martes, 19 de agosto de 2008

KUWAIT: DEMOCRACIA EN PROGRESO


Casa Árabe

La experiencia política del emirato de Kuwait se caracteriza por su tradición liberal con fórmulas de participación ciudadana y sus índices de pluralismo. Es una experiencia singular: la Constitución garantiza principios democráticos, derechos y libertades públicas, si bien no existen partidos políticos en sentido estricto; garantiza la alternancia en el poder legislativo, el Parlamento no puede presentar una moción de censura contra el primer ministro, pero los ministros sí son individualmente responsables ante la Asamblea Nacional y ésta también puede decidir no colaborar globalmente con el gobierno. El contexto y el proceso de las elecciones anticipadas del 17 de mayo nos permiten actualizar el análisis sobre esta dinámica democracia en progresión.

Tras la independencia, Kuwait se dotó en 1962 de una Constitución moderna donde quedó establecido un sistema parlamentario, reivindicado por las influyentes elites nacionalistas y por una poderosa burguesía mercantil financiera y políticamente autónoma. Desde entonces, el sistema político kuwaití ha arraigado principios democráticos y una esfera pública plural y representativa de la sociedad kuwaití, tejidos a través de las relaciones –y a veces las tensiones– entre la familia real, el gobierno, el parlamento y las diferentes tendencias políticas.


En ocasiones se han vivido momentos críticos (disolución del parlamento por el emir en 1967, de 1976 a 1981, y de 1986 a 1990) pero, lejos de debilitar el sistema representativo, han confirmado su vitalidad y su capacidad para imponerse, resurgir de nuevo y mostrarse como una fuerza política con peso y autoridad. A veces, también para ampliar el espacio democrático. En mayo de 2005 se aprobó, tras múltiples intentos anteriores, la integración política de las mujeres como electoras y elegibles. Y en 2006 la oposición parlamentaria reivindicó la reducción de las circunscripciones electorales a cinco, por considerar que el sistema de 25 distritos pequeños había tenido efectos negativos en la vida política del país: debilitaba a la oposición, favorecía la compra de votos, la prestación de determinados servicios para influir en los resultados y la polarización confesional y tribal de los votantes. Tras varias campañas de protesta y con una nueva cámara salida de las elecciones anticipadas de 2006, en las que la oposición obtuvo un importante triunfo, se aprobó la nueva redistribución en la que cada una de las cinco circunscripciones tiene diez escaños y cada elector puede votar hasta un máximo de cuatro candidatos.

El contexto político-electoral

La dinámica política kuwaití se ha caracterizado en los últimos años por las tensiones entre el parlamento y el gobierno. En 2006 dichas tensiones acabaron con la convocatoria de elecciones anticipadas el 29 de junio, situación que se ha vuelto a repetir en 2008. El gobierno acusó a la oposición parlamentaria, especialmente a los diputados islamistas y tribales, de obstaculizar varios proyectos de reforma económica del gobierno, entre ellos la privatización del sector del petróleo o el aumento de la producción de petróleo y gas que llevaría consigo la entrada de compañías extranjeras. El parlamento achacó la falta de entendimiento a la incapacidad del gobierno de responder a sus peticiones: aumento de salarios de los funcionarios públicos para hacer frente a la escalada de precios y presentación de un plan de desarrollo y de inversiones internas. La exigencia de una planificación del desarrollo por parte del gobierno fue uno de los detonantes de la crisis que condujo a la disolución de la Cámara. De ahí que el parlamento solicitara quince comparecencias ministeriales en 15 meses, lo que a su vez provocó la dimisión de seis ministros.

Todo ello engendró una dinámica tensa entre el legislativo y el ejecutivo, a lo que se sumaron otros factores como la ardiente polémica generada por la celebración de un acto en honor de Imad Mugniyya, antiguo jefe militar de Hezbollah asesinado en Damasco en febrero de 2008, en el que participaron parlamentarios shiíes. El 18 de marzo, dos días después de la dimisión del gobierno de Naser al-Muhammad, el Emir Sabah al-Ahmad al-Yaber al-Sabah –en el poder desde enero de 2006– en virtud de las atribuciones que le concede el Art. 107 de la Constitución, decretó la disolución de la Asamblea y la convocatoria de nuevas elecciones el 17 de mayo.

La campaña electoral tiene la siguiente regulación : está garantizada la no injerencia del poder ejecutivo; los candidatos deben obtener un permiso administrativo para la propaganda electoral y para la celebración de mítines (éstos sólo se pueden celebrar en escuelas y centros de servicios sociales y está prohibido colgar fotografías de los candidatos o carteles electorales en las calles); no hay espacios electorales para ningún candidato en los medios de comunicación estatales, de manera que recurren a las nuevas tecnologías (la web, mensajes a móviles, anuncios pagados en los periódicos y en los canales satélite locales privados); no hay ninguna regulación sobre la cantidad de dinero que pueden gastar los candidatos en la campaña electoral; se invita a representantes de países vecinos a asistir como "observadores" del proceso electoral , y algunos, como la escritora saudí Samar al- Muqran, lo calificaron como "una fiesta de la democracia" (al-Qabas, 20-5-2008).

El gobierno se comprometió a garantizar la neutralidad y limpieza de las elecciones y en ese sentido persiguió la práctica de la compra de votos (1), se enfrentó a los grupos tribales que querían organizar elecciones “primarias” para elegir candidatos (2) (aunque no ha podido acabar del todo con esta práctica), y ha evitado injerencias o el ejercicio de influencias por parte de ministros o agentes del Estado.

Se han dado algunos casos en los que el gobierno kuwaití ha inhabilitado a candidatos, cinco en concreto. En algunos de los afectados, tal decisión se basaba en que estaban implicados en casos judiciales, sobre todo relacionados con fraude fiscal; en otros casos, en que los motivos no estaban claros, dos de ellos recurrieron ante la justicia logrando ser inscritos en las listas electorales.

La campaña estuvo centrada en la mejora de los servicios públicos, de las infraestructuras, la unidad nacional, la tan reivindicada política de desarrollo y la lucha contra el comunitarismo.


Respecto a las relaciones entre la sunna y la shia, hay que señalar que la comunidad shií, que supone aproximadamente el 30% de la población de ciudadanos kuwaitíes (1.000.000), mas otros 100.000 sin ciudadanía (3), está integrada en la vida política –representada en los poderes legislativo y ejecutivo– y económica del país –grandes comerciantes, industria del petróleo–, si bien sus relaciones con la comunidad sunní se han visto en algunos momentos afectadas por los convulsos factores regionales: el temor a que los shiíes pudiesen colaborar con Irán tras la revolución de 1979, sobre todo cuando el gobierno kuwaití apoyó a Iraq en su guerra contra Irán entre 1980-88.

La postura de la shia kuwaití fue contraria a la invasión iraquí de Irán pero defendió ante todo el principio de la unidad nacional kuwaití, no mostrándose beligerante. Esto quedo igualmente de manifiesto cuando el Iraq de Saddam Huseyn invadió Kuwait en 1990. Ello supuso un cambio en la percepción de esta minoría, pero los acontecimientos de la invasión estadounidense de Iraq, las tensiones internas en ese país y el supuesto proyecto de crear una región shií en el sur de Iraq, han vuelto a generar incertidumbre en el vecino Kuwait y la región del Golfo. La comunidad shií comenzó a reivindicar sus derechos, entre ellos la introducción de la Ashura (4) como fiesta oficial y de la escuela Ya‘farí (5) en la enseñanza. Estos derechos se consiguieron en 2006, si bien hay más resistencias a la hora de conseguir el permiso para levantar nuevas mezquitas (la shia posee 35 mezquitas y mil la comunidad sunní). Sin embargo, sí se les permite recurrir a sus propios tribunales ya‘faríes en cuestiones relacionadas con el estatuto personal; también se ha creado un departamento dentro del Ministerio del Awqaf dedicado a la gestión de los awqaf ya‘faríes, y se ha revisado la imagen de los shiíes en los libros de texto (6).

En el terreno político, la shia, repartida ideológicamente entre las tendencias conservadoras, islamista y liberal secularizada, está visiblemente presente desde los años noventa, ya que antes su visibilidad venía dada por asociaciones de tipo cultural.

En general, puede decirse que en lo que se refiere a la situación de la minoría shií, Kuwait es también un modelo en su región. La Constitución garantiza la “libertad absoluta” de creencias y de practicas religiosas en concordancia con las costumbres establecidas, siempre y cuando no entren en conflicto con la moral pública, y también protege a los grupos religiosos prohibiendo las publicaciones que les ataquen.

“Ni suní, ni shií… Kuwait es una unidad islámica”, fue uno de los eslóganes que se pudieron escuchar en el país en medio de las últimas tensiones entre algunos sectores de las comunidades sunní y shií, que también precipitaron la disolución del Parlamento. El hecho de que se celebraran en el emirato honras fúnebres en honor de Imad Mugniyya y que en la ceremonia participaran dos parlamentarios shiíes, Adnan Abdelsamad y Ahmad Lari, desató una dura polémica entre sunníes y shiíes, alimentando la polarización comunitaria de la sociedad kuwaití (7).

Una primera lectura de los resultados electorales muestra el ascenso de las corrientes conservadoras, el triunfo de los islamistas sunníes, pero con un claro avance de la corriente salafí y un retroceso del Movimiento Constitucional Islámico (Hadas), a pesar de tener éste una mayor capacidad organizativa y una larga experiencia parlamentaria. Además los resultados señalan un ligero aumento de la minoría shií y de los candidatos tribales. Las fuerzas progubernamentales del Bloque de Acción Nacional (liberal) y el Bloque de Acción Popular (una amalgama de liberales y líderes tribales), siguen siendo minoría en un Parlamento, en definitiva, dominado por la oposición islamista sunní que, previsiblemente, seguirá en la línea anterior de enfrentamiento con el gobierno.

La Constitución kuwaití no prohíbe, ni tampoco legisla, la creación de partidos, de manera que las formaciones políticas, toleradas, actúan en el marco de una ambigüedad sin regulación ni reconocimiento oficial, aunque sí con un reconocimiento implícito por parte del Estado. Sin embargo, la Constitución sí garantiza el derecho a la formación de asociaciones sobre bases nacionales y estrategias pacíficas, aunque la Ley 24/1962 establece como requisito obtener la aprobación previa del gobierno e impone una tutela gubernamental a las actividades de las instituciones de la sociedad civil.

En medio de esta legislación, o en ausencia de ella, han surgido y evolucionado diferentes corriente políticas:

Corriente islamista sunní

Como señala el analista Jalil al-‘Anani, tras fi nalizar la invasión iraquí, la corriente islamista kuwaití, formada por tendencias más ancladas en el pasado (salafíes) y más modernas (Movimiento Constitucional Islámico), comenzó a desempeñar un papel importante en la vida política nacional debido a su capacidad organizativa, su activismo, su aceptación popular, su carácter moderado al plantear sus ideas en la sociedad y ante el gobierno y por su carácter puramente local y nacional, sin estar vinculados con organizaciones internacionales. Los Hermanos Musulmanes de Kuwait se desvincularon de la Internacional Islamista a raíz de la invasión iraquí en 1990 y por las posturas, en gran parte favorables a Iraq y en contra de la presencia de tropas occidentales, que tomaron algunas de las ramas nacionales de los Hermanos Musulmanes. Los islamistas sunníes son una fuerza con proyección y apoyo en las zonas tribales, por lo que tienen más peso en el Parlamento que cualquier otra corriente política, aunque también se da una gran presencia de islamistas independientes urbanos.

Su creciente base social se ha ido reflejando en los sucesivos procesos electorales kuwaitíes: 16 escaños en 1996; 14 en 1999; 17 en 2006 y 21 en 2008, repartidos entre miembros del Movimiento Constitucional Islámico, de la Alianza Salafí Islámica e independientes.

Al-Haraka al-Dusturiyya al-Islamiyya (Movimiento Constitucional Islámico-Hadas) fue creado el 31 de marzo de 1991, tras “la guerra de liberación” de Kuwait y tras la ruptura de los Hermanos Musulmanes de Kuwait con la Internacional islamista. La formación kuwaití de los Hermanos Musulmanes es heredera de la Asociación de Reforma Social (Yamaiyya al-Islah al-Iytimai), creada en los años 60, que, a su vez, recogió el testigo de la Asociación de Guía Islámica (Yamaiyya al-Irshad al-Islami) creada en los 40. Ha concurrido a las elecciones desde 1992. Hadas ha sido hasta hace muy poco la corriente islamista más importante desde el punto de vista organizativo y la de mayor tradición política en el país, pero hoy en día está siendo superada por la tendencia salafí. El Movimiento Constitucional Islámico cuenta con tres diputados en la actual Asamblea Nacional.

La tendencia salafí, de marcado carácter conservador y puritano – se opuso a la concesión de los derechos políticos a la mujer–, no entró en el juego político hasta la década de los 80. En principio se aglutinó en torno a la Asociación de Revitalización del Legado Islámico (Yamaiyya Ihya al-Turath al-Islami) creada en 1981. En 1991 se creó la Agrupación Islámica Salafí (al-Tayammu al-Islami al-Salafi ), en 1997 el Movimiento Científi co Salafí (al-Haraka al-Salafi yya al-Ilmiyya) y en septiembre 2004 el Partido al-Umma (Hizb al-Umma) dirigido por Hakim al-Matiri y Huseyn al-Saidi.

En diciembre de 2004 se creó la Agrupación de Justicia y Desarrollo (Haraka al-Adala wa-l-Tanmiyya) defi nido como islamista salafí “moderado”.

Esta tendencia, representada en el Parlamento por la Alianza Salafí Islámica, ha conseguido diez escaños.


El nuevo gobierno

El sistema constitucional kuwaití no tiene ningún mecanismo claro para la alternancia en el poder ejecutivo y es el Emir quien, tras consultas no vinculantes, nombra al Primer Ministro quien, a su vez, elige a los miembros del gabinete que tiene que ser aprobado igualmente por el Emir.

Siguiendo la tradición, este nuevo gobierno está compuesto por el primer ministro y 14 ministros (dos mujeres, dos shiíes, dos liberales, 4 tribales y 4 de la familia al-Sabah), elegidos normalmente fuera del Parlamento y que inmediatamente pasan a tener consideración de parlamentarios. El consejo de ministros está presidido, por cuarta vez, por Naser al-Muhammad al-Sabah. Los vicepresidentes y ministros de Defensa, Asuntos Exteriores, Interior e Información pertenecen a la familia reinante.

A pesar de que el nuevo gabinete incluye representantes de las principales tribus (Awazim, Matir, Ayman, Rashayda) y de todos los bloques parlamentarios (islamistas sunníes, tanto de la corriente salafí como del Movimiento Constitucional Islámico, islamistas shiíes, liberales), las primeras tensiones entre el Emir y la oposición parlamentaria surgieron con los nombramientos de los ministros. Si bien el Palacio acabó desistiendo de nombrar a algunos ministros, sí mantuvo su criterio con otros, entre ellos la ministra de Vivienda y Desarrollo Administrativo, Muda al-Hamud, de la corriente liberal, y la ministra de Enseñanza y Educación, Nuriyya al- Subayh, que prestaron juramento sin el hiyab, lo cual provocó un primer enfrentamiento con la corriente salafí en el Parlamento dirigida por Jaled Sultan Ibn Aysa.

Otro motivo de enfrentamiento entre el gobierno y la oposición salafí ha sido el nombramiento como ministro de Municipalidad y Trabajo de Fadel Sifr, próximo a Hezbollah y con un caso abierto en la Seguridad del Estado por haber participado en las honras fúnebres en honor de Mugniyya. De nuevo es la tendencia salafí, esta vez por parte de Muhammad Hayf al-Matiri, que ya protagonizó el enfrentamiento con la shia en la legislatura anterior, quien ha denunciado el nombramiento de Fadel. La oposición parlamentaria, en una reunión de coordinación celebrada en la diwaniyya (9) del diputado Saleh al- Mulla (liberal) le ha dado de plazo al gobierno hasta el mes de octubre para que presente su programa de acción, de lo contrario boicotearán el segundo periodo de sesiones.

Futuro inmediato

El nuevo parlamento, controlado por la oposición, planteará una dura labor al gobierno, fundamentalmente en varias cuestiones: el regreso de Naser al- Muhammad a la presidencia del gobierno, considerado por amplios sectores de la oposición incapaz de luchar contra la corrupción y de reformar la administración; las elecciones “primarias” celebradas por grupos tribales, que el Estado intentó impedir sin conseguirlo del todo; la ley de regulación de posesiones del Estado, ya que la oposición exigirá la retirada de la ley porque en función de ella el gobierno ha eliminado, con buldozers, las diwaniyyat y las salas levantadas por los ciudadanos ante sus casas en terrenos que el gobierno dice que son propiedad del Estado; el aumento de los salarios; y las reivindicaciones por parte de la oposición islamista de una legislación que complete la aplicación de la sharia –la sharia, según el Art. 2 de la Constitución, es “una fuente principal de la legislación”, pero no la única. El Parlamento puede también ser escenario de la polarización comunitaria sunna-shía, al igual que puede ocurrir en la sociedad, ya que el suceso de las honras fúnebres por Imad Mugniyya desató una dura polémica entre parlamentarios shiíes y sunníes, y los que capitanearon esa polémica han salido reelegidos, Adnan Abdelsamad (shií) y Muhammad Hayf (sunní salafi ), secretario general del Tayammu‘ Thawabit al- Umma, agrupación socio-religiosa que se centra en las prohibiciones religiosas y que persigue lo que considera desviación en el comportamiento y las ideas (10). Hayf, parlamentario gracias al apoyo tribal y a las elecciones “primarias”, acusó a la autoridad shií en Kuwait, Muhammad al- Mahri, de dirigir el radicalismo en el país. Además, en el fondo de la polémica se encuentra la escasa representación de la comunidad shií en las instituciones del Estado.

Es decir, la composición del Parlamento, en el que los bloques de oposición se han reforzado, sugiere que las tensiones entre los poderes legislativo y ejecutivo continuarán o incluso se agravarán, lo cual es una dinámica de crispación que podría perjudicar la evolución democrática del emirato.

Por el contrario, Kuwait debe seguir la senda del arraigo democrático frente a algunas prácticas que restan representatividad a las instituciones del Estado, tales como la compra de votos, las elecciones primarias tribales, la escasa conciencia política del papel de la mujer como actor fundamental, las tensiones comunitarias y una legislación clara sobre la formación de partidos políticos, que no deje la cuestión a la arbitrariedad del legislador de turno. Aunque no hay discriminación por razón de sexo, religión o etnia, sí la hay con respecto a los que adquieren la nacionalidad kuwaití, a quienes se les exige tenerla veinte años para poder votar y nunca podrán ser miembros del parlamento ni de los consejos municipales.


Notas

1. A lo que hay que añadir que Hakim al-Matiri, profesor de Exégesis Coránica y Hadith en la Facultad de Sharia de la Universidad de Kuwait, y secretario general del Partido al-Umma, promulgó una fatwa declarando inválido el acuerdo entre elector y candidato para la compra del voto. (al-Ray al-‘Amm, 8-5-2008)

2. Una ley de 1998 prohíbe la celebración de cualquier tipo de elecciones sobre bases comunitarias o tribales. El Kuwait tribal supone un 51% de la población del país y tras las elecciones de 2006 tenían el 49% de la representación parlamentaria. Su mayor peso se encuentra en los distritos 4 (Norte de la capital) y 5 (Sur de Kuwait).

3. El conjunto de la población del país, entre ciudadanos nacionales y extranjeros, es de 3.200.000. International Religious Freedom Report 2007. 4. La ‘Ashura, que se celebra en el mes de muharram, es una de las fiestas más importantes del calendario shií y rememora el martirio y muerte de Huseyn, nieto del Profeta, en la batalla de Kerbala (680).

5. La escuela jurídica ya‘fari o duodecimana es la más extendida entre la shia. Fue fundada por el imam Ya‘far al-Sadiq en el siglo VIII.

6. Informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo. 2007 http://www.state.gov/g/drl/rls/irf/2007/90214.htm

7. El parlamentario Adnan Abdelsamad elogió la figura de Mugniyya y criticó a aquellos que le denostaban. El ministro del Interior criticó la actuación de Abdelsamad, tuvo que intervenir la justicia (los dos parlamentarios shiíes están a la espera de una decisión judicial) y el Bloque de Acción Popular, en el que se encuadra la Alianza Islámica Nacional a la que pertenecen Abdelsamad y Ahmad Lari, sufrió una fractura interna. Kuwait responsabiliza a Mugniyya del secuestro de un avión de las líneas aéreas kuwaitíes en la década de los ochenta y del asesinato de dos pasajeros kuwaitíes.

8. Mayores de 21 años. Aunque la población total del país es de 3,2 millones, los extranjeros representan más del 60%. Los kuwaitíes residentes en el emirato hace menos de 60 años no pueden votar y las condiciones para adquirir la nacionalidad y los derechos como ciudadano son muy duras. Esa población “bidun”, residentes kuwaitíes apátridas, representa una proporción elevada, se calcula que suman unas 100.000 personas. Muchos han nacido o vivido largo tiempo en el país, pero las autoridades les consideran “residentes ilegales”. Los nacidos en Kuwait hijos de padres apátridas o de padres no kuwaitíes, o de parejas en las que sólo la madre tiene la nacionalidad kuwaití, son apátridas.

9. Las diwaniyya son espacios de debate y consulta en torno a la casa de un político o dirigente tribal. En este espacio se debaten propuestas, se adoptan posturas y es correa de transmisión entre la élite política y las bases sociales. Hoy son tribunas políticas que escapan al control de la familia gobernante.

10. Los primeros encontronazos ya los han protagonizado dos diputados salafíes, Walid al-Tabtabai y Muhammad al-Matiri, contra el ministro de Información para impedir la entrada al equipo del programa televisivo Star Academy “porque daña la reputación de Kuwait en el extranjero” y “porque es una importación de valores occidentales repugnantes”. La tendencia salafí más conservadora siempre critica al ministerio de Información y a los programas culturales y artísticos.