cumbre tonificó las relaciones ruso-norcoreanas, que se encontraban en el limbo desde que en 1990 la URSS estableciera relaciones diplomáticas con Corea del Sur y luego la Rusia independiente se desentendiera de los viejos compromisos soviéticos con la RPDC. En Pyongyang, Kim comunicó a Putin otra sorprendente novedad: Corea del Norte estaría dispuesta a abandonar su programa de misiles a cambio de ayuda internacional para desarrollar un programa aeroespacial civil. Putin se marchó convencido de que la propuesta de su anfitrión era "digna de tener en cuenta", y así se lo transmitió a su homólogo estadounidense, Bill Clinton.

El 24 de octubre fue el país americano el que envió una delegación de alto nivel, con la secretaria de Estado Madeleine Albright al frente, para averiguar las pretensiones de Kim. En esta recepción histórica a la jefa de la diplomacia estadounidense, Kim volvió a obsequiar a sus huéspedes con masivos desfiles de ovación para demostrar la “adhesión inquebrantable” de la nación a su líder. Tras reunirse con él, Albright dijo que Kim le había prometido poner fin a los lanzamientos de cohetes Taepodong. Coronando un año de éxitos para el antes denostado dirigente, cuando el Comité Nobel de Oslo concedió el Premio de la Paz al presidente surcoreano añadió un comentario reconociendo la "contribución de los líderes de Corea del Norte y otros países en pro de la reconciliación y la posible unificación" de las dos Coreas.”

REVISIONES IDEOLÓGICAS DEL ISLAMISMO RADICAL: IMAM FADL


Muntaser al-Zayyat

Es de gran interés sociopolítico el proceso de revisión de las posturas radicales y violentas que en los últimos años están llevando a cabo influyentes líderes de dos de los grupos más radicales del islamismo egipcio, con gran repercusión en todo el universo árabe e islámico: al-Yamaa al-Islamiyya y al-Yihad.

Los jefes históricos de al-Yamaa al-Islamiyya en la cárcel desde 1981 (Nayeh Ibrahim, Osama Hafez, los hermanos Darbala, Fuad al-Dawalibi y otros) iniciaron en julio de 1997 un significativo cambio de registro proponiendo al régimen egipcio un alto el fuego unilateral. Las razones de este cambio parecían responder a la constatación de la imposibilidad de vencer por las armas, el elevado coste humano que les suponía la represión y la degradación de su imagen y su aislamiento de la sociedad por el recurso al terrorismo. Si bien cuatro meses después tuvo lugar un sangriento atentado terrorista contra turistas en Luxor, en el que murieron más de 60 personas, esta operación marcó un punto de inflexión en la organización y abrió un intenso debate. El liderazgo se apresuró a calificarlo como error, mientras algunos analistas lo interpretaron como una reafirmación de la capacidad militar de al-Yamaa para desmentir el argumento del gobierno de que la tregua declarada venía dada por la debilidad de la organización debido a la actuación de las fuerzas de Seguridad. Poco después, un dirigente en el extranjero, Muhammad al-Muqri, condenaba en un opúsculo, y basándose en el derecho islámico, el asesinato de turistas y civiles. La propuesta y la revisión de los presupuestos del grupo fueron recibidas por el régimen con dudas sobre su seriedad, y por parte de la jefatura en el exilio con muchas críticas. Las dudas se fueron disipando con el paso de los años, a lo que contribuyó sin duda que algunos medios de comunicación se ofrecieran como plataforma para exponer el debate interno y la revisión ideológica del grupo, de forma notoria el semanario egipcio al-Musawwar que publicó una serie de entrevistas con dirigentes de al-Yamaa en las que reconocían el error cometido al enfrentarse con el régimen en los 90 y pedían perdón a la sociedad egipcia "por los crímenes cometidos". A partir del año 2002, el gobierno egipcio permitió la publicación de varios libros de al-Yamaa en los que se exponían las bases teóricas de este cambio de estrategia, y un año después comenzó el proceso de liberación de presos (la jefatura y mil miembros del grupo comenzaron a abandonar las cárceles). En sus nuevos escritos, el grupo reflexiona sobre varios conceptos y posiciones: el yihad deja de ser lícito si conduce a la fitna (sedición), el asesinato por diferencias doctrinales o de no-musulmanes se considera ilícito.

La iniciativa de al-Yamaa fue apoyada por la jefatura de al-Yihad, y de otros grupos como al-Nayun min al-Nar, en las cárceles, y supuso también un debate interno que condujo igualmente a un rechazo del uso de la violencia y una revisión general de postulados y estrategias que ha cristalizado años más tarde, en 2007, con la iniciativa de quien fuera el primer "emir" de al-Yihad, Imam Fadl. El resultado, hasta ahora, ha sido la liberación de unos 130 miembros de al-Yihad (se calcula que hay unos 2000 más en las cárceles) y se especula con la posibilidad de que pongan en libertad a los dirigentes, entre ellos el propio Imam Fadl, detenido en Yemen en 2001 y entregado a las autoridades egipcias en 2004.

Al-Sayyed Imam Ibn Abdelaziz al-Sharif, más conocido como Imam Fadl o Doctor Fadl, (ver itinerario biográfico en Perfiles), fue el primer "emir" de al-Yihad y calificado como "el padre de la Constitución de al-Qaida" por su libro, considerado de cabecera para cualquier "buen muyahid", al-Umda fi-iidad al-udda li-l-yihad fi-sabil Allah (Compendio básico sobre la preparación de lo necesario para el yihad por Dios), publicado en 1988 en pleno proceso de la lucha de los muyahidin contra la ocupación soviética de Afganistán. En este libro eran calificados de infieles todos los regímenes, fuera y dentro de países islámicos, que no se regían por las leyes de Dios y contra los que era obligatorio declarar el yihad, entendido como lucha violenta. Es decir, era toda una preparación para el yihad. Preparación que integraba dos aspectos: el material y el espiritual. El primero es considerado cuantitativo y tiene una dimensión jurídica, relacionada con la formación del grupo, con la política a seguir en su gestión y con las relaciones entre sus individuos; y una dimensión individual consistente en la preparación militar. En cuanto al aspecto espiritual, el "cualitativo", éste comprendía, según su autor, la educación y el desarrollo del grupo sobre fundamentos jurídicos, por un lado, y la preparación espiritual del muyahid, por otro. Es decir, la obra de Fadl se ocupaba del aspecto jurídico de la preparación material y, sobre todo, de la preparación espiritual; iba dirigida a los muyahidin en los campamentos de entrenamiento afganos y exponía cómo debían ser las relaciones entre ellos y en el "campo de batalla". Y ello, según decía, "a petición de algunos hermanos que practicaban el entrenamiento militar y el yihad". Para Fadl el campamento de entrenamiento era "un modelo a escala reducida de la acción islámica colectiva" y las reglas que se debían aplicar en el campamento debían ser las mismas que se aplicasen a cualquier sociedad islámica. Es decir, establecer el campamento de muyahidin como modelo ejemplar de sociedad islámica. Una advertencia sobre la lealtad, la pureza y la valoración; el juicio sobre el entrenamiento militar de los musulmanes; el emirato; las obligaciones del emir y las obligaciones de los miembros conformaban los principales apartados de esta "epístola con finalidad pedagógica", que basaba sus argumentaciones en El Corán, la Sunna del Profeta y en las obras de antiguos ulemas, como al-Bujari.

Como se ha señalado, esta obra fue fundamental en los campos de entrenamiento afganos para la formación ideológica de los muyahidin desde finales de los ochenta, y más tarde de los que constituirían la organización al-Qaida, vinculados a aquella generación.

Años después, Imam Fadl ha realizado un ejercicio de revisión de los postulados expresados en al-Umda. Ya en 1995 publicó otra obra que, aunque se considera también una referencia fundamental para los movimientos yihadíes, al-Yamii fi-talab al-ilm al-sharif (Compendio sobre el estudio del noble conocimiento religioso) publicado en 1993 y en 1995, incluía una autocrítica y una fatua en la que se desentendía del grupo egipcio y en la que calificaba a sus miembros como "una pandilla de corruptos". Al-Yamii, de más de mil páginas, abarcaba cuestiones científicas y prácticas que según el autor han sido objeto de debate y de interés entre los movimientos islamistas desde la desaparición del Califato en 1924.

Finalmente publicó un documento de retractación, Tarshid al-‘amal al-yihadi fi-Misr wa-l-‘alam (Encaminar la acción yihadí en Egipto y en el mundo), escrito en la cárcel en 2007 y publicado a finales de noviembre y principios de diciembre de ese año por el periódico al-Masri al-Yaum y reproducido posteriormente en muchos sitios de Internet, entre ellos el de al-Yamaa al-Islamiyya.

La reciente revisión ideológica ha provocado reacciones diversas en los círculos yihadíes y en la cúpula de la organización dirigida por Osama Ben Laden y Ayman al-Zawahiri, antiguo compañero de armas de Imam Fadl.

La publicación del documento vino precedida por la difusión en los medios de comunicación, en mayo de 2007, de una carta de Fadl fechada el 25 de abril, en la que llamaba "a todos los movimientos yihadíes a orientar sus acciones de acuerdo con las reglas legítimas, especialmente tras la aparición en muchos países de nuevas formas de asesinato y combate en nombre del yihad que contravienen la legalidad", en clara referencia a Iraq y a los atentados ocurridos en diversas partes del mundo, "como matar por la nacionalidad, por el color de la piel, por la doctrina…o asesinar a quien no es lícito matar tanto entre los musulmanes como entre los no musulmanes…", todo ello rechazado, según las nuevas posiciones del autor, por la legislación islámica incluso en caso de yihad. En el documento anunciaba la aparición de su obra de retractación "para evitar el enfrentamiento con el gobierno y el derramamiento de sangre", y proponía la firma de un documento de reconciliación con el gobierno egipcio, similar al que hiciera al-Yamaa al-Islamiyya en 1997.

En ese mismo mensaje, Fadl, conocedor de que el libro generaría gran polémica, argumentaba que no se le debía criticar partiendo de la premisa de que había sido escrito en prisión, es decir que pudiera ser resultado de la coacción, y se esgrimiese contra él el mismo principio que, sin embargo, él mismo había utilizado en los noventa: el principio de "la wilaya li-l-asir" ("el detenido carece de autoridad"). En efecto, una de las principales críticas contra la retractación propuesta por Fadl ha sido que la obra es fruto de la coacción experimentada en la cárcel. Fadl, por su parte, solventa la cuestión afirmando que no pide la obediencia, ya que la obediencia sólo se le debe a Dios, y que grandes referentes del islam como Ibn Taymiyya y Shams al-Aima al-Sarajsi (jurista del Siglo XI, encarcelado por criticar a la autoridad), redactaron sus escritos en las cárceles.

Sea como fuere, este documento puso en alerta a todos los círculos yihadíes, a investigadores, especialistas, fuerzas políticas y al propio régimen egipcio, a la espera de la publicación de Tarshid al-‘amal al-yihadi.

¿En qué consiste la revisión ideológica de un erudito que autoerigiéndose a la misma altura de grandes juristas como Ibn Taymiyya, reniega de la violencia que defendió hace más de diez años, apostando por la predicación y el conocimiento correcto de la religión? Uno de sus argumentos es que los enfrentamientos con los regímenes llevan consigo muchas extralimitaciones legales, como asesinar por motivos de raza, por pertenecer a diferentes escuelas, o asesinar a otros musulmanes y a no musulmanes, lo cual, en palabras de Fadl exige orientar bien la comprensión de la obligación del yihad, declarando ilícito el asesinato "de cruzados, judíos, shiíes y civiles", en clara referencia a las acciones de al-Qaida en Iraq. Se retracta de parte de sus afirmaciones aparecidas en al-Umda. Por ejemplo, en esa obra permitía utilizar el dinero ilícito para el yihad, apoderarse de los bienes de los kuffar (infieles); no pagar impuestos a gobiernos impíos; no consideraba obligatorio obtener el permiso de los progenitores para embarcarse en el yihad. En su obra más reciente considera ilícito atacar a los extranjeros en sus propios países aun si sus gobiernos atacan a países islámicos (en clara referencia a los atentados del 11S, del 11M y similares). Es decir, a lo largo de su última obra va deslegitimando todo aquello que había defendido anteriormente basándose en las mismas fuentes en las que se inspiró para elaborar su "guía" del muyahid: el Corán, la Sunna del Profeta y las grandes autoridades del islam.

La revisión propuesta por Fadl no parece estar dirigida a los activistas en Egipto, ya que hace años que tanto al-Yamaa como al-Yihad renunciaron a las acciones violentas y han revisado muchos de sus presupuestos ideológicos, sino más bien a los movimientos yihadíes internacionales. Y en concreto, a ese nivel formado por individuos que simpatizan con la ideología de al-Qaida, sin estar integrados ni mantener vínculos orgánicos con ella y que se "autorreclutan" a través de los "muftíes de Internet". De hecho, dice Imam Fadl que "no hay que dar por bueno todo lo que se publica en Internet…sin conocer la capacitación legal de quien lo promulga".

El nuevo documento de Fadl ha provocado diferentes reacciones, pero lo más interesante es subrayar que ha suscitado un debate interno y público en el que han participado fuerzas políticas, activistas radicales, el islam oficial (al-Azhar tuvo que dar su visto bueno al documento de retractación, que fue aprobado sin ninguna observación por una comisión ad hoc, antes de que se permitiera su difusión), investigadores, la propia organización al-Qaida y muchas páginas web.

Al-Yamaa al-Islamiyya considera el documento de Fadl "fruto de nuestra iniciativa", en palabras del teórico del grupo, Nayeh Ibrahim. De hecho, algunas de las conclusiones a las que llega Fadl son similares a las que presentó el grupo en los años noventa. Nayeh Ibrahim cree, de manera muy optimista, que aunque Ben Laden nunca renunciará a su lucha contra EEUU, las propuestas de Fadl quizás influyan en la naturaleza de las acciones de al-Qaida.

Los Hermanos Musulmanes han recibido la iniciativa de Fadl con cautela, ante el hecho de que puedan aparecer nuevos grupos islamistas en el terreno del activismo político que compitan con ellos. Issam al-Ariyan, dirigente de la organización, es partidario de esperar a ver a qué conducen esas revisiones de los planteamientos que "son fruto de una dura experiencia, de una larga ausencia de la sociedad…, la organización debe refundar su comprensión (de la sociedad) y conectar de manera diferente". Al-Ariyan no cree que se integren en el proceso político. Sin embargo, el Guía General, Muhammad Mahdi Akef, ha dado la bienvenida al documento, en tanto que revisión intelectual de grupos que pensaban que la violencia y el terror formaban parte del islam: "estas revisiones hay que apoyarlas siempre y cuando sus promotores hayan reconocido sus errores".

El Partido de Centro (Hizb al-Wasat) joven escisión de los Hermanos Musulmanes que todavía no ha obtenido el permiso de las autoridades para constituirse como partido legal, considera la propuesta de Fadl como algo positivo y valiente, si bien necesita perfeccionarse y madurar, como ocurrió con las revisiones que hizo al-Yamaa al-Islamiyya anteriormente.

Refaat al-Said, presidente de al-Tayammu‘ (partido egipcio de izquierdas) también ha dado la bienvenida a la iniciativa del antiguo dirigente de al-Yihad, declarando que es positiva y que supone el regreso de una corriente fundamentalista a la correcta comprensión de los fundamentos de la religión.

Muntaser al-Zayyat, abogado de muchos de los islamistas detenidos en las cárceles egipcias y buen conocedor de las interioridades de estos grupos, cree que el documento de Fadl tendrá una gran influencia entre los movimientos yihadíes más allá de las fronteras egipcias, hasta Afganistán, dada la posición que sigue teniendo Fadl entre muchos yihadíes. Dice al-Zayyat que el documento influirá en las relaciones de estos grupos con los regímenes árabes y en la actitud de los jóvenes que han adoptado las ideas de al-Qaida, para quienes las obras de Fadl constituyen un referente. Cree, aunque esto puede ser aún mucho más dudoso, que provocará una importante escisión en la organización de Osama Ben Laden.

Al-Zayyat pide que cese todo el debate sobre la autenticidad de la propuesta de Fadl, especialmente las dudas manifestadas por dirigentes yihadíes en el extranjero que ven el documento como resultado de la presión de las autoridades egipcias, al tiempo que solicita, algo hoy por hoy imposible, la realización de un amplio diálogo islamista que discuta la propuesta. (www.al-araby.com)

Diya Rashwan, investigador especializado en movimientos islamistas, cree que los niveles dos y tres de al-Qaida, es decir, los grupos que voluntariamente han declarado su ingreso en la organización y los jóvenes que se autorreclutan, revisarán sus convicciones, formadas en parte por los escritos precedentes de Fadl. En cuanto al primer nivel, la jefatura, es difícil, según Rashwan, conjeturar cuál será su reacción.

En cuanto a al-Qaida, ha sido sobre todo al-Zawahiri, que tiene una historia compartida con Fadl, el que ha reaccionado de manera más visiblemente contraria. Después de que Fadl publicara el comunicado de abril de 2007, en el que anunciaba que estaba escribiendo su documento, al-Zawahiri difundió un video en el que criticaba implícitamente la revisión de Fadl. En esa cinta, emitida por Al-Jazeera, al-Zawahiri dice lo siguiente "hay quienes se retractan en las cárceles alegando que Ibn Taymiyya e Ibn Hanbal escribieron sus obras en prisión. No hay nada que objetar a eso, solamente decirles que Ibn Taymiyya e Ibn Hanbal no se retractaron de lo que habían escrito en la cárcel".

Poco después, llegó una respuesta más meditada y completa de al-Zawahiri a las revisiones de Fadl. En su opúsculo al-Tabria. Risala fi-tabria umma al-qalam wa-l-sayf min manqasa tuhma al-jawar wa-l-daaf (Absolución. Epístola sobre la absolución de escritores y combatientes del defecto de la acusación de debilidad y decaimiento), se refiere ya directamente al escrito de Fadl como "al servicio de los intereses de la alianza cruzada y judía con nuestros gobernantes que infringen la sharia; es un intento de despertar entre los muyahidin dudas sobre su método, sacarlos del campo del enfrentamiento con el argumento de la impotencia y la debilidad, de que no se dan las condiciones para el yihad, y con el argumento de la renuncia a la posibilidad de que los movimientos islamistas produzcan algún cambio en Egipto".

Muhammad al-Hakayma, presentado por al-Zawahiri como responsable de al-Qaida en Egipto (al-Qaida fi-Ard al-Kinana) recalca que Fadl nunca perteneció a la organización y que, a pesar de que su obra al-Umda fi…se estudiaba en los campamentos de entrenamiento de la organización, esto no quiere decir que fuera miembro ni tampoco que se le considerara uno de sus teóricos. Un intento de minimizar el posible efecto del documento de Fadl.

Una treintena de cuadros de al-Yihad en las cárceles egipcias, donde Fadl expuso sus ideas sin, al parecer, encontrar un oponente de su categoría intelectual, rechazaron la propuesta, entre ellos Muhammad al-Zawahiri, hermano de Ayman. Asimismo, la Shura de al-Yihad en el exilio, la vieja jefatura del grupo que rodea a al-Zawahiri, publicó un comunicado el 30 de noviembre de 2007 en el que advertía a la "juventud de la Umma" de que no prestara atención a las "revisiones hechas en las cárceles" y recordaba que las acusaciones que lanza Fadl a la jefatura de los muyahidin y los errores que les atribuye son precisamente responsabilidad suya puesto que fue el primer emir del grupo, a quien se le prestaba juramento de obediencia y quien tomaba todas las decisiones. De esta manera, la vieja jefatura, según el islamista egipcio refugiado en Londres, Hani al-Sibaii (Centro al-Maqrizi de Estudios Históricos), reaparece en público para desvincularse de las propuestas de Fadl.

En realidad, el opúsculo de Fadl parece ir dirigido sobre todo a las nuevas generaciones o las generaciones futuras que pudieran enrolarse en al-Qaida o en organizaciones satélite, con el objetivo de evitar nuevos reclutamientos. Pero ahora bien, si para la generación de Fadl, la que luchó en Afganistán y luego peregrinó por Sudán, Yemen, Albania, Bosnia o permaneció en Pakistán, "el Doctor" era una referencia indiscutible, ¿ocurre lo mismo entre las jóvenes generaciones cuyos referentes se multiplican en los nuevos medios de comunicación, especialmente en Internet?

Es difícil concretar el alcance de su nueva posición ideológica, en la que se retracta de sus ideas anteriores, ya que algunos pueden considerar que nacen del hecho de que se encuentre en la cárcel y que han surgido bajo presión de las autoridades. Además, como él mismo refiere en Tarshid… "No invito a nadie a la obediencia ni exijo de nadie un compromiso con lo que yo digo en nombre de la obediencia debida a la jefatura, no existe tal cosa. Yo simplemente aconsejo, transmito conocimiento y exijo a los musulmanes que obedezcan la indicación legítima, no a mí, ya que si bien no hay entre mi persona y aquellos a los que me dirijo en este documento compromiso alguno de autoridad ni jefatura, sí es cierto que entre todos los musulmanes hay un compromiso mayor y es la conformidad con la palabra de Dios y de su Enviado (…) creemos que el enfrentamiento con las autoridades gobernantes en los países islámicos para hacer que se gobierne con la sharia, sea en Egipto o en cualquier otro país similar, no se debe llevar a cabo a la luz de las condiciones anteriores, ni en nombre del yihad ni para cambiar aquellas cosas reprobables por la fuerza. Nada de eso es lícito ni se debe hacer, no es lícito enfrentarse a las fuerzas de esos gobiernos (ejército, policía, fuerzas de seguridad) injustamente por las muchas causas de corrupción que hay en ello. Esto se lo aconsejamos a todos los musulmanes; creemos que la dedicación a la predicación islámica y al acercamiento de los musulmanes a su religión, que reduciría las corruptelas extendidas, es lo más beneficioso para el islam y los musulmanes". Fadl llega a esta conclusión a través de la revisión de la Historia "ya que a lo largo de la historia de Egipto la autoridad no ha cambiado salvo por invasiones extranjeras o por golpes de Estado internos… y dado que los movimientos populares no han tenido éxito en el pasado, tampoco lo tendrán en el presente".

MAURITANIA: REFORMA DEMOCRÁTICA Y NUEVO GOBIERNO


Casa Arabe

El gobierno en pleno de Mauritania presentaba su dimisión el pasado 6 de mayo, acuciado por las críticas sobre su mala gestión y debilidad política. El nuevo gobierno afronta la responsabilidad de consolidar la reforma democrática que desde 2005, no sin dificultades pero con importantes avances, está desarrollando este país.

En 1991, el pueblo mauritano votó en referéndum una nueva Constitución por la cual se establecía un régimen pluripartidista, si bien resultó ser un pluripartidismo artificial ya que el Partido Republicano Socialdemócrata (PRDS), liderado por Muawiya Ould Sid Ahmed Taya, gobernó el país desde las primeras elecciones celebradas en abril de 1992 y ejerció un rígido control, lo que originó una desconfianza entre el régimen y la oposición, la falta de un diálogo político y social y la ausencia de una alternancia pacífica en el poder. Las políticas fiscales y monetarias seguidas por el régimen llevaron al déficit económico y la inflación. Como resultado de todo ello, las condiciones de vida empeoraron y la seguridad se degradó. En este contexto se produjo el cambio del 3 de agosto de 2005 de la mano del ejército y de las fuerzas de Seguridad. Ese día, un grupo de militares protagonizó un golpe de Estado y el autodenominado Consejo Militar para la Justicia y la Democracia depuso a Taya y nombró a Ely Ould Muhammad Vall, director de la Seguridad Nacional, nuevo Presidente del país, y al entonces embajador en Francia, Sidi Mohammed Ould Boubacar, Primer Ministro. El CMJD se comprometió a establecer la democracia en un periodo transitorio no superior a dos años, poner en pie el Estado de derecho y el buen gobierno, mejorar la economía y el nivel de vida. La estrategia seguida para poner fin a la degradación de la vida política, económica y social fue definir, entre agosto y diciembre de 2005, las prioridades en coordinación con los partidos políticos y la sociedad civil a través de tres comisiones ministeriales encargadas de la Democracia Transitoria, la Justicia y el Buen Gobierno. Los resultados de las comisiones se debatieron democráticamente durante los llamados Días Nacionales de Consulta (25-29 octubre 2005) con la participación de 600 representantes de todos los partidos, ONG, sindicatos, empresarios, fiscales y abogados, cargos electos, ulemas, profesionales liberales, periodistas, universitarios y personalidades independientes. Durante las reuniones se fijaron los puntos para la gestión de la transición democrática con un amplio consenso. Esos puntos se integraron en el Programa de acción del gobierno de transición (1 de enero 2006 a 31 de marzo de 2007).

Desde ese momento, el país ha dado importantes y rápidos pasos hacia una democratización de la vida política: la celebración de un referéndum el 24 de junio de 2006 en el que el 97% de la población aprobó una nueva Constitución que reduce la legislatura de seis a cinco años y no permite más de una reelección presidencial; el inicio de procesos electorales; la concesión de una amnistía general que incluyó presos políticos y militares que habían participado en anteriores golpes de Estado; el regreso de antiguos opositores que permanecían en el exilio; el comienzo de la extracción del petróleo mauritano; el inicio de la "guerra contra la corrupción"; la creación de una Comisión Nacional de Derechos Humanos; el compromiso de "acabar con la esclavitud"; la concesión de libertades a los medios de comunicación y garantizar el retorno de cerca de 30.000 refugiados mauritanos en Senegal y Mali, cuestión fundamental para conseguir la unidad nacional y revisar una de las páginas más oscuras de la historia del país.

Las elecciones al Congreso de Diputados (95 escaños) se celebraron a dos vueltas, el 19 de noviembre y el 3 de diciembre de 2006, con altos índices de participación (73% y 40% respectivamente) y la presencia de 28 partidos. Si bien las autoridades de transición prohibieron la creación de un partido de corte islamista, la tendencia de los islamistas mauritanos "Reformistas Centristas" (al-Islahiyyin al-Wasatiyyin) sí pudieron presentarse a las elecciones como independientes, obteniendo 5 escaños¹.

54 escaños fueron ocupados por partidos políticos y 41 por listas de independientes. La Coalición de Fuerzas por el Cambio Democrático (Ittilaf qiwa al-tagyyir al-Dimuqrati), formada por once partidos de la antigua oposición, obtuvo 41 escaños.

Desglose:

1. Bloque de Fuerzas Democráticas (Ahmad Ould Dada): 15
2. Unión de Fuerzas de Progreso (izquierda): 8
3. Partido Republicano Social-Demócrata (ex–gobernante): 7
4. Alianza Popular Progresista (Masoud Ould Beljayr): 5
5. Agrupación por la Democracia y la Unidad (Ahmad Ould Sidi Baba): 3
6. Unión Por la Democracia y el Progreso (Naha Bint Meknas): 3
7. Unión y Cambio Mauritano (Hatim): 2
8. Partido de Renovación Democrática: 2
9. Unión y Cambio Mauritano+ Alianza Popular Progresista:2
10. Bloque de Fuerzas Democráticas+ Unión de Fuerzas de Progreso:2
11. Partido Unionista Democrático Socialista: 1
12. Agrupación Nacional Por la Democracia, Libertad e Igualdad: 1
13. Frente Popular: 1
14. Unión de Centro Democrático: 1
15. Partido de la Alternativa: 1

Las municipales se celebraron también el 19 de noviembre y el 3 de diciembre con similares porcentajes de participación (73,64%). Los partidos obtuvieron el 62,81 % y las listas de independientes el 37,19%.

Hay que señalar que una nueva ley (2006-029 del 22 de agosto de 2006) relativa a la promoción de las mujeres en el marco electoral, ha establecido normas de discriminación positiva: una cuota del 20% de los escaños en los consejos municipales; y en las elecciones legislativas una cuota que corresponda globalmente al 20% de los diputados de las circunscripciones a las que les correspondan dos o más escaños.

Así, de los 3.688 consejeros municipales elegidos, 1120 fueron mujeres (30,33%); de las nueve comunas de Nuakchot, tres están actualmente gobernadas por mujeres; y en las elecciones legislativas, de los 95 diputados totales, 18 son mujeres (17,9%). A título comparativo, en el Parlamento anterior sólo había 3 mujeres de 81 diputados (3,70 %).

En las elecciones al Senado (53 escaños) del 21 de enero de 2007, con segunda vuelta el 4 de febrero, el bloque parlamentario al-Mithaq (Pacto), que englobaba a diversas formaciones políticas, la mayoría partidarias del ex presidente Ahmed Taya, obtuvo 37 escaños frente a los 15 obtenidos por la Coalición de Fuerzas por el Cambio Democrático y los 3 que consiguió la corriente islamista de "Reformistas Centristas", como independientes. De los 53 senadores, 9 fueron mujeres (15,1%).

Las elecciones presidenciales se celebraron el 11 y 25 de marzo de 2007. El candidato Sidi Ould Sheyj Abdallah, que obtuvo un 24,8% en la primera vuelta y que goza del apoyo de los partidarios del antiguo régimen, obtuvo la victoria en la segunda vuelta (52,85%) frente a Ahmad Ould Dada (47,15%), nuevo líder de la oposición.

Hay que señalar que estos procesos electorales se desarrollaron con la presencia de observadores nacionales e internacionales organizados por Naciones Unidas, quienes elogiaron el clima de libertad y transparencia en el que transcurrieron.

El programa político del nuevo presidente pretende solucionar las principales cuestiones espinosas que siguen pendientes, entre ellas la de la población negra refugiada en Senegal y Mali desde 1989 tras una serie de conflictos étnicos. Otras prioridades de la agenda del gobierno ha sido poner fin a las violaciones de los derechos humanos; acabar definitivamente con la esclavitud, abolida oficialmente en 1981; extender la cultura de la democracia, la separación de poderes y la justicia en el marco de un Estado de las instituciones; la lucha contra la corrupción, muy extendida entre la jefatura anterior que, y esto puede constituir un obstáculo a corto plazo, ha sido quien más ha apoyado al nuevo presidente; y mejorar el nivel de vida de la sociedad sin renunciar al liberalismo, que constituye un punto central en su programa económico. La estrategia de Sheyj Abdallah es la del diálogo con todas las clases sociales buscando el consenso nacional, hacer partícipes a todas las fuerzas políticas en el proceso que ahora comienza; la creación de un gobierno de coalición en el que tienen cabida tres mujeres y representantes de la población negra (especialmente de la tribu Fulan); y la promesa de que abandonará la presidencia tras agotarse la primera legislatura. Cabe destacar que la complejidad de la sociedad mauritana, tradicionalmente tejida en torno a alianzas tribales, ha impregnado irremediablemente el proceso de democratización que vive el país. Así, es importante que Sheyj Abdallah, además del apoyo de los grandes partidos del Bloque, muy próximos al régimen anterior, consiga el progresivo respaldo de otras fuerzas políticas, de manera que se garantice cierta estabilidad y pueda ir eludiendo las tradicionales alianzas tribales e ir optando por un gobierno de tecnócratas.

Masoud Ould Beljayr, presidente del partido de la Alianza Popular Progresista y líder de los esclavos liberados, conocidos localmente como Haratin, fue elegido presidente del Parlamento y Aba Mbari, ministro de Pesca del régimen del depuesto presidente Ould Taya, fue elegido para la presidencia del Senado. Esto demuestra que el programa del presidente tiene como objetivo crear un equilibrio entre los componentes étnicos esenciales de Mauritania. La mayoría considera que este equilibrio es fundamental para la estabilidad del país: el presidente de la República pertenece a los «árabes blancos», el presidente del Parlamento a los esclavos liberados, un grupo que ha hecho escuchar su voz en las últimas décadas, y el presidente del Senado es zeny (negro). Con este "gobierno de tres" el presidente garantiza la estabilidad, la consolidación de la unidad nacional y la armonía de su mandato durante los próximos 5 años. Mauritania entra así en una etapa de transición que se caracteriza por el ejercicio de las comisiones constitucionales cuya misión es garantizar la pluralidad del régimen.

Antes de ganar las elecciones, Sheyj Abdallah prometió solucionar el problema de los refugiados mauritanos en Senegal y Mali "en un año, o tal vez en seis meses". En este sentido, el pasado 21 de noviembre, se celebraron las Jornadas Nacionales de Consulta mediante las que se pretendía estudiar el problema de los expulsados y encontrar una solución para su regreso a Mauritania. Estas reuniones pusieron de manifiesto que éste es uno de los problemas más complicados a los que se enfrenta el país. La mayoría de los participantes en las jornadas, excepto los expulsados y los familiares de las víctimas de aquella época, no desean desenterrar toda la verdad de lo que ocurrió durante aquellos años pues consideran que podría afectar gravemente a la estabilidad del país.

Al igual que ha ocurrido y sigue ocurriendo en otras partes del continente africano, la herencia colonialista ha marcado las relaciones entre las antiguas colonias francesas de Mauritania y Senegal desde la Conferencia de Berlín. Las fronteras entre ambas zonas fueron trazadas a golpe de decretos presidenciales franceses (1895, 1905, 1933) lo que provocó la dispersión de una misma tribu por diferentes territorios. Los tratados firmados por ambos países en 1959 sobre la delimitación de las fronteras y el estatus de las tribus que habitaban la zona fronteriza del río Senegal, así como los acuerdos de explotación del río, entre Mauritania, Mali y Senegal, y de la producción ganadera a lo largo de los setenta y principios de los ochenta y las resoluciones de las conferencias de presidentes de países africanos independientes que mantuvieron las fronteras heredadas de la etapa colonial, han actuado como bombas de relojería que han ido estallando poco a poco, y concretamente en el caso de Senegal y Mauritania en la segunda mitad de la década de los ochenta del pasado siglo.

La crisis de finales de los ochenta tuvo diferentes componentes. Por un lado, se produjo un conflicto étnico en Mauritania entre la etnia mayoritaria y dominante, los maur, moros, que representan el 60% de la población, y la población negra marginada, alrededor del 40%, con un reparto geográfico concreto, el norte es mayoritariamente de población árabo-beréber y el sur de mayoría negra, entre ellos los wolof, población mayoritaria de Senegal. Esa distribución se encontraba detrás del apoyo senegalés a la corriente nacionalista negra en Mauritania, que provocaría, a su vez, la confiscación por parte del gobierno mauritano de las propiedades agrícolas en manos de senegaleses, la intransigencia de las autoridades senegalesas con los ganaderos mauritanos en territorio senegalés y las presiones por ambas partes sobre el movimiento de población entre ambos lados de la frontera y sobre el movimiento comercial en la misma. La tensión fue en aumento hasta que un incidente fronterizo entre agricultores de una aldea senegalesa y ganaderos de una aldea mauritana, que terminó con varios muertos y heridos senegaleses el 9 de abril de 1989, degeneró en un conflicto entre ambos países, lo que supuso un punto de inflexión en las relaciones entre ambos desde su independencia. Al factor étnico se añadieron otros componentes: fronterizos, de recursos (explotación del río Senegal), de situación interna en ambos países, y económicos. Tuvo graves consecuencias, ya que provocó movilizaciones populares agresivas en los dos países, pérdidas materiales, saqueos de propiedades de mauritanos en Senegal y de senegaleses en Mauritania, pérdidas humanas (asesinato de senegaleses y de mauritanos), desplazamientos de población y aparición de refugiados en ambos países, guerra de declaraciones y actos de violencia y reivindicaciones étnicas. Una de las consecuencias del conflicto fue que desde mayo a agosto de ese mismo año, las autoridades mauritanas, que explicaban el conflicto como una conspiración urdida por el régimen senegalés en colaboración con frentes internos, comenzaron a expulsar a Senegal a ciudadanos mauritanos negros (zunuy), en respuesta a la expulsión por parte de Senegal de ciudadanos senegaleses de la etnia moro.

En 1990 se produjo una escalada de acciones militares en la que entraron en juego la oposición mauritana armada, personificada en el FURAM (Frente Unido de Resistencia Armada de Mauritania) con bases en Senegal e integrado básicamente por población negra mauritana no arabizada, que luchaba contra un régimen monopolizado por los sectores beréberes y árabes, y en el FRUIDEM (Frente de Resistencia por la Unidad, la Independencia y la Democracia en Mauritania) formado por negros (sudán) y por algunos maur (moros). También Senegal vio surgir y reforzarse el movimiento de resistencia interno (Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamance) al tiempo que Mauritania acusaba a Senegal de discriminación contra la población arabizada.

Tras esfuerzos diplomáticos desplegados por la Organización de la Unidad Africana, ambos países llegaron a un acuerdo en octubre de 1989 de contención de la crisis, pero no a un acuerdo sobre el derecho del retorno ya que Mauritania solo aceptaba el regreso de los mauritanos que habían permanecido "retenidos" en Senegal y no de aquellos que habían sido expulsados al país vecino y que constituían los verdaderos refugiados.

El escenario mundial tras la crisis del Golfo ejerció presión sobre Mauritania para que abandonara el discurso intransigente. Sin embargo, la cuestión del retorno, al igual que la delimitación de las fronteras y la explotación del río Senegal, ha seguido pendiente hasta el actual gobierno que se ha comprometido a solucionarla en cuestión de meses. El principal escollo han sido las compensaciones y las investigaciones sobre lo que realmente ocurrió.

Desde julio de 2007 miles de mauritanos negros han comenzado el regreso oficial a su país, aunque preocupados por su difícil integración. Si bien Mauritania había declarado durante años que los refugiados podían volver cuando quisieran, no fue hasta el 20 de junio de 2007, con el gobierno de Sheyj Abdallah, cuando las autoridades mauritanas presentaron la primera petición de ayuda oficial a la Agencia de Refugiados de la ONU (ACNUR). El primer paso deberá ser el reconocimiento por parte del gobierno de su condición de ciudadanos mauritanos para, acto seguido, iniciarse el proceso de repatriación que tendrá que ser supervisado por ACNUR, después se fijarán las compensaciones, la devolución de sus propiedades y la creación de la Comisión de Reconciliación y Confianza.

Según el documento Return and Reintegration of Mauritanian Refugees 2007-2008 de ACNUR, a fecha de julio de 2007 había unos 20.000 mauritanos negros refugiados en Senegal y unos 6.000 en Mali. En 1989 se contaron unos 60.000 refugiados, pero entre 1996 y 1998 unos 35.000 decidieron volver. ACNUR ha lanzado un llamamiento con el fin de recaudar los 7 millones de dólares necesarios para el retorno de unos 24.000 refugiados mauritanos en Senegal y Mali. Teóricamente, la operación de retorno podría durar año y medio, si bien la cantidad recaudada hoy por hoy es insuficiente (500.000 dólares). El pasado mes de noviembre ACNUR firmó un acuerdo con Mauritania y Senegal para el retorno de los refugiados con el fin de iniciar su programa de retorno voluntario y ofrecer a los retornados diversas ayudas (techo, alimentos durante tres meses). Pero se desconoce cómo volverán esos refugiados, si el gobierno será capaz de asumir esa tarea, de crear las infraestructuras necesarias, destruidas en el pasado, o de si podrán volver a sus hogares, ocupados muchos de ellos por mauritanos moros. El desafío es que el retornado sienta que está en su casa, que no es un extranjero en su propio país. Según ACNUR, unos 12.600 han expresado ya su deseo de volver.

Ahora bien, sigue habiendo una cuestión que provoca serias diferencias: la forma en que se deberá solucionar ese pasado de "violaciones de los derechos de los mauritanos negros" entre 1989 y 1991. Tales diferencias salieron a la luz durante las jornadas de consulta sobre el tema, organizadas en Nuakchot en noviembre de 2007, planteadas como paso previo a la celebración de una Jornadas Nacionales de Consulta, con la participación de unas 1000 personas representantes de todas las tendencias políticas, miembros de gobiernos anteriores, técnicos y representantes de los refugiados en Senegal, delegados de los principales movimientos de los negros mauritanos en el exilio, ONG´s y organizaciones internacionales. Las jornadas, en las que se llegó a un Informe Final, se dividieron en cuatro talleres de trabajo: órganos nacionales y locales necesarios para gestionar todas las operaciones relacionadas con el regreso y la integración; medidas prácticas para organizar el regreso, tales como la identificación de las personas; la integración permanente de los refugiados y la recuperación de sus derechos; el marco institucional y presentación de propuestas para establecer la identidad de las víctimas. Si bien se llegó a una especie de consenso en cuanto a que la solución al problema deberá tener en consideración la memoria y el perdón para la comunidad, la justicia y las compensaciones a las víctimas, hay diferentes posturas: por un lado, los activistas políticos negros exigen que sean juzgados aquellos que cometieron graves violaciones de derechos humanos contra la población negra; por otro, representantes de los refugiados son más partidarios de dejar las cosas como están. Es decir, el país se debate entre la necesidad de hacer justicia y la de pasar página en aras de la unidad nacional.

Además de las cuestiones mencionadas anteriormente, decisivas para conseguir la unidad nacional, el gobierno ha tenido que hacer frente a la presión de la oposición ejercida en forma de manifestaciones "espontáneas" que denuncian la situación económica (aumento del precio de productos básicos) en un marco en el que la lucha contra la corrupción tiene todavía camino por hacer. De hecho, Mauritania ha vivido en los últimos meses varias revueltas por el encarecimiento de productos básicos como el arroz, el trigo o el maíz, que han duplicado su precio en sólo dos meses. El gobierno puso en marcha un plan urgente para tratar de asegurar la disponibilidad de alimentos básicos y frenar la subida de precios. El Programa Mundial de Alimentos considera a Mauritania como uno de los puntos más sensibles en la crisis alimenticia que sacude a numerosos países, ya que la escasa producción local sólo supone el 30% del consumo, teniendo que importar el 70% restante.

No obstante, las continuas críticas contra el gobierno del primer ministro Al-Zeyn Ould Zidan, por "demasiado tecnócrata" y contar con una escasa representación de los partidos políticos, así como las acusaciones por lo que se considera una mala gestión del país desde que asumiera su cargo en abril de 2007, han conducido finalmente a su dimisión y a la de todo su gobierno el pasado 6 de mayo. El presidente, Sheyj Abdallah, aceptó dicha dimisión y, acto seguido, nombró en su lugar a Yahya Ould Ahmad al-Waqif², hasta ese momento secretario general de la Presidencia mauritana y presidente del Partido del Pacto Nacional por la Democracia y el Desarrollo, partido del Presidente y mayoritario en ambas cámaras. Ahmad al-Waqif, con un perfil de economista, será el encargado de dirigir el nuevo gobierno, formado por partidos políticos, incluidos los de oposición, y por tecnócratas, y tendrá que hacer frente a diferentes retos, entre ellos a la crisis económica y alimentaria.

A esto se le une el desafío del gobierno de lograr mejorar la seguridad del país y controlar el denominado "triángulo de los peligros", un vasto territorio en las fronteras de Mauritania, Senegal y Mali, que hasta ahora ha servido como campo de actuación de contrabandistas (tabaco, alimentos y armamento), refugio de evadidos de la justicia y, recientemente, como zona de paso de grupos armados. Los últimos actos terroristas acaecidos en esta zona (asesinato de turistas franceses y asalto a un puesto militar) tuvieron graves consecuencias políticas y económicas para el país, entre ellas la suspensión del rally Lisboa-Dakar.

En conclusión, Mauritania ha vivido una importante experiencia política en la que el poder militar ha cumplido su compromiso de democratizar el sistema político y traspasar el poder a los civiles. Los cambios experimentados han sido muchos y positivos en los últimos tres años. No obstante, siguen siendo también muchos los desafíos que aún tiene que afrontar este complejo país.

Notas

¹ En agosto de 2007, esta corriente islamista, situada en la órbita de los Hermanos Musulmanes, consiguió la legalización de su propio partido político, la Agrupación Nacional para la Reforma y el Desarrollo-Tawasul (al-Tayammu‘ al-Watani li-l-Islah wa-l-Tanmiyya), presidido por el parlamentario Muhammad Yamil Mansur.


² Nacido en 1960, Ahmad al-Waqif ha sido profesor en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Económicas de Nuakchot y ha trabajado en organismos internacionales (Programa Mundial de Alimentos). En 2003 fue nombrado director de la compañía Somagaz (de distribución del gas en el país), posteriormente fue director general de las Líneas Aéreas Mauritanas y en 2007 consejero del ministro de Finanzas. Ha estudiado y analizado la comercialización de la producción local de arroz y grano y ha contribuido a la elaboración de la política de precios y comercialización del arroz en el país. Ha presidido la comisión ministerial encargada del dossier de los refugiados mauritanos y ha sido coordinador de la mayoría gubernamental (que engloba a más de 40 partidos).