miércoles, 22 de abril de 2009

PIRATERÍA, ISLAMISMO Y ELECCIONES EN SOMALIA


Casa Árabe

La piratería es un fenómeno que existe desde hace siglos y que nunca ha llegado a desaparecer del todo. Lo único que ha cambiado ahora es el marco geográfico: hasta 1994, el comercio marítimo se veía afectado por los ataques piratas principalmente en el sur de China, el estrecho de Malasia y el océano Índico. Pero durante los últimos años, la piratería se ha intensificado en las costas de África amenazando una de las rutas comerciales más importantes del mundo: la que une el sureste asiático con el Mediterráneo a través del Golfo de Adén y el Canal de Suez. El 80% del comercio mundial se transporta por vía marítima y unos 16.000 barcos atraviesan este golfo cada año. Además, las ayudas humanitarias que se envían a Somalia, y de las que depende un gran porcentaje de su población, se están viendo también amenazadas. Algunos analistas señalan que el único periodo en el que los ataques piratas han disminuido ha sido durante los seis meses de 2006 en los que la Unión de Tribunales Islámicos tomó el control de buena parte del territorio somalí. ¿Puede achacarse el aumento de los incidentes marítimos al fin del control de los islamistas?

Para entender cómo funciona la piratería, primero hay que tener en cuenta que es imposible que exista únicamente en el mar. Es decir, los piratas necesitan una base terrestre desde la que operar, a la que acudir para reponer suministros y comprar armas, un puerto en el que atracar los barcos secuestrados, un lugar donde mantener retenidas a las tripulaciones rehenes. Partiendo de este punto, es fácil entender que este fenómeno aflore en las costas de los Estados más débiles, con un escaso control sobre su territorio. Siendo así, ¿qué otro país podría ofrecer a los piratas mayor margen de maniobra que aquel en el que literalmente no existe un Estado? Somalia es el país perfecto: en guerra civil desde hace dieciocho años, con un entramado tribal complicado, sin una autoridad central y extremadamente pobre.

Lo que se considera la Somalia histórica engloba no sólo las regiones que se encuentran dentro de sus fronteras actuales (Somalia británica o Somalilandia; Somalia italiana, el resto de la república, que incluye el territorio de Puntlandia, semi-autónomo desde 1998), sino también Yibuti (Somalia francesa, independiente en 1977), algunas regiones del territorio etíope fronterizo con Somalia y algunas zonas del norte de Kenia. Desde que cayera la dictadura de Muhammad Siad Barre en 1991, no ha habido una fuerza o grupo capaz de dar cierta estabilidad a la totalidad del país. Los clanes, subclanes y familias, agrupados en torno a señores de la guerra, se han disputado incansablemente la influencia y el control del territorio y han luchado por sus propios intereses.

Hay que tener en cuenta también que Somalia es el escenario de la batalla territorial y de influencia que libran sus vecinos –Etiopía y Eritrea– que, debido a su propia rivalidad, han tomado parte en los conflictos internos somalíes apoyando a uno u otro bando, con lo que la situación se ha desestabilizado todavía más. Y no hay que olvidar tampoco el papel de Estados Unidos que, a pesar del fracaso de la intervención de 1993, ha seguido interesado en hacer de Somalia una de sus prioridades: en un artículo publicado en el Washington Post el 7 de junio de 2006, John Prendergast, que en época de Bill Clinton fue director de Asuntos Africanos en el Consejo Nacional de Seguridad estadounidense y Asesor Especial del Departamento de Estado, aseguró que “he visto evidencias del apoyo de Estados Unidos a los líderes de las milicias de los señores de la guerra en el nombre de operaciones antiterroristas”.

En este estado de caos y tras innumerables conferencias internacionales lideradas en parte por el IGAD (Intergovernmental Authority on Development, asociación de 7 países del Cuerno de África), en el año 2000 se creó el Gobierno Nacional Transitorio, que no tardó en fracasar. Esta suerte de gobierno fue disuelto para dar paso, en 2004, a un Gobierno Federal Transitorio (GFT). Ambos intentos, el segundo vigente hasta hoy, adolecen del mismo problema: se han afanado en dar representación a los distintos clanes y a los señores de la guerra más influyentes, en lugar de apoyarse en formaciones políticas que pudieran luchar por una verdadera reconciliación nacional.

En este contexto apareció la Unión de Tribunales Islámicos, cuya llegada tuvo como consecuencia un gobierno intransigente con respecto a lo que no entraba en su concepción rigorista islámica, pero también una relativa estabilidad. A pesar de que fue en 2006 cuando se hicieron presentes en los medios de comunicación, principalmente porque se habían hecho con el control de buena parte del territorio somalí, la corriente islamista tiene una amplia trayectoria. Un gran número de grupúsculos islamistas existían en aquel país incluso durante los años de la dictadura de Barre, que comenzó en 1969. Estos grupos (al-Ittihad al-Islami, Yama‘at al-Islah, Shabab al-Wahda, entre otros) jugaron un importante papel en los diversos levantamientos que se dieron contra el dictador en la década de los 70 y los 80.

Con el colapso del Estado somalí tras el derrocamiento de Barre, los Tribunales Islámicos surgieron como pequeñas entidades que asumieron la tarea de administrar justicia, dado que la población era constantemente extorsionada por los señores de la guerra mediante el cobro de impuestos abusivos en sus negocios, peajes ilegales en las carreteras, violaciones… Poco a poco, los Tribunales fueron ampliando sus funciones y se dedicaron también a ofrecer servicios sociales, como educación y sanidad, además de crear unas milicias que se encargaron de la seguridad. En 2004, los tribunales islámicos que existían en Mogadiscio se unieron bajo el liderazgo del sheyj Sherif Sheyj Ahmad, que se convirtió en el presidente de la Unión de Tribunales Islámicos (UTI) (Ittihad al-Mahakim al-Islamiyya), de Hasan Dahir Aweis, que asumió el cargo de presidente del Consejo Consultivo, y de Aden Ayro, que se erigió en líder del brazo armado, Harakat al-Shabab (Movimiento de los Jóvenes), estos dos últimos considerados representantes del ala más radical del islamismo somalí.

Hasta 2006, la UTI tomó y perdió reiteradamente varios enclaves del país y fue en ese año cuando se hicieron con el control de gran parte del territorio del sur de Somalia, incluida la capital. Hay que decir que la política impuesta por los Tribunales Islámicos fue bien recibida por gran parte de la población, que no podía seguir soportando el estado de caos y violencia en el que se encontraba el país.

La UTI tuvo que hacer frente a la Alianza para la Restauración de la Paz y la Lucha Antiterrorista (ARPCT, en sus siglas en inglés), una alianza entre los señores de la guerra apoyada militarmente por Etiopía y financiada por EEUU, que veía en los Tribunales Islámicos una grave amenaza terrorista y un colaborador de al-Qaida. Fue así como, en diciembre de 2006 y tras haber acorralado y vencido a muchos señores de la guerra, la UTI fue finalmente derrotada. Tres de sus líderes, Hasan Dahir Aweis, Sherif Sheyj Ahmad y Abdelrahman Janaqow (que murió más tarde, en enero de 2007 en un bombardeo estadounidense) firmaron la capitulación el 27 de diciembre y la UTI se retiró de Mogadiscio al día siguiente.

Casi un año después de la rendición islamista, en septiembre de 2007, el ala moderada de la UTI, liderada por Sheyj Ahmad, se reunió en Asmara –capital de Eritrea–, con líderes de la oposición somalí, y acordaron hacer frente a la ocupación etíope de Somalia y a las fuerzas del Gobierno Federal Transitorio. Se creó así la Alianza para la Reliberación de Somalia que, en junio de 2008, firmaría con el GFT los Acuerdos de Paz de Yibuti.

El brazo militar de la UTI, Harakat al- Shabab, se hizo especialmente fuerte a partir de 2004, y acabó por separarse definitivamente de la dirección política de la UTI en 2007, tras la derrota de los Tribunales frente a las fuerzas del GFT, apoyadas por Etiopía, y tras la firma de la alianza con la oposición. Ahora, Harakat al-Shabab, que lidera diversos grupos armados insurgentes, es el principal enemigo del GFT que, tras las últimas elecciones presidenciales, está dirigido por Sherif Sheyj Ahmad (ver perfil). Harakat al- Shabab ha confirmado su intención de luchar contra el nuevo gobierno y su presidente, a quien califica de “traidor”.

En cuanto a EEUU, justificó su intervención en este país alegando que allí se ocultan terroristas de al- Qaida. Así, hizo de Somalia uno de sus objetivos principales en la lucha contra el terrorismo a pesar de que, hasta el momento, no se ha llevado a cabo ninguna detención de esos supuestos líderes al-qaidistas. Pero más importante es el hecho de que Somalia cuenta con yacimientos de petróleo que fueron detectados por Italia y Gran Bretaña en época colonial. Si bien no se conocen las dimensiones de las bolsas de petróleo, se intuye que pueden ser prometedoras debido a la similitud geológica del terreno con el del territorio yemení. El Gobierno Federal de Transición ya ha concedido licencias de extracción a compañías extranjeras, entre ellas a los cuatro gigantes norteamericanos, Conoco, Amoco, Chevron y Phillips, que tienen permiso para hacer prospecciones en dos tercios del país.

La piratería, la pesca ilegal y la ausencia de autoridad

Es cierto que la piratería ha existido ininterrumpidamente desde hace siglos, pero no ha seguido siempre las mismas pautas de actuación. Los piratas del siglo XVII abordaban un buque, se hacían con su carga, se quedaban con el barco y se deshacían de la tripulación. Ya en el siglo XX, los piratas que operan en el Estrecho de Malasia siguen otro método: asaltan un barco, toman todo lo que pueden en el menor tiempo posible (principalmente dinero o parte del cargamento si pueden venderlo posteriormente) y salen huyendo. Los piratas somalíes, en cambio, asaltan el barco para hacerse con el carguero, la mercancía y la tripulación, y piden un rescate por el conjunto que, una vez pagado, es devuelto a la compañía de transporte.

La piratería ha vuelto a centrar el interés de la prensa internacional a raíz de dos incidentes ocurridos en 2008: el secuestro del pesquero español Playa de Bakio (abril) y el del gran petrolero saudí Sirius Star (noviembre), que llevaba un cargamento de petróleo valorado en más de 100 millones de dólares y que se dirigía hacia Estados Unidos. La piratería en ese área se ha duplicado en el año 2008, llegando, según la Oficina Marítima Internacional, a más de 120 ataques, de los que 42 han acabado en secuestro. Tradicionalmente, los piratas provenían de los puertos de Haradheere y Hobyo, en la parte central de Somalia, pero ahora muchas bases de operaciones se encuentran en la región semi-autónoma de Puntlandia, curiosamente una de las zonas más pobres del país donde, por lo tanto, el atractivo económico de la piratería es un factor determinante.

Hay que señalar que desde 1991, dada la ausencia de cualquier tipo de autoridad y de cuerpos de guardacostas, las aguas somalíes, una de las cinco regiones marítimas más ricas del planeta, especialmente abundantes en atunes, han sido continuamente esquilmadas por barcos europeos, asiáticos y africanos, como refiere el informe sobre pesca ilegal elaborado por Chatham House. Así, muchos piratas pretenden defenderse asegurando que lo único que hacen es proteger los recursos naturales del país, cobrándose los impuestos que los barcos extranjeros deberían estar pagando. Mohammad Osman Aden, un diplomático somalí residente en Kenia, explica que “cuando el Estado somalí se derrumbó en 1991 y comenzaron a llegar las embarcaciones extranjeras dispuestas a faenar en su territorio, fueron los pescadores somalíes los que se armaron y se convirtieron en los vigilantes de las aguas territoriales de Somalia, exigiendo el pago de impuestos a los barcos que pescaban ilegalmente”. El problema, continúa Osman Aden, es que “muchos de ellos abandonaron la pesca y se convirtieron en auténticos piratas porque es una manera mucho más lucrativa de ganarse la vida, y comenzaron a atacar a todo el mundo”.

Según el informe Closing the net: Stopping illegal fishing on the high seas (2006) del High Seas Task Force (la Fuerza Operativa de Alta Mar, organización independiente creada por ONG´s y pequeñas industrias pesqueras para estudiar y hacer frente al problema de la pesca ilegal en alta mar), se calcula que los barcos que pescan ilegalmente obtienen entre 4.000 y 9.000 millones de dólares anuales en todo el mundo, afectando especialmente al África Subsahariana y, concretamente, a Somalia. A la desintegración de la armada somalí y del cuerpo de guardacostas, hay que sumar la grave sequía que atraviesa el país y que ha obligado a decenas de miles de ganaderos nómadas a asentarse a lo largo de la costa en las dos últimas décadas. Estos asentamientos se convirtieron en pueblos de pescadores que dependen únicamente de la pesca de bajura. Pero los barcos extranjeros, desde el comienzo de su llegada, han ignorado los límites establecidos por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y se han adentrado en el mar territorial somalí para faenar. Este informe asegura que en 2005 más de 800 embarcaciones extranjeras operaban ilegalmente en Somalia, obteniendo unas ganancias anuales de 450 millones de dólares. Estos barcos no sólo están pescando ilegalmente, sino que están destruyendo el entorno marítimo somalí de manera que va a ser imposible que llegue nunca a recuperarse. Además de utilizar los métodos de pesca prohibidos por las leyes internacionales (uso de explosivos, redes rastreras etc.), con los que capturan especies protegidas y peces excesivamente pequeños, el impacto medioambiental es de una gravedad incalculable: vertidos tóxicos, derramamiento de aceites y combustibles, deterioro de los corales…

Las autoridades somalíes, los pescadores, las organizaciones de la sociedad civil y las organizaciones internacionales han intentado durante años informar de las peligrosas consecuencias de estos actos, pero han sido reiteradamente ignorados. En 1995, líderes de algunos grupos políticos, junto a dos grandes ONG´s somalíes, escribieron al entonces secretario general de la ONU, Butros Butros Ghali (y a la UE, la Liga Árabe y la Conferencia Islámica) para informar de la situación y exigir alguna solución. Propusieron que, así como la Organización Internacional de Aviación Civil (ICAO, dependiente de la ONU) se hace cargo de proteger el espacio aéreo somalí, por qué no podía la Organización Marítima Internacional encargarse de las aguas territoriales hasta que existiera un gobierno somalí que pudiera tomar el control. La ONU no tomó ninguna decisión.

Algunos observadores acusan a la comunidad internacional de ignorar esta otra parte del problema porque quieren proteger sus intereses. Mientras que la UE ha impuesto restricciones a la pesca en sus propias aguas, Asia ha arrasado sus reservas y la demanda internacional sigue creciendo, las aguas somalíes, ricas, desprotegidas y sin control son el objetivo perfecto para las flotas pesqueras de muchas naciones. Acabar con la piratería requiere también eliminar las causas locales que la favorecen y promueven.

Son muchos los peligros que se derivan de la piratería. En primer lugar, proporciona grandes cantidades de dinero que sirven para fomentar la guerra en Somalia (y en toda la región), mediante pagos a líderes regionales influyentes (que permiten el uso de “sus” puertos por parte de los piratas), o la financiación indirecta de grupos armados. Pero, y lo que es muy importante, amenaza también gravemente la entrega de la ayuda humanitaria, que es totalmente imprescindible para dicho país (uno de los más pobres del mundo). Según la Unidad para el Análisis de la Seguridad Alimentaria de Somalia (FSAUS), organismo creado por el Programa Mundial de Alimentos, más de 3,2 millones de personas sufren hambruna y hay aproximadamente un millón de desplazados internos. Además, al recrudecimiento del conflicto armado hay que sumar la sequía que sufre el país, la devaluación de la moneda, las dificultades en el reparto de la ayuda humanitaria y el encarecimiento del agua, que hacen que Somalia esté viviendo el peor momento de los últimos 17 años. Barcos canadienses, daneses, holandeses y franceses se han dedicado a escoltar a los barcos de ayuda humanitaria que se dirigen a Somalia, pero esta solución es temporal, dado que estos países no pueden comprometerse indefinidamente y sus misiones suelen durar solamente unos meses.

En tercer lugar, los cargueros podrían verse obligados a elegir una ruta alternativa a través del Cabo de Buena Esperanza, ruta más larga que encarecería los transportes entre 20.000 y 30.000 euros al día. Esto tendría como consecuencia inevitable el aumento de los precios a nivel internacional.

Por último, la posibilidad de que algún petrolero pudiera hundirse durante uno de estos ataques constituye un peligro medioambiental de gran envergadura.

¿Cómo se puede combatir la piratería?

Algunos análisis, como el desarrollado por Derek S. Reveron en Foreign Policy, coinciden en señalar que acabar completamente con este fenómeno es, simplemente, imposible o, como indica Roger Middleton no existe una única y definitiva solución. La primera dificultad que existe a la hora de atajar la piratería es que la superficie de mar en la que operan los piratas es inmensa, más grande que el Mar Mediterráneo, más de cuatro veces la extensión de Francia.

El pasado mes de noviembre, y apoyando la iniciativa del Consejo de Seguridad de la ONU (que ha aprobado 10 resoluciones sobre Somalia desde febrero de 2008), la UE aprobó la Operación Atalanta, que supone la creación de una fuerza aeronaval conjunta que trabajará para “disuadir, prevenir y reprimir” la piratería en las costas de Somalia, además de escoltar a los barcos de ayuda humanitaria que el Programa Mundial de Alimentos envía hacia aquel país. Esta fuerza constará de entre 4 y 7 buques, y se ha comprometido a coordinarse con la Combined Task Force 150, una fuerza que EEUU mantiene desplegada en la zona en el marco de la operación antiterrorista Libertad Duradera. Con todo, ni siquiera así se llegará a los aproximadamente 70 barcos que serían necesarios para controlar de manera eficaz una superficie de tales dimensiones.

Además, la Operación Atalanta adolece de un problema de duración estratégica: la UE ha determinado que la misión tendrá una duración de un año. Normalmente, la duración de las operaciones militares debe estar condicionada por el objetivo a conseguir. Esto es: debe mantenerse activa hasta que se observe alguna mejoría en el problema que se está intentando solucionar. Los piratas, que disponen de una tecnología muy avanzada y están perfectamente informados, podrían simplemente concederse “un descanso” hasta que la operación finalice y luego comenzar de nuevo con los ataques. De hecho, en estas primeras semanas desde que comenzara la Operación Atalanta, se ha detectado un descenso del número de incidentes, pero esto puede ser un falso reflejo de lo que en realidad está ocurriendo. Otra cuestión que afecta a la Operación Atalanta es que la UE se ha prohibido a sí misma intervenir en tierra y esto hará imposible atajar realmente el problema. Como ya se ha dicho, la piratería no se desarrolla únicamente en el mar sino que es, principalmente, un fenómeno terrestre con una proyección marítima.

Las últimas elecciones presidenciales

Abdallah Yusuf, que en 2004 fue elegido por el Parlamento de Transición somalí para dirigir el país por un periodo de cinco años, destituyó a mediados del pasado diciembre al primer ministro, Nur Hasan Huseyn. Según apareció en algunos medios, (como la página del Arab Reform Initiative, una red independiente de centros de investigación árabes con socios europeos y estadounidenses), con este gesto intentaba interrumpir las negociaciones de paz que seguían desarrollándose en Yibuti entre el Gobierno Federal de Transición y la Alianza para la Reliberación de Somalia, liderada por los islamistas. Pero además, a finales del mismo mes fue él quien también presentó su dimisión, asegurando que “había fracasado en su misión”. Yusuf será recordado como el hombre que, buscando apoyo para acabar con el control de la UTI, permitió la entrada de las tropas etíopes en Somalia a finales de 2006. A lo largo de 2007 y hasta la retirada total de las tropas etíopes en enero de 2009, se calcula que unos 16.000 somalíes han perdido la vida.

Así, tras la dimisión de Yusuf, el Parlamento de Transición, que lleva varios años ubicado en Baidoa (240 Km. al noroeste de la capital), se reunió el pasado mes de enero en la capital de Yibuti debido a la situación de inseguridad, para elegir un nuevo presidente. Pero antes de la votación, los diputados decidieron, por una gran mayoría (211 votos a favor de los 220 emitidos), ampliar el número de escaños del Parlamento para poder integrar en él a los islamistas moderados y a otras personalidades de la sociedad civil. Así, la cámara pasó de tener 275 a 550 diputados.

La Alianza para la Reliberación de Somalia anunció que presentaba la candidatura de su líder, Sherif Sheyj Ahmad, así como también se presentó el ex primer ministro, Nur Hasan Huseyn, y Maslah Ben Mohammed Siad, un militar hijo del ex dictador del país. La victoria de Sheyj Ahmad fue indiscutible: de los 425 votos emitidos en la primera vuelta, obtuvo 215. Nur Hasan Huseyn decidió retirarse de la competición tras la primera vuelta en la que tan sólo obtuvo 59 votos, quedando entonces como únicos candidatos Sheyj Ahmad y Mohammed Siad. En la segunda votación, el primero obtuvo 293 y el segundo 126.

Como nuevo primer ministro, Sheyj Ahmad eligió el pasado febrero a Omar Abdirashid Ali Sharmarke, un ex diplomático con doble nacionalidad (canadiense y somalí), que ha trabajado para la ONU en Sierra Leona y Sudán, donde fue consejero político para el conflicto de Darfur, y fue embajador somalí en Washington. Sharmarke es visto como un “puente” entre los islamistas y la comunidad internacional. La elección de Sharmarke parece acertada en el sentido de que su padre fue el último presidente civil de Somalia elegido democráticamente (muerto en 1969 durante el golpe de Estado de Siad Barre), por lo que es todavía recordado con afecto, y porque pertenece al clan Darod, con lo que se garantiza un equilibrio fundamental entre los dos clanes mayoritarios de Somalia (Hawiya y Darod).

En su discurso tras la jura del cargo, Sheyj Ahmad se comprometió a “acabar con la lucha interna y a alcanzar la paz con los países vecinos mediante una gestión transparente y justa (…). Nos espera un trabajo crucial; estamos ante un nuevo comienzo. Me comprometo a formar un gobierno que represente a todos los somalíes”. El nuevo presidente hizo también un llamamiento a los grupos armados: “insto a nuestros hermanos, aquellos que portan las armas, a que las abandonen, a que renuncien a la violencia y a que asuman con nosotros la tarea de construir la paz”. De la misma manera, pidió a los países vecinos una cooperación pacífica y un respeto mutuo. En una entrevista concedida a Al-Sharq al-Awsat (un diario de referencia de financiación saudí editado en Londres), Sheyj Ahmad aseguró que “la piratería es el reflejo de la ausencia de seguridad y estabilidad en Somalia” por lo que pidió “ayuda a la Unión Africana para la creación de una fuerza marítima con la que combatir este fenómeno”.

Acabar con la piratería es prácticamente imposible, pero el único camino a seguir, al menos para reducirla, debe centrarse en dos objetivos: acabar con la pesca ilegal en las aguas somalíes y lograr que Somalia tenga un gobierno en el que poder confiar, que alcance un mínimo de seguridad y control internos y una cierta estabilidad que le permita salir de la crisis humana en la que se encuentra.

Fuentes

WEBER, Annette. “Islam and Symbolic Politics in Somalia”, en Muriel Asseburg y Daniel Brumberg (Eds.) The Challenge of Islamists for EU and US Policies: Conflict, Stability and Reform. Berlin: Joint publication of German Institute for International and Security Affairs (SWP) and United States Institute of Peace (USIP), 2007.

WOODWARD, Peter. US foreign policy and the Horn of Africa. Burlington (EE.UU): Ashgate Publishing Company, 2006.

GUTIÉRREZ DE TERÁN, Ignacio. Somalia. Clanes, Islam y terrorismo internacional. Madrid: Catarata, 2007.

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http://www.almendron.com/tribuna/23693/aspectos-operacionales-de-la-lucha-contra-la-pirateria-en-somalia/ (Aspectos operacionales de la lucha contra la piratería en Somalia, informe del Real Instituto Elcano)

www.opendemocracy.net/article/somalia-piracy-and-politics (Piratería y política, Open Democracy, noviembre de 2008)

www.chathamhouse.org.uk/files/12203_1008piracysomalia.pdf (Informe de Chatham House)

www.aawsat.com/details.asp?section=1&issueno=11000&article=502211 (Fuerza internacional para combatir la piratería)

www.icc-ccs.org/index.php?option=com_content&view=article&id=30:welcome-to-
imb-piracy-reporting-centre&catid=28:home&Itemid=12 (Links al informe sobre piratería de la Oficina Marítima Internacional, Cámara Internacional de Comercio)

www.illegal-fishing.info/uploads/1_4thUpdateandconsultationmtgMar08.doc (Informe sobre pesca ilegal en aguas de Somalia, informe de Chatham House.

http://www1.somaliuk.com/ (Las dos piraterías de Somalia)

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http://africannewsanalysis.blogspot.com/2008/06/full-text-of-djibouti-agreement.html (Acuerdo de Yibuti)

http://news.bbc.co.uk/2/hi/africa/country_profiles/1072592.stm (country profile)

www.aljazeera.net/NR/exeres/CD8B49A1-983D-4F73-A5A7-0F2DA21FC877.htm (Análisis del Acuerdo de Yibuti)

www.aljazeera.net/news/archive/archive?ArchiveId=330109 (Perfil de Abdallah Yusuf, ex presidente somalí)

www.foreignaffairs.org/20070301faessay86205/john-prendergast-colin-thomas-
jensen/blowing-the-horn.html (EEUU en el Cuerno de África)

http://english.aljazeera.net/programmes/talktojazeera/2007/06/200852518464063
0100.html (Entrevista a Sherif Sheyj Ahmad, abril de 2007)

www.ethiotube.net/video/2475/President-Shekh-Sherif-Shekh-Ahmed-Appears-on-
Meet-ETV (entrevista televisada, canal etíope)

www.gees.org/articulo/3405/29 (La Unión de Tribunales Islámicos: El nuevo poder somalí y la nueva amenaza internacional, Grupo de Estudios Estratégicos)

www.islamonline.net/servlet/Satellite?c=ArticleA_C&cid=1227019176962&pagename
=Zone-Arabic-News/NWALayout (la UTI se compromete a acabar con la piratería)

www.shareah.com/index.php?/records/view/action/view/id/2340 (Texto en árabe del segundo acuerdo de Yibuti firmado entre el gobierno transitorio y la alianza de oposición el 31 de octubre de 2008)