martes, 4 de marzo de 2008

ELECCIONES EN TAIWAN: ¿HACIA UNA NUEVA RELACION CON PEKIN?


Mario Esteban Rodríguez

Tras ocho años de gobierno de Chen Shui–bian y del Partido Democrático Progresista (DPP, por sus siglas en inglés), se ha iniciado en Taiwán un ciclo electoral que culminará con la elección de su sucesor en las elecciones presidenciales del 22 de marzo. Ya venza Ma Ying–jeou, el candidato del Kuomintang (KMT), o Frank Hsieh, el candidato del DPP, es de esperar que mejoren las relaciones con China.

Las elecciones legislativas del 12 de enero

Durante los dos mandatos de Chen Shui–bian el Parlamento ha estado controlado por el KMT. Eso ha impedido a Chen sacar adelante la mayor parte de su programa de gobierno. La celebración de elecciones legislativas en enero de este año y de elecciones presidenciales apenas dos meses después brinda una excelente oportunidad para romper esta situación de bloqueo institucional. En función de cuáles sean los resultados de esos comicios podrá determinarse si los taiwaneses están satisfechos con el gobierno del DPP y si castigan al KMT por obstaculizar desde el parlamento la labor del ejecutivo o, si, por el contrario, censuran el legado de Chen.

La abrumadora victoria del KMT en las elecciones legislativas del 12 de enero apunta en la segunda dirección. De los 113 escaños en disputa, el KMT se adjudicó 81, a lo que se pueden sumar otros cinco obtenidos por sus aliados, frente a los 27 que logró el DPP. De esos 27, el DPP apenas se apuntó dos en las circunscripciones del norte, el centro y el este de la isla. Incluso en su feudo tradicional del sur, el partido de Chen Shui–bian ha sufrido un importante varapalo. Por ejemplo, de los nueve escaños en disputa en el condado y la ciudad de Kaohsiung (la segunda más importante de la isla), el DPP sólo logró tres.

Con estos resultados el KMT pasa a controlar más de dos tercios del Parlamento, proporción necesaria para iniciar una moción de censura contra el presidente de la República, e incluso los tres cuartos requeridos para revisar la Constitución. Por su parte, el grupo parlamentario del DPP ha pasado de controlar el 40% de los escaños a menos de una cuarta parte. En ese escenario el DPP será incapaz de bloquear cualquier propuesta de ley, de oponerse a las reformas constitucionales que pueda plantear el KMT e incluso de apelar al Tribunal Constitucional para dirimir la constitucionalidad de las leyes. Obviamente, cualquier intento del DPP por reformar la constitución para reafirmar la independencia de Taiwán respecto de China tendrá que esperar, al menos, hasta 2012. Tal cosa aparca por el momento un posible factor de tensión en el estrecho de Taiwán, en el supuesto de que Frank Hsieh, el candidato del DPP, se convirtiese en el nuevo presidente de Taiwán.

El descalabro electoral, que el propio Chen Shui–bian definió como ?el mayor tropiezo en la historia del DPP?, ha sido interpretado como una clara señal del descontento del electorado con un partido que tras ocho años de gobierno es percibido como corrupto e ineficiente. Varios altos cargos del DPP y familiares de Chen Shui–bian, incluyendo su mujer, han sido acusados en los últimos años de malversar fondos y de aceptar sobornos, así como de usar información privilegiada para lucrarse en el mercado de valores.

Además, aunque la identidad taiwanesa es cada vez más prevalente entre la población de la isla (como puede verse en el Gráfico 1), su significado está disminuyendo. Hay un creciente hartazgo entre la población, particularmente entre los jóvenes, hacia el afán del DPP de arrogarse el monopolio de la definición de la identidad taiwanesa. Los decepcionantes resultados cosechados por el DPP en las legislativas de diciembre de 2004, en las que el eje de su campaña fue la promoción de la identidad taiwanesa, ya apuntaron en esta línea.

Otra razón ha sido el progresivo rechazo que produce la actitud provocadora de Chen hacia Pekín. Cuando las iniciativas de Chen Shui–bian provocaban una reacción airada de Pekín, la situación creada contribuía a incrementar la simpatía hacia el DPP. Ahora que Pekín ha optado por adoptar un perfil bajo y que la Administración Bush ha cuestionado públicamente en varias ocasiones el aventurerismo de Chen, esa táctica se ha vuelto contraproducente para el DPP. No hay que olvidar que Taiwán depende en gran parte de EEUU para garantizar su seguridad y que, por lo tanto, el deterioro de los lazos con Washington es motivo de preocupación para la población de la isla.

¿Quién ganará el 22 de marzo?

A pesar de la amplia victoria cosechada por el KMT en las elecciones legislativas y del cómodo margen que le otorgan las encuestas a Ma Ying–jeou, que se sitúa entre 10 y 15 puntos porcentuales por delante, no sería la primera vez que un candidato del DPP se alza con la presidencia contra pronóstico. De hecho, hay toda una serie de factores que presagian unas elecciones más reñidas de lo que pudiera parecer a primera vista.

El KMT ha obtenido un número de escaños desproporcionado, el 72%, para su número de sufragios, el 52%. La principal razón es que el KMT es el partido más votado en las circunscripciones de menor tamaño, que están sobre–representadas. Por su parte, el DPP obtuvo, tanto en términos porcentuales como absolutos, más votos que en cualquier consulta anterior (véase la Tabla 1). Asimismo, el porcentaje de participación en las últimas legislativas, el 56,6%, ha sido el más bajo desde que se comenzaron a celebrar elecciones para la totalidad del parlamento en 1992. Estos datos indican que el rotundo éxito que acaba de cosechar el KMT no es fruto de un hundimiento del DPP, sino de la mayor capacidad del KMT para movilizar a su electorado y sacar provecho de las ventajas que le concede el nuevo sistema electoral.


La desmovilización del electorado del DPP está muy vinculada a su descontento con Chen Shui–bian, como evidencia que Frank Hsieh ganase holgadamente las elecciones primarias del DPP, siendo de los cuatro candidatos en liza el menos vinculado a la figura del presidente. El descalabro electoral de enero hizo que Chen abandonase la presidencia del DPP a favor de Frank Hsieh y que su mano derecha, Lee Ying–yuan, se hiciese con la Secretaría General del partido. Estos cambios están permitiendo a Frank Hsieh conducir la campaña electoral a su gusto, poniendo más énfasis en la política interna que en las relaciones exteriores y en cuestiones de políticas públicas más que en la identidad nacional. Esta estrategia responde mejor a las demandas actuales del electorado que la planteada por Chen, lo que previsiblemente se traducirá en un mayor apoyo electoral para el DPP en las presidenciales que en las legislativas.

En cuanto a Ma Ying–jeou, su incapacidad para debatir en hoklo, comúnmente conocido como taiwanés, será un importante handicap a la hora de atraer a un amplio sector del electorado. Por otro lado, aunque Ma es ampliamente respetado en Taiwán por su integridad personal y sus credenciales reformistas, su control sobre la maquinaria del KMT es tenue. Esto, unido al dominio casi absoluto que va a ejercer el KMT sobre el parlamento durante los próximos cuatro años, ha generado una patente inquietud entre gran parte del electorado, incluso entre simpatizantes del KMT. Desde esta óptica se teme que, en caso de que Ma ganase, la gran concentración de poder que se produciría en el KMT pudiese hacer que este partido recuperase viejos hábitos, como la corrupción. También puede jugar en contra del KMT la circulación de diversos rumores que aseguran la existencia de acuerdos secretos entre Pekín y el KMT sobre el estatus político de la isla con respecto a China.

Por último, en caso de que desde Pekín se critique duramente al DPP o a Frank Hsieh, o se produzca cualquier tipo de intromisión en las elecciones presidenciales de Taiwán, aumentará el apoyo electoral al candidato del DPP. Chen Shui–bian está intentando forzar esta situación con medidas como su visita del pasado 2 de febrero a las islas Spratly.

Perspectivas sobre las relaciones a través del estrecho
Tanto Ma como Hsieh defienden posiciones moderadas en las relaciones con Pekín. Esto hace que se vaticine un período de menor tensión en el estrecho de Taiwán tras las elecciones de marzo que el vivido bajo el gobierno de Chen. En cualquier caso, no se espera el mismo escenario si el nuevo presidente de Taiwán es el candidato del KMT o el del DPP.

Si Ma Ying–jeou gana las elecciones, es de esperar que impulse una serie de medidas de confianza para distender la relación con Pekín. Estas iniciativas irían orientadas a incrementar los vínculos directos entre las dos orillas del estrecho y estarían relacionadas con el establecimiento de vuelos regulares y con menos restricciones al turismo, al cambio de moneda y al transporte directo de mercancías. El establecimiento de estos lazos entre las dos orillas del estrecho es visto fundamentalmente como una oportunidad por el KMT para impulsar la economía taiwanesa, mientras que desde el DPP hay una mayor preocupación por las implicaciones que pueden tener para la seguridad de la isla. Además, lo más probable es que Ma aceptase la celebración de negociaciones con Pekín bajo el ?principio de una sola China?, siempre y cuando cada parte pudiese interpretar libremente dicho principio. Asimismo, un gobierno del KMT supondría el fin de los grandes pedidos de armamento a EEUU. Como contrapartida, Ma Ying–jeou desearía que China renunciase al uso de la fuerza sobre Taiwán o que, al menos, detuviese su despliegue de los misiles balísticos de corto y medio alcance, Dong Feng 11 y Dong Feng 15, que apuntan a Taiwán. Ma también esperaría que China aceptase dejar aparcada durante 30 o 50 años más la negociación sobre el estatus final de Taiwán respecto de China y que Pekín acabase aceptando la fundación de una confederación china en la que se integraría Taiwán.

En cualquier caso, la elección de Ma Ying–jeou no garantiza automáticamente una mejora sustancial en las relaciones entre Taipei y Pekín. En primer lugar, también es necesario que Pekín muestre una cierta flexibilidad en su política hacia Taiwán con alguna de las medidas apuntadas en el párrafo anterior y/o permitiendo un incremento del espacio internacional de la isla: reduciendo su ofensiva diplomática en los países que mantienen relaciones oficiales con Taiwán, permitiendo la entrada de Taiwán como observador en la Organización Mundial de la Salud, relajando su veto a una participación de alto nivel de Taiwán en el foro APEC (Asia–Pacific Economic Cooperation), etc. En segundo lugar, China debe evitar tener unas expectativas demasiado elevadas sobre lo que supondría la elección de Ma. Se corre el riesgo de que Pekín espere de Ma Ying–jeou más de lo que éste puede ofrecer, ya que ningún presidente de Taiwán puede permitirse en términos electorales aparecer como demasiado acomodaticio a las demandas de Pekín.

Frank Hsieh, por su parte, considera que China es demasiado fuerte, que la economía de Taiwán está demasiado ligada al continente y que el respaldo de EEUU es demasiado tenue para que la independencia sea una opción realista. Desde esta óptica, Hsieh considera positivo para Taiwán evitar tensiones y dialogar con Pekín. Es más, el candidato del DPP es mucho más proclive que Chen Shui–bian a potenciar los intercambios personales y económicos entre las dos orillas del estrecho y no es descartable que haga alguna propuesta concreta en este sentido durante la campaña electoral. Algunos analistas especulan con que incluso plantee reducir las restricciones a las inversiones y el turismo del continente. En cuanto a la actitud de Pekín hacia un eventual gobierno de Hsieh, llegado el momento China no descarta de plano mantener contactos. En cualquier caso, las perspectivas de éxito de este eventual diálogo serían bastante limitadas, tanto por las propias posiciones del DPP como por la menor flexibilidad que mostraría Pekín a la hora de negociar con un interlocutor cuyo fin último es la independencia de Taiwán.

Buena prueba de las numerosas dificultades que tendría que superar un hipotético diálogo entre Pekín y un gobierno presidido por Hsieh es el referéndum que se va a celebrar en Taiwán por iniciativa de Chen Shui-bian el mismo día de las elecciones presidenciales. En dicha consulta se planteará si Taiwán, cuyo nombre oficial es República de China, debe solicitar su ingreso en Naciones Unidas bajo la denominación de Taiwán. Tras ocupar la presidencia del DPP Frank Hsieh ha decidido mantener la convocatoria de este referéndum, a pesar de que no servirá para incrementar el espacio internacional de Taiwán y de que ha sido fuertemente criticado por la comunidad internacional. Independientemente del resultado, este referéndum no tendrá ningún efecto práctico ya que Taipei está muy lejos de contar con el apoyo internacional mínimo para ingresar en Naciones Unidas bajo cualquier denominación. Además, las críticas desde el exterior han sido numerosas. Condoleezza Rice lo ha definido como una ?provocación innecesaria?, ya que no aumenta las posibilidades de Taipei de ingresar en Naciones Unidas e incrementa la tensión en el estrecho de Taiwán, al plantear un cambio de nombre que Pekín interpreta como un paso hacia la independencia de iure de la isla. Dicho esto, conviene apuntar que este referéndum, boicoteado por el KMT, no alcanzará el mínimo de participación necesario para que sea válido, el 50% de todos los votantes registrados.

Conclusiones


En sus ocho años de mandato Chen ha recurrido frecuentemente a un nacionalismo anti–chino con fines electoralistas. Eso no sólo ha incrementado las desavenencias entre Taipei y Pekín sino que también ha redundado en una pérdida de apoyos para Taiwán en Washington. Junto a ese aumento en el aislamiento internacional de Taiwán, la economía de la isla ha perdido en estos años parte de su pujanza anterior. Esa situación hace que la población de Taiwán demande un nuevo gobierno menos preocupado por cuestiones ideológicas y más concentrados en resolver los problemas cotidianos de la gente.

En esta coyuntura, los dos principales partidos presentan candidatos a la Presidencia con posiciones moderadas hacia la cuestión de la identidad nacional de los taiwaneses y la relación de la isla con la China continental. Por tanto, es previsible que con el nuevo gobierno mejoren las relaciones con Pekín, con independencia de que sea Ma o sea Hsieh el próximo presidente de Taiwán.

Si, como parece probable, el KMT se hace con la Presidencia, las posibilidades de distensión en el estrecho de Taiwán serán todavía mayores. En ese escenario, el principal obstáculo para una mejora de las relaciones entre Pekín y Taipei sería la existencia de unas expectativas demasiado altas por alguna de las partes, que no tuviese en cuenta las presiones internas a las que está sometido su interlocutor.